الريــم
06-26-2023, 08:02 PM
"We’re going to Ibizaaaa! Wow! Baaaack to the islaaaaand...". Cerca de 200 brit?nicos cantan a voz en grito, m?viles alzados grabando, el éxito de los Vengaboys apenas unos segundos después de que su vuelo haya aterrizado en el aeropuerto de Ibiza. "Wow! We’re going to Ibizaaaa!", repiten. La cabina sigue completamente a oscuras. Algunos desafinan. Otros gritan de m?s. Algunos no consiguen hilar tres s?labas seguidas, pero aplauden y gritan igual. La fiesta no empieza ahora, a las 22,25 horas del viernes 23 de junio, unos segundos después de que el vuelo de Ryanair procedente de Manchester haya tocado tierra en la isla.
Llegan ?vidos de fiesta, de alcohol, de sol, de discoteca, de playas, de drogas, de sexo, de experiencias, de likes... Pero la fiesta ha comenzado horas antes. Muchas horas antes. Llegan por la fiesta. Llegan con la fiesta a cuestas. Una copa bal?n y varios botellines de cerveza, todos ellos vac?os, reposan junto a la puerta 48 de la terminal en la que est? previsto el embarque. Los ?ltimos tragos antes de echar a volar, literalmente. Metaf?ricamente, quién sabe.
Chumba-chumba en la terminal
El chumba-chumba invade la terminal. No es hilo musical. Es un m?vil con altavoces. Lo lleva, y lo alza por encima de sus cabezas mientras baila, el l?der de un grupo de veintea?eros que aguarda en la cola. Las primeras del embarque priority, de la misma edad, se miran, sonr?en y mueven la cabeza y las manos. Se giran y miran al grupo masculino con complicidad. M?s discretas, m?s modosas, m?s silenciosas, pero queda claro que también se mueren de ganas por bailar y salir de fiesta en la isla. El volumen de los altavoces sube y sube. Lo mismo que el de las voces de los chicos que, en vista de que nadie les dice nada, contin?an la escalada de desinhibici?n. Su comportamiento se contagia. en cinco minutos son varios los grupos que bailan y mueven r?tmicamente la cabeza mientras esperan para embarcar.
No son pocos los que llegan ya contentos, achispados, jacarandosos, a la cola. La fiesta, ésa cuyo Shangri-La persiguen en Ibiza, ha comenzado horas antes. Propiciada por la situaci?n del aeropuerto de Manchester. La mala fama de sus controles de seguridad es hist?rica. Las propias aerol?neas recomiendan a los pasajeros llegar tres y hasta cuatro horas antes del vuelo si no quieren quedarse en tierra, retenidos en la laber?ntica serpiente humana antes de los esc?neres. Soluci?n: llegar con suficiente tiempo al aeropuerto. Horas y horas antes. Horas y horas de preparty. Pinta tras pinta en el macropub de la terminal 1, champ?n tras champ?n en el caso de las numerosas despedidas de soltera que salpican el local. De camino a la puerta de embarque, algunos hacen acopio de ginebra, whisky, bourbon y vodka en la duty free. El tintineo del entrechocar de las botellas acompa?a sus pasos, trastabillantes, los de los que han sucumbido ya de pleno al esp?ritu de sus vacaciones de alcohol y sol. Litros de alcohol corren por sus venas.
Los Nengs de Manchestefa
El chumba chumba resuena en la escalera en la que esperan los pasajeros para entrar en el avi?n, que se dividen entre los que se suman a la fiesta con gritos y v?tores y los que se miran con cara de circunstancias, temiendo que la fiesta se les vaya de las manos. El personal de tierra ni se inmuta. Pasa junto al ejército de Nengs de Manchestefa como si nada. Lo mismo que las azafatas y la sobrecargo del avi?n.
Es esta ?ltima, sin embargo, quien les llama la atenci?n, a través de la megafon?a, minutos m?s tarde, por los gestos obscenos que realizan mientras uno de los azafatos ofrece las indicaciones de seguridad. La m?sica sigue. M?s de una , de hecho. Cada grupito, aunque sea por lo bajini, escucha sus temas favoritos, los que esperan bailar en apenas unas horas. Suenan también los chasquidos de las c?maras de fotos. Es la hora de los selfies. #WeregoingtoIbiza. En las cerca de dos horas y media que dura el vuelo Manchester-Ibiza no hay ni un minuto de silencio. Ni de calma. Hay gritos. Hay v?tores. Hay m?sica. Hay risas. La fiesta est? en la cola para el ba?o, en la que se concentran hasta una docena de personas. Y en los asientos, en los que muchos viajan de rodillas, girados hacia atr?s, hablando con sus colegas, ubicados (cosas de la asignaci?n aleatoria), varias filas atr?s. Algunos, a pesar del jaleo, duermen. Roncan. Hay que coger fuerzas. La noche ibicenca se prevé largu?sima. Algunas aprovechan el no pretendido hilo musical para bailar, dando botes en las butacas y levantando los brazos.
Cervezas agotadas a bordo
Los carritos de bebidas no dan abasto. Vuelan la cerveza, la sidra, el vino, el prosecco, la ginebra... Se agotan antes de que acaben de recorrer el pasillo, una labor tit?nica. Hay tantos pedidos que avanzan a paso de tortuga. Los primeros en pedir se han acabado ya varias botellas (los decibelios lo constatan) mientras para los ?ltimos s?lo quedan un par de zumos de naranja. Ni en sus peores pesadillas.
El aterrizaje casi pilla a la tripulaci?n acabando de recoger la basura. Dos horas y media de vuelo son pocas para servir a un pasaje sediento de fiesta. Los nervios, la cercan?a de estar, casi, en el para?so de la fiesta, se notan en el ambiente. Unas se quitan los rulos (s?, viajan con ellos puestos) a toda prisa. Otras se atusan las hiperb?licas pesta?as postizas. Muchos se ponen de nuevo las bambas. Regresan la m?sica, los gritos, las risas y las palmas cuando el avi?n toca tierra. Es la propia sobrecargo la que celebra la llegada, animando a los pasajeros a cantar y bailar. "Wow! We’re going to Ibizaaaaaa... Wow! Back to the islaaaaand... Wow! We’re gonna have a party..."!.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/vuelo-normal-manchester-ibiza-89161663)
Llegan ?vidos de fiesta, de alcohol, de sol, de discoteca, de playas, de drogas, de sexo, de experiencias, de likes... Pero la fiesta ha comenzado horas antes. Muchas horas antes. Llegan por la fiesta. Llegan con la fiesta a cuestas. Una copa bal?n y varios botellines de cerveza, todos ellos vac?os, reposan junto a la puerta 48 de la terminal en la que est? previsto el embarque. Los ?ltimos tragos antes de echar a volar, literalmente. Metaf?ricamente, quién sabe.
Chumba-chumba en la terminal
El chumba-chumba invade la terminal. No es hilo musical. Es un m?vil con altavoces. Lo lleva, y lo alza por encima de sus cabezas mientras baila, el l?der de un grupo de veintea?eros que aguarda en la cola. Las primeras del embarque priority, de la misma edad, se miran, sonr?en y mueven la cabeza y las manos. Se giran y miran al grupo masculino con complicidad. M?s discretas, m?s modosas, m?s silenciosas, pero queda claro que también se mueren de ganas por bailar y salir de fiesta en la isla. El volumen de los altavoces sube y sube. Lo mismo que el de las voces de los chicos que, en vista de que nadie les dice nada, contin?an la escalada de desinhibici?n. Su comportamiento se contagia. en cinco minutos son varios los grupos que bailan y mueven r?tmicamente la cabeza mientras esperan para embarcar.
No son pocos los que llegan ya contentos, achispados, jacarandosos, a la cola. La fiesta, ésa cuyo Shangri-La persiguen en Ibiza, ha comenzado horas antes. Propiciada por la situaci?n del aeropuerto de Manchester. La mala fama de sus controles de seguridad es hist?rica. Las propias aerol?neas recomiendan a los pasajeros llegar tres y hasta cuatro horas antes del vuelo si no quieren quedarse en tierra, retenidos en la laber?ntica serpiente humana antes de los esc?neres. Soluci?n: llegar con suficiente tiempo al aeropuerto. Horas y horas antes. Horas y horas de preparty. Pinta tras pinta en el macropub de la terminal 1, champ?n tras champ?n en el caso de las numerosas despedidas de soltera que salpican el local. De camino a la puerta de embarque, algunos hacen acopio de ginebra, whisky, bourbon y vodka en la duty free. El tintineo del entrechocar de las botellas acompa?a sus pasos, trastabillantes, los de los que han sucumbido ya de pleno al esp?ritu de sus vacaciones de alcohol y sol. Litros de alcohol corren por sus venas.
Los Nengs de Manchestefa
El chumba chumba resuena en la escalera en la que esperan los pasajeros para entrar en el avi?n, que se dividen entre los que se suman a la fiesta con gritos y v?tores y los que se miran con cara de circunstancias, temiendo que la fiesta se les vaya de las manos. El personal de tierra ni se inmuta. Pasa junto al ejército de Nengs de Manchestefa como si nada. Lo mismo que las azafatas y la sobrecargo del avi?n.
Es esta ?ltima, sin embargo, quien les llama la atenci?n, a través de la megafon?a, minutos m?s tarde, por los gestos obscenos que realizan mientras uno de los azafatos ofrece las indicaciones de seguridad. La m?sica sigue. M?s de una , de hecho. Cada grupito, aunque sea por lo bajini, escucha sus temas favoritos, los que esperan bailar en apenas unas horas. Suenan también los chasquidos de las c?maras de fotos. Es la hora de los selfies. #WeregoingtoIbiza. En las cerca de dos horas y media que dura el vuelo Manchester-Ibiza no hay ni un minuto de silencio. Ni de calma. Hay gritos. Hay v?tores. Hay m?sica. Hay risas. La fiesta est? en la cola para el ba?o, en la que se concentran hasta una docena de personas. Y en los asientos, en los que muchos viajan de rodillas, girados hacia atr?s, hablando con sus colegas, ubicados (cosas de la asignaci?n aleatoria), varias filas atr?s. Algunos, a pesar del jaleo, duermen. Roncan. Hay que coger fuerzas. La noche ibicenca se prevé largu?sima. Algunas aprovechan el no pretendido hilo musical para bailar, dando botes en las butacas y levantando los brazos.
Cervezas agotadas a bordo
Los carritos de bebidas no dan abasto. Vuelan la cerveza, la sidra, el vino, el prosecco, la ginebra... Se agotan antes de que acaben de recorrer el pasillo, una labor tit?nica. Hay tantos pedidos que avanzan a paso de tortuga. Los primeros en pedir se han acabado ya varias botellas (los decibelios lo constatan) mientras para los ?ltimos s?lo quedan un par de zumos de naranja. Ni en sus peores pesadillas.
El aterrizaje casi pilla a la tripulaci?n acabando de recoger la basura. Dos horas y media de vuelo son pocas para servir a un pasaje sediento de fiesta. Los nervios, la cercan?a de estar, casi, en el para?so de la fiesta, se notan en el ambiente. Unas se quitan los rulos (s?, viajan con ellos puestos) a toda prisa. Otras se atusan las hiperb?licas pesta?as postizas. Muchos se ponen de nuevo las bambas. Regresan la m?sica, los gritos, las risas y las palmas cuando el avi?n toca tierra. Es la propia sobrecargo la que celebra la llegada, animando a los pasajeros a cantar y bailar. "Wow! We’re going to Ibizaaaaaa... Wow! Back to the islaaaaand... Wow! We’re gonna have a party..."!.
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