الريــم
06-26-2023, 06:06 PM
Hay quien dice que el valor de Yayoi Kusama es equivalente a un parque tem?tico multicolor y psicodélico que no produce la menor mella en la sensibilidad del espectador. Otros sostienen todo lo contrario, que bajo esa apariencia ‘happy flower’ que teje redes de puntos hasta el infinito se esconde una existencia torturada y una mirada obsesiva, un ep?tome de nuestra vida contempor?nea brillante en las redes sociales pero neblinosa en la feroz realidad. La artista japonesa de 94 a?os, que vive desde hace m?s 45 recluida voluntariamente en un psiqui?trico, solo era conocida por quienes recordaban su paso intenso pero después borrado por el Nueva York en los a?os 60. En poco m?s de una década se ha convertido en un fen?meno global tanto en cotizaci?n comercial como -sobre todo y aupada por las redes sociales- en el favor del p?blico.
Kusama es hoy una marca en s? misma. De ah? que su ic?nica figura con peluca roja haya sido utilizada como un mu?eco de falla gigantesco el pasado marzo en el edificio de Louis Vuitton en Par?s, mientras que en Londres, Tokio y Nueva York se construyeron sendos robots con su apariencia.
https://uc-4u.com/clip/8ec33d76-21cc-4696-b9e2-1ffe2ec05892_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg El momento de la regeneraci?n (The Moment of Regeneration), 2004 | YAYOI KUSAMA
Popularidad global
Los grandes espacios expositivos saben que Kusama les asegurar? un éxito abrumador entre visitantes no particularmente interesados por el arte. Cinco millones de personas han visitado sus exposiciones en los ?ltimos a?os. Su poder de llamada es impactante. En los museos que acog?an sus obras en Nueva York, Washington o Londres se pod?a hacer una cola de varias horas para acceder a su particular mundo de perspectivas infinitas con un tiempo restringido, en algunos casos poco m?s de medio minuto.
https://uc-4u.com/clip/4b31c0cf-94c9-4827-b09c-7fac0b710843_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Auto-obliteraci?n (Self-Obliteration), 1966–1974 Pintura sobre maniqu?es, mesa, sillas, pelucas, bolso, tazas, platos, cenicero, jarra, plantas de pl?stico, flores de pl?stico, frutas de pl?stico | YAYOI KUSAMA
No ser? el caso del Museo Guggenheim de Bilbao que desde este martes y hasta el 8 de octubre acoger? la exposici?n ‘Yayoi Kusama, desde 1945 hasta hoy’, una retrospectiva que sigue toda su obra a través de pinturas, dibujos, esculturas, instalaciones y material de archivo que documentan sus ‘happenings’ y performances, no a través de un recorrido cronol?gico sino a lo largo de sus obsesiones tem?ticas: la acumulaci?n, el radicalismo de los a?os 60, la idea de lo bioc?smico, la muerte y el positivismo colorista y vital de sus ?ltimos a?os.
Organizada por el nov?simo museo M+ de Hong Kong, que precisamente abri? sus puertas en noviembre del 2021 con esta exposici?n comisariada por Doryum Chong y Mika Yoshitake, Bilbao ser? la ?nica escala en su itinerancia para lo cual se ha incorporado Luc?a Agirre en la curator?a. “Esta es sin duda, la muestra definitiva porque incluye 11 piezas muy recientes, realizadas durante la pandemia, que la artista no hab?a compartido con el p?blico”, explica Chong. A la vez que Agirre establece su intenci?n profunda: “Queremos ahondar en su obra, entre otras cosas para hacer justicia por no haber sido suficientemente reconocida y para reivindicar su importancia hist?rica”.
Lunares ingenuos e inquietantes
La historia de Kusama, a modo de Van Gogh pop, lo tiene todo narrativamente para dejar honda huella en quien la conozca y de hecho, corre el riesgo de hacer que su vida parezca m?s fascinante a?n que su trabajo. La artista naci? en un familia pudiente en el Jap?n rural dedicada al cultivo de flores cuyo arreglo es una de las grandes tradiciones del pa?s, los ikebana. Armada de papel y l?pices, la peque?a, solitaria por naturaleza, se trasladaba a los campos y all? un d?a, como si se tratase de un cap?tulo de ‘Alicia en el pa?s de las maravillas’, sinti? como las flores se agolpaban y le hablaban.
https://uc-4u.com/clip/f265fd07-081c-42a1-9914-2f6377d2c1ca_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Calabazas (Pumpkins), 1998–2000. | YAYOI KUSAMA
También lo hicieron las calabazas, que hoy convertidas en esculturas alcanzan el medio mill?n de euros en el mercado. Hubo m?s alucinaciones: otra vez en los cantos rodados del r?o que pasaba cerca de su casa crey? ver el sol, la luna y las estrella convertidas en puntos, una fuga obsesiva del universo. De hecho, los lunares -en japonés, ‘mesotama’, gotas de agua- son una de las figuras m?s distintivas de su obra. Inocentes en apariencia pero a la vez inquietantes. “Nuestra Tierra es solo un lunar entre los millones de estrellas del cosmos. Los lunares son un camino al infinito”.
Ten?a 28 a?os en 1957 cuando lleg? a la escena art?stica neoyorquina, en un viaje que también supon?a dejar atr?s la represora sociedad japonesa para con las mujeres. Seg?n recuerda en sus memorias sobreviv?a rescatando cabezas de pescado arrojadas a la basura que herv?a para hacerse sopa. En ese mismo libro también acusa a Andy Warhol y Claes Oldenburg de haberse apropiado de sus ideas y haber logrado con ello su invisibilidad durante tantos a?os. Ser racializada y mujer no era una buena tarjeta de presentaci?n por entonces, ni siquiera en Nueva York, la cuna de la modernidad.
https://uc-4u.com/clip/d0e5f562-1de1-4223-8cea-033a3fc0990d_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Sala de espejos del infinito – Un deseo de felicidad humana llamando desde m?s all? del Universo | CORTES?A DE OTA FINE ARTS
Pintar los cuerpos
Pero ella no cejaba en su empe?o utilizando a los medios de comunicaci?n y convirtiendo en espect?culo sus creaciones de una forma no muy alejada a la de Warhol. Al igual que él, deseaba algo m?s de 15 minutos de fama. As? se pase? por uno de los barrios m?s chungos de Nueva York vestida de geisha, vendi? personalmente a dos d?lares cada una 1.500 bolas reflectantes en la Biennal de Venecia y pint? repetidamente en las fiestas de la gran manzana sobre los cuerpos desnudos de todo aquel que se atreviera sus caracter?sticos lunares. Eran los tiempos de las manifestaciones anti Vietnam en las que también particip?. Sin embargo ese af?n publicitario y comercial que fue la rampa de lanzamiento del autor de las ‘Latas de sopa Campbell’ a ella le pas? factura y la hundi? en el olvido.
En los 70 decidi? volver a su pa?s. Muri? su compa?ero el artista pl?stico Joseph Cornell, lo m?s parecido a un pareja que haya tenido en su vida, quiz? porque, como lleg? a decir, a ninguno de los dos les gustaba el sexo. También regresaron sus alucinaciones infantiles y en el 77, ya en Tokio, ella misma ingres? en el hospital psiqui?trico en el que pasar?a el resto de su vida y que, aunque en régimen abierto, permiti? que pudiera expresarse art?sticamente. Eso, asegura en las escasas entrevistas a las que se ha prestado, ha salvado su vida.
Hoy a los 94 a?os sigue trabajando aunque la pandemia le haya obligado a centrarse en obras de peque?o formato al no poder desplazarse a su taller a dos calles del centro médico donde trabajaba en piezas de mayor tama?o. Puede decirse que no ha dejado de crear a lo largo de siete décadas. “A diferencia de otros artistas, ella siempre ha hablado de sus problemas de salud mental y ha hecho de ellos una fortaleza”, precisa Chong.
En su reclusi?n creativa, Kusama vive muy austeramente y llega incluso a hacerse su propia ropa. La paradoja es que el negocio que genera su obra, promovido por un equipo que trabaja en Nueva York, Tokio y Londres, es incalculable. Hoy es una de las mujeres artistas m?s cotizadas tras haber alcanzado una obra suya los 10 millones y medio de d?lares. La artista es también un misterio que encierra una infatigable alegr?a de vivir, no exenta de sentido del humor, como testimonia la ‘Habitaci?n con espejos del infinito’, una instalaci?n inmersiva solo expuesta en el Museo Yayoi Kusama de Tokio, que traslada aqu? en Bilbao al visitante a un mundo alucinatorio donde se puede sentir el vértigo del universo y a la vez la fuerza de la vida que propugna la autora.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/lunares-cosmicos-infinitos-yayoi-kusama-89157622)
Kusama es hoy una marca en s? misma. De ah? que su ic?nica figura con peluca roja haya sido utilizada como un mu?eco de falla gigantesco el pasado marzo en el edificio de Louis Vuitton en Par?s, mientras que en Londres, Tokio y Nueva York se construyeron sendos robots con su apariencia.
https://uc-4u.com/clip/8ec33d76-21cc-4696-b9e2-1ffe2ec05892_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg El momento de la regeneraci?n (The Moment of Regeneration), 2004 | YAYOI KUSAMA
Popularidad global
Los grandes espacios expositivos saben que Kusama les asegurar? un éxito abrumador entre visitantes no particularmente interesados por el arte. Cinco millones de personas han visitado sus exposiciones en los ?ltimos a?os. Su poder de llamada es impactante. En los museos que acog?an sus obras en Nueva York, Washington o Londres se pod?a hacer una cola de varias horas para acceder a su particular mundo de perspectivas infinitas con un tiempo restringido, en algunos casos poco m?s de medio minuto.
https://uc-4u.com/clip/4b31c0cf-94c9-4827-b09c-7fac0b710843_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Auto-obliteraci?n (Self-Obliteration), 1966–1974 Pintura sobre maniqu?es, mesa, sillas, pelucas, bolso, tazas, platos, cenicero, jarra, plantas de pl?stico, flores de pl?stico, frutas de pl?stico | YAYOI KUSAMA
No ser? el caso del Museo Guggenheim de Bilbao que desde este martes y hasta el 8 de octubre acoger? la exposici?n ‘Yayoi Kusama, desde 1945 hasta hoy’, una retrospectiva que sigue toda su obra a través de pinturas, dibujos, esculturas, instalaciones y material de archivo que documentan sus ‘happenings’ y performances, no a través de un recorrido cronol?gico sino a lo largo de sus obsesiones tem?ticas: la acumulaci?n, el radicalismo de los a?os 60, la idea de lo bioc?smico, la muerte y el positivismo colorista y vital de sus ?ltimos a?os.
Organizada por el nov?simo museo M+ de Hong Kong, que precisamente abri? sus puertas en noviembre del 2021 con esta exposici?n comisariada por Doryum Chong y Mika Yoshitake, Bilbao ser? la ?nica escala en su itinerancia para lo cual se ha incorporado Luc?a Agirre en la curator?a. “Esta es sin duda, la muestra definitiva porque incluye 11 piezas muy recientes, realizadas durante la pandemia, que la artista no hab?a compartido con el p?blico”, explica Chong. A la vez que Agirre establece su intenci?n profunda: “Queremos ahondar en su obra, entre otras cosas para hacer justicia por no haber sido suficientemente reconocida y para reivindicar su importancia hist?rica”.
Lunares ingenuos e inquietantes
La historia de Kusama, a modo de Van Gogh pop, lo tiene todo narrativamente para dejar honda huella en quien la conozca y de hecho, corre el riesgo de hacer que su vida parezca m?s fascinante a?n que su trabajo. La artista naci? en un familia pudiente en el Jap?n rural dedicada al cultivo de flores cuyo arreglo es una de las grandes tradiciones del pa?s, los ikebana. Armada de papel y l?pices, la peque?a, solitaria por naturaleza, se trasladaba a los campos y all? un d?a, como si se tratase de un cap?tulo de ‘Alicia en el pa?s de las maravillas’, sinti? como las flores se agolpaban y le hablaban.
https://uc-4u.com/clip/f265fd07-081c-42a1-9914-2f6377d2c1ca_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Calabazas (Pumpkins), 1998–2000. | YAYOI KUSAMA
También lo hicieron las calabazas, que hoy convertidas en esculturas alcanzan el medio mill?n de euros en el mercado. Hubo m?s alucinaciones: otra vez en los cantos rodados del r?o que pasaba cerca de su casa crey? ver el sol, la luna y las estrella convertidas en puntos, una fuga obsesiva del universo. De hecho, los lunares -en japonés, ‘mesotama’, gotas de agua- son una de las figuras m?s distintivas de su obra. Inocentes en apariencia pero a la vez inquietantes. “Nuestra Tierra es solo un lunar entre los millones de estrellas del cosmos. Los lunares son un camino al infinito”.
Ten?a 28 a?os en 1957 cuando lleg? a la escena art?stica neoyorquina, en un viaje que también supon?a dejar atr?s la represora sociedad japonesa para con las mujeres. Seg?n recuerda en sus memorias sobreviv?a rescatando cabezas de pescado arrojadas a la basura que herv?a para hacerse sopa. En ese mismo libro también acusa a Andy Warhol y Claes Oldenburg de haberse apropiado de sus ideas y haber logrado con ello su invisibilidad durante tantos a?os. Ser racializada y mujer no era una buena tarjeta de presentaci?n por entonces, ni siquiera en Nueva York, la cuna de la modernidad.
https://uc-4u.com/clip/d0e5f562-1de1-4223-8cea-033a3fc0990d_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Sala de espejos del infinito – Un deseo de felicidad humana llamando desde m?s all? del Universo | CORTES?A DE OTA FINE ARTS
Pintar los cuerpos
Pero ella no cejaba en su empe?o utilizando a los medios de comunicaci?n y convirtiendo en espect?culo sus creaciones de una forma no muy alejada a la de Warhol. Al igual que él, deseaba algo m?s de 15 minutos de fama. As? se pase? por uno de los barrios m?s chungos de Nueva York vestida de geisha, vendi? personalmente a dos d?lares cada una 1.500 bolas reflectantes en la Biennal de Venecia y pint? repetidamente en las fiestas de la gran manzana sobre los cuerpos desnudos de todo aquel que se atreviera sus caracter?sticos lunares. Eran los tiempos de las manifestaciones anti Vietnam en las que también particip?. Sin embargo ese af?n publicitario y comercial que fue la rampa de lanzamiento del autor de las ‘Latas de sopa Campbell’ a ella le pas? factura y la hundi? en el olvido.
En los 70 decidi? volver a su pa?s. Muri? su compa?ero el artista pl?stico Joseph Cornell, lo m?s parecido a un pareja que haya tenido en su vida, quiz? porque, como lleg? a decir, a ninguno de los dos les gustaba el sexo. También regresaron sus alucinaciones infantiles y en el 77, ya en Tokio, ella misma ingres? en el hospital psiqui?trico en el que pasar?a el resto de su vida y que, aunque en régimen abierto, permiti? que pudiera expresarse art?sticamente. Eso, asegura en las escasas entrevistas a las que se ha prestado, ha salvado su vida.
Hoy a los 94 a?os sigue trabajando aunque la pandemia le haya obligado a centrarse en obras de peque?o formato al no poder desplazarse a su taller a dos calles del centro médico donde trabajaba en piezas de mayor tama?o. Puede decirse que no ha dejado de crear a lo largo de siete décadas. “A diferencia de otros artistas, ella siempre ha hablado de sus problemas de salud mental y ha hecho de ellos una fortaleza”, precisa Chong.
En su reclusi?n creativa, Kusama vive muy austeramente y llega incluso a hacerse su propia ropa. La paradoja es que el negocio que genera su obra, promovido por un equipo que trabaja en Nueva York, Tokio y Londres, es incalculable. Hoy es una de las mujeres artistas m?s cotizadas tras haber alcanzado una obra suya los 10 millones y medio de d?lares. La artista es también un misterio que encierra una infatigable alegr?a de vivir, no exenta de sentido del humor, como testimonia la ‘Habitaci?n con espejos del infinito’, una instalaci?n inmersiva solo expuesta en el Museo Yayoi Kusama de Tokio, que traslada aqu? en Bilbao al visitante a un mundo alucinatorio donde se puede sentir el vértigo del universo y a la vez la fuerza de la vida que propugna la autora.
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