الريــم
06-25-2023, 01:00 PM
En los 2000 una de las tribus urbanas imperantes eran los conocidos como cabezas rapadas. Seguidores de la ideolog?a nazi extendieron el miedo en las calles de muchas ciudades espa?olas, entre ellas Zaragoza, por agresiones a personas pertenecientes a colectivos vulnerables como los indigentes. Aquel a?o en la capital aragonesa fue asesinado a patadas Julio Jes?s Mill?n cuando dorm?a en un garaje del Camino de las Torres. Quien le mat? llevaba una botas y dijo que hab?an sido unos skins los autores cuando en realidad "era una persona normal que cometi? un crimen brutal". As? definieron los forenses y polic?as nacionales al joven Aitor Galindo que fue condenado a 20 a?os de prisi?n.
Julio Jes?s Mill?n era natural de Ateca, aunque viv?a desde hace muchos a?os en Zaragoza. Era habitual verle en la zona en la que apareci? muerto, donde muchos vecinos le conoc?an y le ten?an especial cari?o. Siempre iba cabizbajo, con ropa ra?da y una bolsa a la espalda. Pocos sab?an que estudi? Derecho en la Universidad de Zaragoza en una promoci?n de nombres destacables de la época como el expresidente del Parlamento Fernando ?lvarez Miranda; el expresidente de la DPZ Pedro Baringo; el expresidente de la sala segunda de la Audiencia de Zaragoza Rafael Oliete; los magistrados del Tribunal Supremo, Juli?n Serrano Puértolas y José Ignacio Giménez Fern?ndez, o el penalista José Antonio Ruiz Galbe, entre otros.
De repente decidi? elegir la bohemia como forma de vida y se apa?aba con una pensi?n de invalidez que su familia le consigui?. Jam?s ped?a limosna, ni se le ve?a beber alcohol. Fue tal la conmoci?n vecinal la que provoc? su muerte que el entonces Ayuntamiento de Zaragoza gobernado por el popular José Atarés se person? como acusaci?n en el caso.
A sus 78 a?os encontr? la muerte en la entrada al aparcamiento del n?mero 36-38 del Camino de las Torres en la que sol?a dormir todas las noches. Su cad?ver fue hallado sobre un gran charco de sangre por la Polic?a Local de Zaragoza. Seg?n la autopsia, Jes?s Mill?n ten?a grav?simas lesiones craneofaciales, con m?ltiples traumatismos, lo que le produjo una hemorragia cerebral. Asimismo, sufri? aplastamiento de la nariz, lo que hizo que el hombre muriera por asfixia al tragarse su propia sangre. No tuvo posibilidad de defenderse. Eran las 05.30 horas cuando un taxista dio la voz de alarma.
Pero su asesino, que hab?a estado de fiesta con los amigos y que hab?a bebido tanto que dio cuatro veces m?s de alcohol que la tasa permitida para conducir, no se hab?a ido muy lejos. El veintea?ero Aitor Galindo estaba en las inmediaciones con los pantalones y las botas ensangrentadas. No hab?a ninguna duda de que era el principal sospechoso, m?s a?n cuando no era la primera vez que la Polic?a Local le ve?a junto a la v?ctima esa misma noche.
Ante los agentes locales asegur? que él dio aviso a la Polic?a Local y que fueron unos cabezas rapadas los que golpearon insistentemente al indigente en la cabeza y se dieron a la fuga antes de que llegara la Polic?a Local
Media hora antes la sala del 092 hab?a recibido una llamada que les advert?a de la existencia de una persona que pod?a encontrarse enferma en el Camino de las Torres. En esa primera intervenci?n, los agentes locales se encontraron a Mill?n con araza?os en la cara y lesiones leves, queriéndole trasladar a un centro hospitalario, pero este se neg?. Dijo que se encontraba bien y que tampoco quer?a ir a la comisar?a a interponer ninguna denuncia. Sin embargo, los funcionarios se percataron que en las proximidades se encontraba un joven. Result? ser Aitor Galindo.
Ante los agentes locales asegur? que él dio aviso a la Polic?a Local y que "fueron unos cabezas rapadas los que golpearon insistentemente al indigente en la cabeza y se dieron a la fuga antes de que llegara la Polic?a Local". Incluso lleg? a decir que las manchas de sangre de las botas respond?an a que se agach? a socorrer al anciano. Curiosamente le dol?a una mu?eca y la rodilla derecha, siendo necesario su traslado al hospital Cl?nico Lozano Blesa de Zaragoza. Pese a su versi?n eran tales los indicios que ingres? provisionalmente en prisi?n.
Estuvo dos a?os en la c?rcel y el 31 de enero fue juzgado con un tribunal popular en la Audiencia Provincial de Zaragoza. Ante el jurado, Galindo asegur? que fue sometido "a una especie de tortura psicol?gica para que me confesara autor de los hechos". "Solo quise ayudar a la v?ctima y me encontré con una acusaci?n de asesinato", destac?, mientras a?adi?: "No ten?a ning?n motivo para odiar ni matar al mendigo".
Pero las pruebas dec?an lo contrario. Los agentes del Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Polic?a de Arag?n aseguraron que solo encontraron huellas de Galindo junto al cad?ver, que nadie vio cabezas rapadas por la zona y que su declaraci?n estaba plagada de incoherencias y contradicciones. Los padres del joven, por su parte, dijeron que Aitor Galindo "nunca hab?a sido violento". "Era un chico normal como cualquier joven, con sus amigos y sus preocupaciones, pero nunca hab?a creado problemas en casa".
Galindo asegur? que fue sometido "a una especie de tortura psicol?gica para que me confesara autor de los hechos". "Solo quise ayudar a la v?ctima y me encontré con una acusaci?n de asesinato", destac?.
El juicio tuvo varias sesiones y una de ellas trat? en intentar saber por qué lo pudo hacer. Psic?logos y forenses coincidieron en asegurar que "no hace falta ser un enfermo mental para cometer una agresi?n grave como un homicidio. Personas normales pueden cometer actos de todo tipo en un momento dado". Destacaron que Galindo responde al perfil de un joven de hoy. Hijo de padres separados que mantienen relaciones cordiales y que se han volcado en apoyarlo. Tampoco ten?a antecedentes policiales ni penales y destacaron que su "actitud evasiva y escasa respuesta emocional ante los graves hechos de los que se le acusa, ni lloros ni nervios, aunque esto puede ser un mecanismo de defensa". "Presenta una imagen favorable, adecuada y correcta, tal vez es un intento de que parezca mejor de lo que es", a?adieron los especialistas.
Esta normalidad fue la principal baza del abogado defensor, el fallecido Javier Notivoli, si bien para el fiscal Carmelo Quintana todo respond?a a la mentira. De ah? que llegara a solicitar 25 a?os de prisi?n. Finalmente fue condenado a 20 a?os. Hubo varios recursos, pero al final el Tribunal Supremo acab? ratificando la pena.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sucesos/galindo-joven-mato-mendigo-inculpo-89115261)
Julio Jes?s Mill?n era natural de Ateca, aunque viv?a desde hace muchos a?os en Zaragoza. Era habitual verle en la zona en la que apareci? muerto, donde muchos vecinos le conoc?an y le ten?an especial cari?o. Siempre iba cabizbajo, con ropa ra?da y una bolsa a la espalda. Pocos sab?an que estudi? Derecho en la Universidad de Zaragoza en una promoci?n de nombres destacables de la época como el expresidente del Parlamento Fernando ?lvarez Miranda; el expresidente de la DPZ Pedro Baringo; el expresidente de la sala segunda de la Audiencia de Zaragoza Rafael Oliete; los magistrados del Tribunal Supremo, Juli?n Serrano Puértolas y José Ignacio Giménez Fern?ndez, o el penalista José Antonio Ruiz Galbe, entre otros.
De repente decidi? elegir la bohemia como forma de vida y se apa?aba con una pensi?n de invalidez que su familia le consigui?. Jam?s ped?a limosna, ni se le ve?a beber alcohol. Fue tal la conmoci?n vecinal la que provoc? su muerte que el entonces Ayuntamiento de Zaragoza gobernado por el popular José Atarés se person? como acusaci?n en el caso.
A sus 78 a?os encontr? la muerte en la entrada al aparcamiento del n?mero 36-38 del Camino de las Torres en la que sol?a dormir todas las noches. Su cad?ver fue hallado sobre un gran charco de sangre por la Polic?a Local de Zaragoza. Seg?n la autopsia, Jes?s Mill?n ten?a grav?simas lesiones craneofaciales, con m?ltiples traumatismos, lo que le produjo una hemorragia cerebral. Asimismo, sufri? aplastamiento de la nariz, lo que hizo que el hombre muriera por asfixia al tragarse su propia sangre. No tuvo posibilidad de defenderse. Eran las 05.30 horas cuando un taxista dio la voz de alarma.
Pero su asesino, que hab?a estado de fiesta con los amigos y que hab?a bebido tanto que dio cuatro veces m?s de alcohol que la tasa permitida para conducir, no se hab?a ido muy lejos. El veintea?ero Aitor Galindo estaba en las inmediaciones con los pantalones y las botas ensangrentadas. No hab?a ninguna duda de que era el principal sospechoso, m?s a?n cuando no era la primera vez que la Polic?a Local le ve?a junto a la v?ctima esa misma noche.
Ante los agentes locales asegur? que él dio aviso a la Polic?a Local y que fueron unos cabezas rapadas los que golpearon insistentemente al indigente en la cabeza y se dieron a la fuga antes de que llegara la Polic?a Local
Media hora antes la sala del 092 hab?a recibido una llamada que les advert?a de la existencia de una persona que pod?a encontrarse enferma en el Camino de las Torres. En esa primera intervenci?n, los agentes locales se encontraron a Mill?n con araza?os en la cara y lesiones leves, queriéndole trasladar a un centro hospitalario, pero este se neg?. Dijo que se encontraba bien y que tampoco quer?a ir a la comisar?a a interponer ninguna denuncia. Sin embargo, los funcionarios se percataron que en las proximidades se encontraba un joven. Result? ser Aitor Galindo.
Ante los agentes locales asegur? que él dio aviso a la Polic?a Local y que "fueron unos cabezas rapadas los que golpearon insistentemente al indigente en la cabeza y se dieron a la fuga antes de que llegara la Polic?a Local". Incluso lleg? a decir que las manchas de sangre de las botas respond?an a que se agach? a socorrer al anciano. Curiosamente le dol?a una mu?eca y la rodilla derecha, siendo necesario su traslado al hospital Cl?nico Lozano Blesa de Zaragoza. Pese a su versi?n eran tales los indicios que ingres? provisionalmente en prisi?n.
Estuvo dos a?os en la c?rcel y el 31 de enero fue juzgado con un tribunal popular en la Audiencia Provincial de Zaragoza. Ante el jurado, Galindo asegur? que fue sometido "a una especie de tortura psicol?gica para que me confesara autor de los hechos". "Solo quise ayudar a la v?ctima y me encontré con una acusaci?n de asesinato", destac?, mientras a?adi?: "No ten?a ning?n motivo para odiar ni matar al mendigo".
Pero las pruebas dec?an lo contrario. Los agentes del Grupo de Homicidios de la Jefatura Superior de Polic?a de Arag?n aseguraron que solo encontraron huellas de Galindo junto al cad?ver, que nadie vio cabezas rapadas por la zona y que su declaraci?n estaba plagada de incoherencias y contradicciones. Los padres del joven, por su parte, dijeron que Aitor Galindo "nunca hab?a sido violento". "Era un chico normal como cualquier joven, con sus amigos y sus preocupaciones, pero nunca hab?a creado problemas en casa".
Galindo asegur? que fue sometido "a una especie de tortura psicol?gica para que me confesara autor de los hechos". "Solo quise ayudar a la v?ctima y me encontré con una acusaci?n de asesinato", destac?.
El juicio tuvo varias sesiones y una de ellas trat? en intentar saber por qué lo pudo hacer. Psic?logos y forenses coincidieron en asegurar que "no hace falta ser un enfermo mental para cometer una agresi?n grave como un homicidio. Personas normales pueden cometer actos de todo tipo en un momento dado". Destacaron que Galindo responde al perfil de un joven de hoy. Hijo de padres separados que mantienen relaciones cordiales y que se han volcado en apoyarlo. Tampoco ten?a antecedentes policiales ni penales y destacaron que su "actitud evasiva y escasa respuesta emocional ante los graves hechos de los que se le acusa, ni lloros ni nervios, aunque esto puede ser un mecanismo de defensa". "Presenta una imagen favorable, adecuada y correcta, tal vez es un intento de que parezca mejor de lo que es", a?adieron los especialistas.
Esta normalidad fue la principal baza del abogado defensor, el fallecido Javier Notivoli, si bien para el fiscal Carmelo Quintana todo respond?a a la mentira. De ah? que llegara a solicitar 25 a?os de prisi?n. Finalmente fue condenado a 20 a?os. Hubo varios recursos, pero al final el Tribunal Supremo acab? ratificando la pena.
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