الريــم
06-07-2023, 05:30 PM
El pasado mes de septiembre, cuando gan? el Premio Especial del Jurado en la Mostra de Venecia gracias a la extraordinaria pel?cula que ahora llega a Espa?a, ‘Los osos no existen’, Jafar Panahi no recogi? el galard?n personalmente. Ten?a un motivo de peso: llevaba 52 d?as entre rejas, acusado de colaborar con grupos opositores a la autoridad del Ayatol? Al? Jamenei para socavar la seguridad del Estado iran?.
Hab?a sido recluido el 11 de julio en la misma prisi?n -la de Evin, en Teher?n, lugar de encierro habitual para presos pol?ticos- frente a la que fue detenido manifest?ndose contra el encarcelamiento de sus colegas los cineastas Mohammad Rasoulof y Mostafa Aleahmad, enviados all? tres d?as antes también por alzar la voz. Casi siete meses después, el pasado 1 de febrero, Panahi inici? una huelga de hambre, e hizo una declaraci?n p?blica -a través de las cuentas de Instagram de su esposa y su hijo- en la que aseguraba hacerlo en se?al de protesta por el tratamiento "ilegal e inhumano" recibido de parte de las fuerzas judiciales y de seguridad de la Rep?blica Isl?mica. “Seguiré as? hasta que mi cuerpo, quiz?s sin vida, sea sacado de la c?rcel”. Fue puesto en libertad dos d?as después, pero probablemente siga sin sentirse libre.
Seg?n las autoridades del pa?s, meter a Panahi en prisi?n supon?a ejecutar la condena que le hab?a sido impuesta a finales de 2010, cuando él ya era un cineasta aclamado internacionalmente y considerado un serio peligro en su casa; a lo largo de la década anterior, después de todo, se hab?a erigido en azote de la tir?nica teocracia iran? gracias a ficciones como ‘El c?rculo’ (2000), apabullante denuncia sobre la situaci?n vivida all? por de las mujeres que le proporcion? el Le?n de Oro en la Mostra de Venecia, y ‘Fuera de juego’ (2006), ataque a la ley que prohibe p?blico femenino en los eventos deportivos y s?tira contra la l?gica dist?pica que rige la vida en el pa?s.
Aquel a?o, probablemente a causa de su apoyo p?blico al candidato presidencial Mir Hosein Musav? y el movimiento social conocido como Revoluci?n Verde, fue declarado culpable de atentar contra la seguridad nacional y producir propaganda contra el régimen isl?mico, y condenado no solo a seis a?os de c?rcel sino también a 20 de prohibici?n de hacer pel?culas, escribir guiones y viajar al extranjero. "Ustedes no solo me est?n condenando a m? sino a todo el cine de Ir?n, un cine que no se rinde al poder o el dinero, sino que trata de reflejar con honestidad la sociedad que lo inspira, de reflejar el malestar del pueblo y llegar a la humanidad”, declar? antes de ser sentenciado.
Actualmente el Tribunal Supremo del pa?s considera que la sentencia a prisi?n lleva varios a?os prescrita, pero los servicios de seguridad se niegan a reconocer esa decisi?n.
No es un caso aislado
Por supuesto, el de Panahi no es un caso aislado. De hecho, la libertad de expresi?n de los artistas de Ir?n est? coartada desde que la Revoluci?n Isl?mica de 1979 instaur? all? un régimen fundamentalista seg?n el que los intelectuales son, por definici?n, sospechosos de propagar los nocivos valores de Occidente.
Como todo gobierno dictatorial, el de Teher?n necesita de la obediencia ciega del pueblo para su buen funcionamiento, y por eso tanto el arte -que estimula el pensamiento cr?tico- como quienes lo crean son el enemigo. Los cineastas se han acostumbrado a tener que elegir entre ser perseguidos, aceptar la tijera de los censores o, en el caso de figuras tan reconocidas como Mohsen Makhmalbaf o Bahman Ghobadi, optar por el exilio.
La m?s reciente campa?a emprendida por las autoridades del pa?s contra sus artistas tuvo lugar a finales del a?o pasado, como consecuencia de la violenta reacci?n a las protestas antigubernamentales provocadas por la muerte de Mahsa Amini; m?s de un centenar de miembros de la industria cinematogr?fica -entre ellos la famosa actriz Taraneh Alidoosti, protagonista de la oscarizada pel?cula de Asghar Farhadi ‘El viajante’ (2016)- fueron arrestados o inhabilitados.
En los ?ltimos 12 a?os, pese a la prohibici?n que sigue pesando sobre él, Panahi ha rodado de forma clandestina nada menos que cinco pel?culas, obras inclasificables e incre?blemente ingeniosas que cuestionan la naturaleza misma del cine y se nutren de las complejas circunstancias personales y sociales que determinaron su creaci?n.
Una de ellas, ‘Esto no es una pel?cula’ (2011), sali? de Ir?n rumbo al Festival de Cannes en un dispositivo USB oculto dentro de una tarta de frambuesa, como una lima enviada a un preso, y se desconocen los ingredientes del pastel dentro del que viaj? a la Berlinale otra de ellas, ‘Taxi Teher?n’ (2015), donde acab? ganando el Oso de Oro.
‘Los osos no existen’ es quiz? la m?s atrevida y m?s furiosa de todas ellas. Protagonizada por el propio cineasta en la piel de una versi?n semificticia de s? mismo y ambientada en un pueblo fronterizo que en realidad es bot?n de muestra de todo un pa?s -de sus primitivas tradiciones, sus absurdas supersticiones, su misoginia criminal-, funciona a modo de desafiante declaraci?n de intenciones por parte de un hombre que, mientras espera que la cancelaci?n de su sentencia sea oficialmente reconocida, podr?a volver a la c?rcel en cualquier momento: seguir? haciendo pel?culas, sea cual sea el precio a pagar por ellas.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/gente/jafar-panahi-azote-regimen-iran-88413819)
Hab?a sido recluido el 11 de julio en la misma prisi?n -la de Evin, en Teher?n, lugar de encierro habitual para presos pol?ticos- frente a la que fue detenido manifest?ndose contra el encarcelamiento de sus colegas los cineastas Mohammad Rasoulof y Mostafa Aleahmad, enviados all? tres d?as antes también por alzar la voz. Casi siete meses después, el pasado 1 de febrero, Panahi inici? una huelga de hambre, e hizo una declaraci?n p?blica -a través de las cuentas de Instagram de su esposa y su hijo- en la que aseguraba hacerlo en se?al de protesta por el tratamiento "ilegal e inhumano" recibido de parte de las fuerzas judiciales y de seguridad de la Rep?blica Isl?mica. “Seguiré as? hasta que mi cuerpo, quiz?s sin vida, sea sacado de la c?rcel”. Fue puesto en libertad dos d?as después, pero probablemente siga sin sentirse libre.
Seg?n las autoridades del pa?s, meter a Panahi en prisi?n supon?a ejecutar la condena que le hab?a sido impuesta a finales de 2010, cuando él ya era un cineasta aclamado internacionalmente y considerado un serio peligro en su casa; a lo largo de la década anterior, después de todo, se hab?a erigido en azote de la tir?nica teocracia iran? gracias a ficciones como ‘El c?rculo’ (2000), apabullante denuncia sobre la situaci?n vivida all? por de las mujeres que le proporcion? el Le?n de Oro en la Mostra de Venecia, y ‘Fuera de juego’ (2006), ataque a la ley que prohibe p?blico femenino en los eventos deportivos y s?tira contra la l?gica dist?pica que rige la vida en el pa?s.
Aquel a?o, probablemente a causa de su apoyo p?blico al candidato presidencial Mir Hosein Musav? y el movimiento social conocido como Revoluci?n Verde, fue declarado culpable de atentar contra la seguridad nacional y producir propaganda contra el régimen isl?mico, y condenado no solo a seis a?os de c?rcel sino también a 20 de prohibici?n de hacer pel?culas, escribir guiones y viajar al extranjero. "Ustedes no solo me est?n condenando a m? sino a todo el cine de Ir?n, un cine que no se rinde al poder o el dinero, sino que trata de reflejar con honestidad la sociedad que lo inspira, de reflejar el malestar del pueblo y llegar a la humanidad”, declar? antes de ser sentenciado.
Actualmente el Tribunal Supremo del pa?s considera que la sentencia a prisi?n lleva varios a?os prescrita, pero los servicios de seguridad se niegan a reconocer esa decisi?n.
No es un caso aislado
Por supuesto, el de Panahi no es un caso aislado. De hecho, la libertad de expresi?n de los artistas de Ir?n est? coartada desde que la Revoluci?n Isl?mica de 1979 instaur? all? un régimen fundamentalista seg?n el que los intelectuales son, por definici?n, sospechosos de propagar los nocivos valores de Occidente.
Como todo gobierno dictatorial, el de Teher?n necesita de la obediencia ciega del pueblo para su buen funcionamiento, y por eso tanto el arte -que estimula el pensamiento cr?tico- como quienes lo crean son el enemigo. Los cineastas se han acostumbrado a tener que elegir entre ser perseguidos, aceptar la tijera de los censores o, en el caso de figuras tan reconocidas como Mohsen Makhmalbaf o Bahman Ghobadi, optar por el exilio.
La m?s reciente campa?a emprendida por las autoridades del pa?s contra sus artistas tuvo lugar a finales del a?o pasado, como consecuencia de la violenta reacci?n a las protestas antigubernamentales provocadas por la muerte de Mahsa Amini; m?s de un centenar de miembros de la industria cinematogr?fica -entre ellos la famosa actriz Taraneh Alidoosti, protagonista de la oscarizada pel?cula de Asghar Farhadi ‘El viajante’ (2016)- fueron arrestados o inhabilitados.
En los ?ltimos 12 a?os, pese a la prohibici?n que sigue pesando sobre él, Panahi ha rodado de forma clandestina nada menos que cinco pel?culas, obras inclasificables e incre?blemente ingeniosas que cuestionan la naturaleza misma del cine y se nutren de las complejas circunstancias personales y sociales que determinaron su creaci?n.
Una de ellas, ‘Esto no es una pel?cula’ (2011), sali? de Ir?n rumbo al Festival de Cannes en un dispositivo USB oculto dentro de una tarta de frambuesa, como una lima enviada a un preso, y se desconocen los ingredientes del pastel dentro del que viaj? a la Berlinale otra de ellas, ‘Taxi Teher?n’ (2015), donde acab? ganando el Oso de Oro.
‘Los osos no existen’ es quiz? la m?s atrevida y m?s furiosa de todas ellas. Protagonizada por el propio cineasta en la piel de una versi?n semificticia de s? mismo y ambientada en un pueblo fronterizo que en realidad es bot?n de muestra de todo un pa?s -de sus primitivas tradiciones, sus absurdas supersticiones, su misoginia criminal-, funciona a modo de desafiante declaraci?n de intenciones por parte de un hombre que, mientras espera que la cancelaci?n de su sentencia sea oficialmente reconocida, podr?a volver a la c?rcel en cualquier momento: seguir? haciendo pel?culas, sea cual sea el precio a pagar por ellas.
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