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مشاهدة النسخة كاملة : Antonio Gala: "Mi vida es una vida absolutamente imbécil, contradictoria, m?ltiple, c


الريــم
05-28-2023, 02:36 PM
Se ha quedado muy delgado, y un aire l?nguido y mimoso, como de ni?o desvalido -que él fuerza teatralmente parodi?ndose a s? mismo-, acompa?a a una voz cansada que derrama en susurros. Pero esteAntonio Gala (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/muere-antonio-gala-92-anos-87991884)m?s fr?gil y m?s cercano de trato que nunca, como si la enfermedad que le quebranta el cuerpo hubiera caldeado m?s su coraz?n, conserva la mejor parte del Gala de siempre: la belleza de la expresi?n, algo dispersa ahora, el punzante sentido del humor y la brillantez de las ideas. Es como si el escritor hubiera hecho un pacto con la vida y la muerte, dispuesto a saborear la existencia y a resistir con quebradiza contumacia hasta el final.

Esta ma?ana de nuestro encuentro, por supuesto en la Fundaci?n de sus amores, Antonio Gala est? feliz. No solo por disfrutar de unos d?as de mayo en C?rdoba, ciudad a la que dice querer “de una manera definitiva, y la prueba de amor m?s grande que le he dado -proclama- es mi Fundaci?n, lo mejor que yo he hecho”. Adem?s hay otra cosa que le alegra el d?a, de agenda repleta que torea con soltura amparado en su mala salud de hierro, y es que el antiguo convento del Corpus Christi estrena la campana que le han regalado los Pr?ncipes de Asturias. “Se llama Felizia, por Felipe y Letizia, y lleva grabada la fecha de su boda -explica en el patio, se?alando la espada?a desde donde los toques llamar?n a cap?tulo a los pupilos-. Cuando el Pr?ncipe vino a los dos meses de la inauguraci?n vio que faltaba la campana y tom? nota. Las monjas se llevaron hasta las pilas del agua bendita que hab?a en las celdas”.

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PREGUNTA: ?C?mo est? usted? ?Se encuentra bien de salud?RESPUESTA: De salud muy mal; de memoria, perdida. Y hay muchas cosas que es bueno que se olviden, pero hay otras imprescindibles de recordar. No me acuerdo ni del nombre del gran poeta alem?n que dijo que Ronda era la ciudad serena. ?Te acuerdas de él?

P: Pues...R: ...Rilke, era Rilke.

P: M?s que desmemoriado, lo encuentro bromista esta ma?ana. ?Me va a tomar mucho el pelo?R: No, me ha venido luego (se excusa con sonrisa p?cara).

P: La ?ltima vez que lo entrevisté, con motivo de su ingreso en la Academia cordobesa como académico de honor, afirm? que no se gustaba nada, y que ten?a que enga?arse a s? mismo para creer que pod?a seguir dando de s?. Espero que haya remontado el vuelo.R: Ahora no me siento as?. La Fundaci?n me ha levantado. Ha influido en m?, es mi heredera universal y mi ?nico hijo. Pero es un hijo tan m?ltiple que me enriquece. La Fundaci?n est? hecha sobre un pedestal que es la fecundaci?n cruzada; en el sentido de que los escritores tienen que aprender de los pintores y los pintores de los escultores y todos de los m?sicos. Y se produce de una manera tan natural, hay una reciprocidad tan grande en la convivencia que est? siendo ya copiada. Va a haber otra fundaci?n en Portugal. Y va a haber otra en la C?rdoba argentina, que me adora, y donde me sucedi? una anécdota que cuento por primera vez. Era un momento crucial en Argentina, hab?an salido de la horrible opresi?n de los militares y estaban todav?a doloridos. Tuve que hablar en un estadio de f?tbol porque no se cab?a en la universidad, y al terminar o? un siseo, ssssoooo, ssssoooo. “?Pero qué dicen? ?Est?n disconformes?”. Y el rector me contest? que estaban diciendo: “Vos sos Dios”.

P: No cabe mayor consagraci?n de la palabra ni m?s adoraci?n.R: Ni m?s humillaci?n, porque yo sé lo que soy. Pero me di cuenta de que cuando se habla con el coraz?n son los corazones los que escuchan. Tenemos la obligaci?n de ser lo que somos y de dar todo lo que podamos. El proyecto de la humanidad -largo o corto, no depende de nosotros- es la solidaridad. Que todos nos sintamos iguales sea cual sea el color de nuestra piel y los estudios que hayamos hecho. Yo he cambiado tanto de estudios, Dios m?o...

Estamos sentados en el despacho a él reservado en la Fundaci?n, una estancia armoniosa con amplias estanter?as donde conviven amistosamente libros y fotograf?as de Gala con personajes importantes y amigos. Sobre la enorme mesa de trabajo, aparte de agua y un paquete de Marlboro, reposa el bast?n escogido para hoy por el escritor -que sin b?culo, m?s como amuleto que como apoyo, no va a ning?n sitio desde que era joven-. Este tiene por empu?adura una cabeza de le?n, tallada en una piedra llamada ojos de tigre, y perteneci? a Manolete. “Se lo hab?a tirado al ruedo un admirador en México -cuenta-, y Angustias me lo mand? con uno de los cu?ados una vez que me oy? hablar de C?rdoba en el programa de TVE 300 millones”.

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P: A parte de sus "troneras", ?qué escribe ahora??Concluy? la obra de teatro que iba a hacer para la actriz Amparo Bar??R: No. Me gustar?a escribir algo que ten?a pensado, que podr?a ser teatro o podr?a ser una novela muy acotada y con di?logos de teatro. Se llamar?a El lazarillo ciego, que es el amor, ese lazarillo al que si no seguimos nos equivocamos.

P: Muchos estar?an encantados con unas memorias suyas. Supieron a poco aquellas confidencias que titul?, hace doce a?os ya, Ahora hablaré de m?. ?Seguir? hablando de usted?R: El ?ltimo libro que voy a escribir, si lo escribo, que sea hablar de m? me produce una pena enorme. Mi vida es una vida absolutamente imbécil, casi todas las vidas lo son. Pero la m?a es una vida contradictoria, m?ltiple, casi no es mi vida. Mi vida era colaborar en la de los dem?s. Solo cuando hacemos la suma final nos damos cuenta de lo que hemos hecho. Y yo no he pensado en m? seriamente ni un solo momento, siempre he pensado en hacer feliz a alguien.

P: ?Al lazarillo ciego?R: S?, claro. Y al principio en hacer feliz a m? madre, que no lo consegu?. Y a mi padre, al que hice feliz y no me di cuenta -a?ade entristecido-. Somos como miopes, andamos a tientas y es bueno que andemos a tientas porque as? nos tocamos los unos a los otros. Y esa es la raz?n de la Fundaci?n, cada uno comenta lo que hace y los dem?s comentan lo que él hace, como en la Florencia renacentista. Pensar que Boticelli pusiera un restaurante con Leonardo es inveros?mil y, claro, fue un fracaso horroroso (r?e). Pero ellos se entendieron, qué importa que la comida del restaurante fuera mala.

Hablar del pasado de Antonio Gala -también de su presente, como demuestra siempre que puede- es hablar de C?rdoba, de esa C?rdoba de Gala reflejada en la compilaci?n de textos as? titulada en el 2003 por la profesora y académica Ana Padilla. Una C?rdoba amada en la distancia, que todo lo idealiza, desde Madrid o desde Alhaur?n de la Torre, donde pasa largas temporadas en su finca La Baltasara.

https://www.uc-4u.com/clip/f99e8ca4-54af-4cd4-aa97-78f9f52ed9c0_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Muere Antonio Gala a los 92 a?os | Agencias
P: ?C?mo era la C?rdoba de su infancia?R: De peque?o estaba el ama Amalia, que era C?rdoba para m?. Y estaba Cultura Espa?ola, enfrente del antiguo colegio de las Esclavas; eran los hermanos de La Salle los que llevaban el colegio y unos estaban m?s preparados que otros. Los curas eran partidarios de ponernos a pelear y echar pulsos. Yo era el primero, compitiendo con Antonio Garrote, hijo de un abogado del Estado, y él ten?a su grupo y yo el m?o. De manera misteriosa los grupos se juntaron hacia tercero de Bachillerato. Fue un curso excepcional en la historia del colegio.

P: ?Y qué m?s recuerda de la ciudad de entonces?R: Recuerdo que el ama me llevaba a los oficios de la Mezquita para que yo la viera. Ella me adivinaba mucho, y yo tengo mucho del ama. Luego me traicion? -denuncia con gesto compungido-. Me fui a vivir en Madrid a un apartamento, que hab?a sido del guionista Rafael Azcona y estaba en la primera casa de la calle Prim. Le ped? a mi madre que me cediera al ama, y el ama se vino conmigo. Pero un d?a me dijo: “Antonio, es que una a esta edad no se acostumbra a vivir a lo pobre”. Me pidi? que la dejara volver con mi madre. Y lloré tanto...

P: Por lo que cuenta, aquel apartamento deb?a de estar junto al Café Gij?n. ?Figuraba usted entre su famosa clientela?R: Nunca jam?s he estado entre su clientela. No me gustaba ver a la gente alardear de lo que estaba escribiendo; yo era un ser ?ntimo. Luego me he abierto a demasiada gente, pero entonces solo dejaba entrar en mi intimidad al ama. Y me traicion?. Pero te contaba que mi ama me llevaba de peque?o y yo le dec?a por ejemplo: “Tengo ganas de orinar” (finge una vocecita infantil). Y me sacaba despacito al Patio de los Naranjos. Yo me sal?a del acto religioso y me iba a las columnas, al sitio donde estaba lo ?rabe, porque me encontraba m?s libre.

P: Nunca habla de Brazatortas, donde vino al mundo. Y eso gusta tan poco a los de all? que en la casa donde naci? han colgado una placa con mucha guasa que dice: “Aqu? naci? el escritor cordobés Antonio Gala”.R: Yo es que no la conozco. Es que en Brazatortas te da la sensaci?n de que no has nacido m?s que para que te abofeteen (r?e). Reconozco, claro, que nac? all?, pero porque mi madre, una mujer muy guapa, se retiraba cuando estaba embarazada. Ahora hay una impudicia gozosa de estar embarazada. Pero a mi madre -piensa que yo era el pen?ltimo hijo de cinco- en realidad no le hac?a ninguna gracia estarlo.

P: Su padre estaba all? de médico, ?no?R: S?. Mi padre era un buen médico, pero no con vocaci?n de medicina. ?l hab?a empezado a hacer ingenier?a de caminos. Luego se alegr? de que mi hermano Santi fuera el primero de la primera promoci?n de ingenieros aeron?uticos. Todos tuvimos carreras buenas. La ?nica vez que mi padre me peg? una bofetada fue cuando, al acercarse a mi cama para felicitarme por el premio extraordinario que me hab?an dado en la rev?lida, le contesté: “?Y para eso me despiertas?”. Yo quer?a m?s a mi madre quiz? porque mi madre me quer?a menos a m?, me gustaba conquistar su amor. El primer poema que publiqué se llamaba Madre. Vi que al leérselo a mi madre se le saltaron las l?grimas a mi padre. No supe lo que mi padre me quer?a hasta que, con la cabeza perdida por el alzhéimer, me hablaba de m? a m? sin reconocerme ya. Sufr? tanto que me tuvieron que llevar a Fuente Pizarra a hacer una cura de sue?o.

P: ?C?mo eran las calles de su ni?ez?R: Se parec?an a las de ahora. Menos Claudio Marcelo, que era mi calle; ha venido a menos de una manera tremenda. Las tiendas est?n cerradas, me da mucha pena pasar por ah?. Toda C?rdoba pasaba por aquella Calle Nueva. Las procesiones... Ven?an los amigos a ver desde mis balcones la cabalgata de Reyes. Pap? ten?a la consulta en la planta baja, los mayores viv?an en la segunda y los ni?os viv?amos en la tercera. Un d?a nev? y yo, con seis a?os, hice una bolita de nieve y la tiré desde la azotea -que ten?a el lavadero por un sitio y p?jaros de perdiz de mi padre y palomas nuestras por otro-. Y mira qué punter?a que le dio a un guardia. Subi? el guardia y yo miré a mi hermana Dori, de 17 a?os entonces y tan absolutamente guapa que yo sab?a lo que iba a pasar: ni?o que mira a su hermana, guardia que entiende que la del pelotazo ha sido la chica y que comprende que a ese bellez?n no se le echa una bronca.

P: Pero hay que ver lo astuto que era usted ya de ni?o.R: Era autodefensivo, porque yo cre?a que todo el mundo me declaraba la guerra. Era tan feo... La gente llegaba a casa y le dec?a a mi madre: “Mar?a de la Adoraci?n, pero qué hijos m?s guapos tienes”. Dori, la primera; Luis, con los ojos grises tan hermosos; luego Santi Gala, Manolo Gala, que tengo una foto de él en mi mesilla de noche... Y al llegar a m? dec?an: “Bueno, este es mono también”. En aquella casa se?orial de estilo modernista, como tantas otras de la Calle Nueva, el padre de aquel ni?o retra?do ante cuya mirada nada escapaba se reun?a en tertulias con la flor y nata de la época, que entonces eran sobre todo flamencos y toreros. “Almorz?bamos los jueves con alg?n personaje interesante. Mi madre no asist?a -era de Segovia y sus costumbres eran castellanas-. Invitaba a cantaores, yo conoc? a Mairena con siete a?os”. Recuerda que un d?a fue Manolete, “que no iba a ning?n sitio”. “Yo le pregunté qué era lo m?s duro de una corrida. ‘Muchas cosas -respondi?-, el traje que te aprieta, el calor, la gente que chilla y el no saber por qué chilla. Pero lo m?s duro es que la gente de sol tampoco te esté comprendiendo’. Yo hab?a o?do decir que era como mudo, pero aquel d?a no par? de hablar”.

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P: Mencionaba antes a su hermano Luis, cuya muerte prematura tengo entendido que le marc?. ?Fue as??R: La muerte de Luis transform? la casa. Muri? en Madrid, estudiaba primero de Medicina y tuvo una meningitis. Era muy guapo y con una risa muy clara. Recuerdo verlo llorar porque sus compa?eros de curso crec?an y él no, y al cumplir 13 a?os de pronto se puso en 1.80. Mi madre volvi? de Madrid absolutamente enlutada, y ya no fue nunca la misma.

P: ?Usted tampoco?R: Yo sent? el aleteo de la muerte. Y sent? que lo que nos contaban en los ejercicios espirituales que nos daban y que no nos apetec?an probablemente era verdad. Ya estoy solo, todos se han muerto antes que yo. Estoy lleno de rajas desde el primer momento; por ir al Roc?o me dieron no sé qué medicina para quitarme un dolor y aquello que era apendicitis se convirti? en peritonitis. Luego me volvieron a abrir, esa vez el est?mago. Un d?a, en un almuerzo que daba tuve un dolor horrible, me arrastré como pude al dormitorio y el ?nico que entendi? mi gravedad fue mi perrillo Troylo. Tuve una perforaci?n del duodeno y era mortal. Pero me operaron a vida o muerte en la cl?nica Los Nardos y me salvé. Cuando me desperté me pregunt? el cirujano c?mo estaba. “No puedo mover las piernas...”. Y entonces tira de la s?bana y oigo su carcajada. F?jate c?mo habr?a sido la cosa de importante que ni siquiera me hab?an quitado los calzoncillos, me los hab?an bajado, y no pod?a mover las piernas.

P: Al preguntarle por la muerte de su hermano me ha venido a la mente el lamento de Pablo Garc?a Baena, a?n hoy, por la también prematura muerte del suyo. Y, con él, el recuerdo de C?ntico, grupo al que a usted le hubiera gustado unirse de joven sin conseguirlo.

A mi padre no le gustaba que... ?l me quer?a apasionadamente, yo era su ni?o, aunque no le pareciera muy masculino eso de decir “te quiero”. Y a mi padre le hac?an comentarios y no le hac?a gracia que yo saliera con los chicos de C?ntico.

https://www.uc-4u.com/clip/4c269be3-ec0e-4784-a140-227ab2304d0a_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Ilustraci?n del escritor cordobés Antonio Gala. | Lorenzo Marqués
P: ?Porque la mayor?a eran homosexuales?R: Supongo. Yo era un ni?o. Cuando empecé a salir con ellos tendr?a 12 a?os, no les interesaba nada yo. Ellos sal?an para hablar de sus conquistas y de sus cosas, no hablaban de literatura, no hablaban de pintura, aunque eran grandes poetas y pintores. Un precedente de la Fundaci?n es ese. El ?nico que me hablaba de literatura era Ricardo Molina, que era profesor de la Academia Espinar. Me dec?a: “Tienes mucha personalidad y tienes que cultivarla, no tienes por qué relacionarte con nosotros que tenemos todos la misma”. Sal?a con él. “Vente que te voy a invitar a una boda porque un disc?pulo m?o se casa”, me dec?a. Y si me daban cacahuetes, “?Ves? Te est?n diciendo que eres muy mono”. Me hac?a mucha gracia.

Seg?n le gusta recordar al propio escritor, encantado con su precocidad, a los cuatro a?os y medio escribi? su primer cuento, sobre un gato -que al padre le gust? tanto que le levant? un castigo-; a los siete su primera pieza teatral; a los 15 se estren? como conferenciante, y a esa misma edad empez? la carrera de Derecho. O sea, que de acuerdo con estas cuentas --a algunos no les cuadran- aquel joven retra?do se perdi? el disfrute de los mejores a?os viviendo por delante de su tiempo. “Me los perd? –reconoce–, pero eso me ha hecho conservar una cierta idiocia infantil toda mi vida, la curiosidad, la torpeza semifingida, y todo eso me ha resultado, porque quiz? solo un ni?o puede atravesar las dificultades m?s grandes: la muerte de una madre, el desvanecimiento de una posici?n social, el hundimiento de un pa?s que entra en guerra...”.

P: De la guerra tendr? pocos recuerdos si naci? en el 36, ?no? Salvo que, perd?neme la maldad, naciera en 1930 como sostienen en C?rdoba algunos condisc?pulos suyos. ?Se puede saber cu?ndo naci? exactamente?R: Es que no lo sé ni yo -zanja riendo-. Tengo recuerdos de una edad en que se cree la gente que eres tonto. Me acuerdo de un bombardeo al final de la guerra. Una se?ora que baj? al s?tano de nuestra casa ven?a envuelta en una colcha azul y dorada y se hab?a dejado el pompi al aire.

P: Suele decir que tuvo una juventud rebelde y, sin embargo, por contentar a su padre estuvo a punto de acabar como abogado del Estado.R: Porque mi padre era absolutamente mi due?o. No me di cuenta de que yo era su predilecci?n hasta que estando dirigiendo una galer?a de arte en Florencia me dicen: “Pap? tiene alzhéimer, vamos a ingresarlo en una cl?nica”. “No, me quedo yo con él -contesté-. Incluso mi madre hab?a ya renunciado”. ?l quer?a que yo fuese abogado del Estado porque era lo m?s lucido de entonces. Aprobé el tercer ejercicio de la oposici?n, llamé a pap? y le dije: “Esto est? hecho, pero estoy tan desenga?ado queme voy a la Cartuja”.

P: ?C?mo le fue all? con Dios?R: Muy bien, pero desenga?é yo a la Cartuja. Era prior un vasco que estaba pendiente de m?. Un d?a me dijo: “He mandado que en la celda de su caridad pongan un infiernillo”. “?Ya estamos conden?ndonos?”, dije yo. Sonri? y a?adi?: “Es para que se ponga fomentos (algodones calientes) en las rodillas”. Porque se dio cuenta de que pasaba mucho tiempo arrodillado y las ten?a hinchadas.

Llevamos m?s de una hora de entrevista y a Antonio Gala, aunque él no lo diga, le empieza a pesar demasiado el cansancio. Su mirada, tan elocuente siempre, se resiste a la fatiga, pero la voz es ya un murmullo que apenas capta la grabadora.

P: ?Qué le gustar?a que quedara de usted en las enciclopedias?R: No me importa ser recordado. Querr?a que lo que yo he hecho le sirviese a alguien, aunque no supiese de d?nde viene ni quién lo dijo. Que Antonio Gala siguiese viviendo en alguien, pero sin su propio nombre. Y que si se me recuerda lo hagan con cari?o, que sepan que yo he amado. No he hecho otra cosa, no recuerdo haber odiado a nadie.

P: Desde que dio a conocer su c?ncer se despide a cada instante. Sorprende tanta entereza.R: Absoluta. La muerte es parte de la vida. No creo en lo que haya m?s all?, simplemente nos acabamos. Somos animales y morimos, no nos espera ning?n dios.

P: Ech?ndole humor negro al asunto, ha llegado a sugerir su propio epitafio: “Muri? vivo”. ?Lo mantiene?R: No habr? epitafio. Mis cenizas y las de la Dama de Oto?o, la persona que m?s amor me dio (se refiere a la condesa de Zumaya, que inspir? una de sus piezas teatrales) se esparcir?n por los jardines de la Fundaci?n.



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