الريــم
05-19-2023, 09:22 PM
De Juan Benet (Madrid, 1927-1993) se han ocupado con no pocos elogios cr?ticos y comentaristas, pero lectores tiene pocos. Sus obras han tenido poca venta y, sin nuevas ediciones, sus obras hay que buscarlas en las librer?as de viejo y en las bibliotecas. Dicho esto, yo no dudar?a en situarlo entre los tres o cuatro mejores escritores del siglo XX. En Lecturas compulsivas, Félix de Az?a comenta que "Benet, Valle Incl?n y Ferlosio, son los ?nicos casos s?lidos de invenci?n literaria propiamente moderna que hasta hoy puede ofrecer la narrativa castellana". Pero si es as?, y lo es, ?a qué se debe el fracaso de Benet con los lectores? Lo cierto es que no faltan motivos. Los hay en el personaje, en el propio Benet, y los hay en su literatura. Pero vamos por partes.
Quienes le conocieron en las noches de prost?bulos y tascas, en Bocaccio, el café Gij?n y el Gambrinos, comentan que Benet ten?an mal vino y resultaba pedante, despectivo, ir?nico, c?ustico y de una inteligencia que pod?a resultar agresiva. Benet era, por as? decirlo, un espanta idiotas. Y le importaba un comino que sus obras no se vendieran. Ingeniero de caminos, canales y puertos, se ganaba las lentejas construyendo pantanos y pod?a permitirse escribir a su aire, como le daba la gana. Que no era, por cierto, de cualquier manera. Concienzuda y sin concesiones, su literatura abre caminos con recursos técnicos que desconciertan con una casi imposible armon?a entre técnica y arte. Es cierto que sus escritos – como exigencia, no porqué él lo pretendiera-, resultan herméticos, cr?pticos y laber?nticos, un descarado desaf?o para el lector m?s corajudo. Hace falta cierto empecinamiento para superar las primeras diez o doce p?ginas en algunos de sus textos. El t?tulo de su primer libro de relatos es ya un aviso a navegantes, ‘Nunca llegar?s a nada’. Sin editor que se aviniera a publicarlo, Benet tuvo que soltar 12.000 pesetas de la época para imprimir los mil y pico ejemplares de la primera edici?n. Que no se vendieron.
En la escritura de Benet sucede, entre otras cosas, que su arranque, cuando ya tiene una visi?n global del asunto que tratar?, inicia el relato por el punto m?s alejado de la historia: es el extremo del hilo del que el lector tiene que tirar para desenredar la madeja. Leer a Benet es entonces verse embarcado en un viaje aparentemente sin destino. Pero lo tiene. El problema es que la narraci?n se convierte en un Guadiana de muchos meandros, que se soterra y emerge, que recorre laberintos enmara?ados, sube y baja, se proyecta y retrocede, para, al final del recorrido, conseguir una enigm?tica coherencia en la que todo adquiere sentido y donde no sobra nada. Las piezas del puzle encajan y la narraci?n se convierte en un preciso engranaje de relojer?a. Ese es el premio que recibe por su esfuerzo el lector que supera la prueba. Cabe también decir, sin embargo, que no toda la escritura benetiana tiene igual dificultad. Basta acudir a sus colaboraciones period?sticas en la Revista de Occidente, Cuadernos para el di?logo, Cuadernos Hispanoamericanos, la revista Triunfo y El Pa?s. Y que una de sus obras, ‘El aire de un crimen’, finalista en el premio Planeta, deja claro que Benet es capaz de crear un bestseller. Cosa distinta es adentrarse en el tuétano de su producci?n, en obras como ‘Prosas Civiles’, ‘Max’, ‘El ?ngel del Se?or’, ‘Una meditaci?n’, ‘Herrumbosas lanzas’, ‘Un viaje de invierno’, ‘Sa?l ante Samuel’ o ‘Volver?s a Regi?n’. En muchas de sus novelas, Benet me recuerda a Faulkner, Beckett, Kafka, Thomas Bernhard y también a Rulfo. Todos ellos, como él, son huesos duros de roer. Benet rechaza la ret?rica hueca y de mesa camilla del realismo decimon?nico, con una visi?n estética que se fundamenta en los enigmas inherentes a la condici?n humana.
Artiller?a l?rica
La dificultad de su lectura no la tenemos, por supuesto, en un ?nico aspecto. Por una parte, est? su aventura lingü?stica, su artiller?a l?rica, su alambicada forma de escribir con frases desmesuradas, oraciones interminables y derivadas, paréntesis, digresiones y notas a pie de p?gina. Todo ello deja al lector sin respiraci?n, perdido en un laberinto que tiene que resolver antes de encontrar la salida que, por supuesto, existe y sorprende. Estas estrategias formales y constructivas letales llevan al lector al colmo de su paciencia en Sa?l ante Samuel. No se puede ser m?s inteligentemente retorcido y, parad?jicamente, m?s luminoso. En cualquier caso, el problema no est? s?lo en la forma. Est? también en los contenidos. Porque Benet es a tal punto monotem?tico que puede provocar el tedio. Obsesivo y recurrente, vuelve una y otra vez a la Guerra Civil y a la posguerra que, por cierto, pocos han tratado como él. Ten?a motivos para focalizar buena parte de sus escritos en la fratricida contienda espa?ola. A su padre lo fusilaron unos anarquistas y abandonaron su cad?ver en una cuneta. Pero no nos equivoquemos. ‘Regi?n’, en ‘Volver?s a Regi?n’, considerada su obra mayor, es Espa?a. Pero no es un espacio f?sico, es un lugar m?tico y simb?lico, un lugar del esp?ritu dominado por un dios maligno que lo destruye todo.
De lo que en realidad habla Benet es del fracaso, de la desolaci?n, del sinsentido, de la irracionalidad y la incomprensible condici?n humana. Volver?s a Regi?n est? considerada, por los lectores de culto, por los cr?ticos y por autores como Gimferrer, Az?a, Sabater, Javier Mar?as y Pombo, entre muchos otros, como un texto fundacional. Y pues nadie es profeta en su tierra, no viene mal recordar que el The Times (18 de enero de 1993) compara a Benet con Proust, Faulkner y Joyce. Y para cerrar estas notas, -contradicciones de la vida- una anécdota curiosa: Benet, que tan fieramente arremete contra la llamada garbanzada ibérica galdosiana, acaba publicando esa joya literaria, su obra m?s le?da, que es ‘Oto?o en Madrid’ en 1950, un texto inequ?vocamente costumbrista. Cosas que pasan.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/juan-benet-oscuro-necesario-87612687)
Quienes le conocieron en las noches de prost?bulos y tascas, en Bocaccio, el café Gij?n y el Gambrinos, comentan que Benet ten?an mal vino y resultaba pedante, despectivo, ir?nico, c?ustico y de una inteligencia que pod?a resultar agresiva. Benet era, por as? decirlo, un espanta idiotas. Y le importaba un comino que sus obras no se vendieran. Ingeniero de caminos, canales y puertos, se ganaba las lentejas construyendo pantanos y pod?a permitirse escribir a su aire, como le daba la gana. Que no era, por cierto, de cualquier manera. Concienzuda y sin concesiones, su literatura abre caminos con recursos técnicos que desconciertan con una casi imposible armon?a entre técnica y arte. Es cierto que sus escritos – como exigencia, no porqué él lo pretendiera-, resultan herméticos, cr?pticos y laber?nticos, un descarado desaf?o para el lector m?s corajudo. Hace falta cierto empecinamiento para superar las primeras diez o doce p?ginas en algunos de sus textos. El t?tulo de su primer libro de relatos es ya un aviso a navegantes, ‘Nunca llegar?s a nada’. Sin editor que se aviniera a publicarlo, Benet tuvo que soltar 12.000 pesetas de la época para imprimir los mil y pico ejemplares de la primera edici?n. Que no se vendieron.
En la escritura de Benet sucede, entre otras cosas, que su arranque, cuando ya tiene una visi?n global del asunto que tratar?, inicia el relato por el punto m?s alejado de la historia: es el extremo del hilo del que el lector tiene que tirar para desenredar la madeja. Leer a Benet es entonces verse embarcado en un viaje aparentemente sin destino. Pero lo tiene. El problema es que la narraci?n se convierte en un Guadiana de muchos meandros, que se soterra y emerge, que recorre laberintos enmara?ados, sube y baja, se proyecta y retrocede, para, al final del recorrido, conseguir una enigm?tica coherencia en la que todo adquiere sentido y donde no sobra nada. Las piezas del puzle encajan y la narraci?n se convierte en un preciso engranaje de relojer?a. Ese es el premio que recibe por su esfuerzo el lector que supera la prueba. Cabe también decir, sin embargo, que no toda la escritura benetiana tiene igual dificultad. Basta acudir a sus colaboraciones period?sticas en la Revista de Occidente, Cuadernos para el di?logo, Cuadernos Hispanoamericanos, la revista Triunfo y El Pa?s. Y que una de sus obras, ‘El aire de un crimen’, finalista en el premio Planeta, deja claro que Benet es capaz de crear un bestseller. Cosa distinta es adentrarse en el tuétano de su producci?n, en obras como ‘Prosas Civiles’, ‘Max’, ‘El ?ngel del Se?or’, ‘Una meditaci?n’, ‘Herrumbosas lanzas’, ‘Un viaje de invierno’, ‘Sa?l ante Samuel’ o ‘Volver?s a Regi?n’. En muchas de sus novelas, Benet me recuerda a Faulkner, Beckett, Kafka, Thomas Bernhard y también a Rulfo. Todos ellos, como él, son huesos duros de roer. Benet rechaza la ret?rica hueca y de mesa camilla del realismo decimon?nico, con una visi?n estética que se fundamenta en los enigmas inherentes a la condici?n humana.
Artiller?a l?rica
La dificultad de su lectura no la tenemos, por supuesto, en un ?nico aspecto. Por una parte, est? su aventura lingü?stica, su artiller?a l?rica, su alambicada forma de escribir con frases desmesuradas, oraciones interminables y derivadas, paréntesis, digresiones y notas a pie de p?gina. Todo ello deja al lector sin respiraci?n, perdido en un laberinto que tiene que resolver antes de encontrar la salida que, por supuesto, existe y sorprende. Estas estrategias formales y constructivas letales llevan al lector al colmo de su paciencia en Sa?l ante Samuel. No se puede ser m?s inteligentemente retorcido y, parad?jicamente, m?s luminoso. En cualquier caso, el problema no est? s?lo en la forma. Est? también en los contenidos. Porque Benet es a tal punto monotem?tico que puede provocar el tedio. Obsesivo y recurrente, vuelve una y otra vez a la Guerra Civil y a la posguerra que, por cierto, pocos han tratado como él. Ten?a motivos para focalizar buena parte de sus escritos en la fratricida contienda espa?ola. A su padre lo fusilaron unos anarquistas y abandonaron su cad?ver en una cuneta. Pero no nos equivoquemos. ‘Regi?n’, en ‘Volver?s a Regi?n’, considerada su obra mayor, es Espa?a. Pero no es un espacio f?sico, es un lugar m?tico y simb?lico, un lugar del esp?ritu dominado por un dios maligno que lo destruye todo.
De lo que en realidad habla Benet es del fracaso, de la desolaci?n, del sinsentido, de la irracionalidad y la incomprensible condici?n humana. Volver?s a Regi?n est? considerada, por los lectores de culto, por los cr?ticos y por autores como Gimferrer, Az?a, Sabater, Javier Mar?as y Pombo, entre muchos otros, como un texto fundacional. Y pues nadie es profeta en su tierra, no viene mal recordar que el The Times (18 de enero de 1993) compara a Benet con Proust, Faulkner y Joyce. Y para cerrar estas notas, -contradicciones de la vida- una anécdota curiosa: Benet, que tan fieramente arremete contra la llamada garbanzada ibérica galdosiana, acaba publicando esa joya literaria, su obra m?s le?da, que es ‘Oto?o en Madrid’ en 1950, un texto inequ?vocamente costumbrista. Cosas que pasan.
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