الريــم
05-15-2023, 11:50 PM
Para los que somos periodistas, es m?s, viejos periodistas, y m?s concretamente periodistas canarios, siempre nos rejuveneci? el mejor de todos nosotros, Guillermo Garc?a-Alcalde (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/muere-guillermo-garcia-alcalde-87407192). Se entrecortan la sintaxis y las letras cuando he de escribir, en pasado, ese nombre propio, que marca mi vida personal, y mi vida profesional, desde lo m?s lejano de mi experiencia como redactor de noticias, de cr?nicas, pero sobre todo mi vida personal, la que hasta ahora se ha guiado, tantas veces, por su consejo, por su mirada, por el est?mulo de su pasi?n, su consejo y aquella risa.
Ahora, cuando me han dado esta horrible noticia, la de que ya no estar? m?s este sabio amigo al otro lado de la mesa, al otro lado del teléfono, a un tiro de piedra, o de agua, de su consejo y de su bonhom?a, el mundo que yo he venido transitando, el mundo del periodismo y de la vida, se encontr? con un abismo que s?lo puede calificarse como se califican las densidades de la soledad y del vac?o.
Nada m?s mirar atr?s, all? donde habitan las primeras risas de las noches en que yo quise estar cerca de los grandes periodistas como él, lo veo riendo, en medio de la redacci?n de La Provincia, d?ndome la bienvenida a la primera vez en que yo me sent? parte de un equipo as?, de un c?rculo abierto de gente que hablaba del oficio como si ésta fuera una vereda hacia la felicidad de dar noticias. Entonces, vestido con la elegancia que siempre fue su modo de estar y su manera de parecer, ya me hizo una insinuaci?n fértil para ejercer como es debido el oficio: “Primero escucha a los otros, y si te parece bien lo que oyes, ponlo en pr?ctica. Pero no te f?es del primero si dudas de lo que te est? diciendo”. ?Y eso c?mo se hace? Entonces fue cuando solt? la carcajada, yendo y viniendo de la vida de la Redacci?n hacia el ensue?o musical con el que se prodigaba, y me dijo: “Ah, t? te la ir?s arreglando”.
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Era un hombre generoso a todas horas, y te recib?a a la vez con la preocupaci?n de un periodista y las risas de un amigo. Cuando pas? el tiempo y ya iba y ven?a de La Provincia a todos los peri?dicos que Javier Moll, su gran amigo, puso en sus cercan?as sabias, en todas las partes donde se fue haciendo verdad m?ltiple este grupo, Guillermo Garc?a Alcalde jam?s fue otro que aquel que te recib?a en la Redacci?n, en los hoteles o en la calle para darte el consejo que quer?as. Le pregunté por mis cambios personales, por todos mis cambios personales, hasta los m?s ?ntimos; me llev? a aceptar traslados y otras b?squedas, me dio la bienvenida en este nuevo destino en el que, otra vez, fui su compa?ero, le ped? consejo hasta para aquello que s?lo me hubiera competido a m? decidir, y todo lo que me dijo, me aconsej? o me indic? que deb?a hacer para que mi vida fuera mejor u otra, lo dec?a como si le estuviera susurrando al primer muchacho que fue a verle antes de que Tomaso, aquel gerente, me pagara el primer salario, que casi me gasté bebiendo tragos nocturnos con Juan Antonio de Juan, el legendario fot?grafo.
Combinaci?n de inteligencia
La otra noche en que lo conoc? mejor, entre periodistas de todo pelaje, en el Hotel Mencey de Tenerife, aquel Guillermo Garc?a-Alcalde que miraba ya como un estadista de la prensa todo lo que ven?a a sus aleda?os de gerente o de periodista sin otra frontera que su amplio conocimiento, nos fue diciendo, calmando las risas que eran propias de las reuniones del oficio, a d?nde deb?a ir el archipiélago. Hablaba como un sabio tranquilo, animado por la m?sica y las palabras que eran la combinaci?n de su inteligencia. Hablaba de los peri?dicos, de los que se estaban haciendo, o de los que se estaban deshaciendo, como si tuviera una bola de cristal que iba, sobre la mar salada, de una provincia a otra, en pos de una regi?n, la que es ahora, en cuya construcci?n intelectual, cultural y period?stica, ha tenido tanto que ver. Sus amigos, ?a quién van a buscar ahora consejo sus amigos?
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Cuando acab? aquella conversaci?n en el Mencey la que hab?a ocurrido alrededor de los que ve?amos en él a alguien que no hablaba por hablar, tuvimos la oportunidad de ver en él a un estadista, como dije antes, a un estadista del periodismo, capaz de trazar un camino o de dar un consejo sin que nada de lo que dijera estuviera dicho a su favor, sino a favor del pa?s para el que viv?a, del oficio al que a?adi? sosiego y sabidur?a. La tranquilidad de hacerlo. Ese pa?s era el periodismo, pero no s?lo el oficio sino lo que le importaba de veras al periodismo tal como ha de hacerse: el que est? obligado a cumplir con las cuatro o cinco reglas de la melod?a del oficio.
Lo que est? mandado
El oficio obliga a la sobriedad de la verdad, y el sosiego con el que él nos orientaba, en los ?mbitos de la cultura o de la pol?tica. No buscaba otra cosa que lo que obliga este lugar de principios: hacer lo que est? mandado por el arbitrio de la exigencia profesional.
Le consulté todos los vaivenes de mi vida, todos. A veces se levant? de su casa para acudir adonde le dijera si lo necesitaba, para lo bueno y para las incertidumbres. Tuvo a su alrededor amigos que le dieron af?n y amigos que le dieron el abrazo que mereci?. Y hab?a, en la fortuna que fue su vida, en su mujer, en sus hijas, en su manera de abrazar a los otros, el regalo que mereci?. En periodismo tuvo su premio en la gratitud de los que estuvieron a su lado, aprendiendo. En lo que a m? respecta, como alumno suyo que soy, me dio la emoci?n de recibir su consejo como si todav?a me lo estuviera danto: “Deseng??ate, no hagas otra cosa que la que sabes hacer, y hazla siempre”.
Se refer?a a esta v?a por la que me abri? caminos y que se llama periodismo. Ahora esta noticia que él protagoniza y que a nosotros nos deja tan solos, y que a m? me deja tan solo, es como una piedra que cae de lleno en los sentimientos que, siendo pasado, tan cerca del coraz?n caen. Caen tan cerca del coraz?n que parece que te hubieran dado una noticia que s?lo cabe en los renglones en los que est?n la madre, el padre, los amigos del alma, los que nunca te dejaron ser, solo, un caminante que necesitaba su m?sica para seguir andando. Nos falta tanto ahora la m?sica ?ntima, veraz, de Guillermo Garc?a-Alcalde.
Descanse en paz el hombre que tanta paz nos dio.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/decir-ahora-mejor-vereda-87412457)
Ahora, cuando me han dado esta horrible noticia, la de que ya no estar? m?s este sabio amigo al otro lado de la mesa, al otro lado del teléfono, a un tiro de piedra, o de agua, de su consejo y de su bonhom?a, el mundo que yo he venido transitando, el mundo del periodismo y de la vida, se encontr? con un abismo que s?lo puede calificarse como se califican las densidades de la soledad y del vac?o.
Nada m?s mirar atr?s, all? donde habitan las primeras risas de las noches en que yo quise estar cerca de los grandes periodistas como él, lo veo riendo, en medio de la redacci?n de La Provincia, d?ndome la bienvenida a la primera vez en que yo me sent? parte de un equipo as?, de un c?rculo abierto de gente que hablaba del oficio como si ésta fuera una vereda hacia la felicidad de dar noticias. Entonces, vestido con la elegancia que siempre fue su modo de estar y su manera de parecer, ya me hizo una insinuaci?n fértil para ejercer como es debido el oficio: “Primero escucha a los otros, y si te parece bien lo que oyes, ponlo en pr?ctica. Pero no te f?es del primero si dudas de lo que te est? diciendo”. ?Y eso c?mo se hace? Entonces fue cuando solt? la carcajada, yendo y viniendo de la vida de la Redacci?n hacia el ensue?o musical con el que se prodigaba, y me dijo: “Ah, t? te la ir?s arreglando”.
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Era un hombre generoso a todas horas, y te recib?a a la vez con la preocupaci?n de un periodista y las risas de un amigo. Cuando pas? el tiempo y ya iba y ven?a de La Provincia a todos los peri?dicos que Javier Moll, su gran amigo, puso en sus cercan?as sabias, en todas las partes donde se fue haciendo verdad m?ltiple este grupo, Guillermo Garc?a Alcalde jam?s fue otro que aquel que te recib?a en la Redacci?n, en los hoteles o en la calle para darte el consejo que quer?as. Le pregunté por mis cambios personales, por todos mis cambios personales, hasta los m?s ?ntimos; me llev? a aceptar traslados y otras b?squedas, me dio la bienvenida en este nuevo destino en el que, otra vez, fui su compa?ero, le ped? consejo hasta para aquello que s?lo me hubiera competido a m? decidir, y todo lo que me dijo, me aconsej? o me indic? que deb?a hacer para que mi vida fuera mejor u otra, lo dec?a como si le estuviera susurrando al primer muchacho que fue a verle antes de que Tomaso, aquel gerente, me pagara el primer salario, que casi me gasté bebiendo tragos nocturnos con Juan Antonio de Juan, el legendario fot?grafo.
Combinaci?n de inteligencia
La otra noche en que lo conoc? mejor, entre periodistas de todo pelaje, en el Hotel Mencey de Tenerife, aquel Guillermo Garc?a-Alcalde que miraba ya como un estadista de la prensa todo lo que ven?a a sus aleda?os de gerente o de periodista sin otra frontera que su amplio conocimiento, nos fue diciendo, calmando las risas que eran propias de las reuniones del oficio, a d?nde deb?a ir el archipiélago. Hablaba como un sabio tranquilo, animado por la m?sica y las palabras que eran la combinaci?n de su inteligencia. Hablaba de los peri?dicos, de los que se estaban haciendo, o de los que se estaban deshaciendo, como si tuviera una bola de cristal que iba, sobre la mar salada, de una provincia a otra, en pos de una regi?n, la que es ahora, en cuya construcci?n intelectual, cultural y period?stica, ha tenido tanto que ver. Sus amigos, ?a quién van a buscar ahora consejo sus amigos?
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Lo que est? mandado
El oficio obliga a la sobriedad de la verdad, y el sosiego con el que él nos orientaba, en los ?mbitos de la cultura o de la pol?tica. No buscaba otra cosa que lo que obliga este lugar de principios: hacer lo que est? mandado por el arbitrio de la exigencia profesional.
Le consulté todos los vaivenes de mi vida, todos. A veces se levant? de su casa para acudir adonde le dijera si lo necesitaba, para lo bueno y para las incertidumbres. Tuvo a su alrededor amigos que le dieron af?n y amigos que le dieron el abrazo que mereci?. Y hab?a, en la fortuna que fue su vida, en su mujer, en sus hijas, en su manera de abrazar a los otros, el regalo que mereci?. En periodismo tuvo su premio en la gratitud de los que estuvieron a su lado, aprendiendo. En lo que a m? respecta, como alumno suyo que soy, me dio la emoci?n de recibir su consejo como si todav?a me lo estuviera danto: “Deseng??ate, no hagas otra cosa que la que sabes hacer, y hazla siempre”.
Se refer?a a esta v?a por la que me abri? caminos y que se llama periodismo. Ahora esta noticia que él protagoniza y que a nosotros nos deja tan solos, y que a m? me deja tan solo, es como una piedra que cae de lleno en los sentimientos que, siendo pasado, tan cerca del coraz?n caen. Caen tan cerca del coraz?n que parece que te hubieran dado una noticia que s?lo cabe en los renglones en los que est?n la madre, el padre, los amigos del alma, los que nunca te dejaron ser, solo, un caminante que necesitaba su m?sica para seguir andando. Nos falta tanto ahora la m?sica ?ntima, veraz, de Guillermo Garc?a-Alcalde.
Descanse en paz el hombre que tanta paz nos dio.
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