الريــم
05-09-2023, 10:10 PM
La una es madre en solitario de una adolescente de 15 a?os. La otra, abuela de cuatro ni?os de entre 12 y 4 a?os. Se llaman Keby Goff y Nubi Santamar?a y ambas comparten la angustia de tener que llenar los platos de la comida a diario, sin saber c?mo. Tratan de que sus hijos y nietos puedan comer tres veces al d?a, aunque reconocen que abusan de los hidratos y que la fruta es un lujo. "Comemos menos pero estamos m?s gordos -cuenta Santamar?a-. Claro que la mala alimentaci?n nos afecta a la salud". "Estoy tan harta de tener que neg?rselo todo que las chuches son lo ?nico a lo que le puedo decir que s?", cuenta Goff. Juntas participan en los talleres de cocina comunitarios del proyecto Alimenta que impulsa el Ayuntamiento de Barcelona: una vez al mes cocinan con otros usuarios de servicios sociales y logran salvar un par de comidas al mes, aparte de las cestas de los comedores sociales que se les facilita.
"Para comer cada d?a haces maravillas y aprendes a economizar", se sincera Santamar?a. Es colombiana, lleg? a Catalu?a poco antes de la pandemia y poco a poco ha ido trayendo a su familia, todos amenazados por las mafias de la droga. Ni ella ni sus hijos tienen permiso de trabajo, pero van trampeando con empleos en la econom?a informal: cuidando dependientes, en la construcci?n o la restauraci?n. "Lo primero que pagamos es el alquiler y las facturas: después viene la comida", asegura Santamar?a. Ella vive con sus hijos y nietos en dos habitaciones subarrendadas en L'Hospitalet de Llobregat que les cuestan 600 euros al mes.
Goff, por su parte, es madre en solitario, proviene de Honduras y busca trabajo como si fuera aire para respirar. Dan gracias que, al menos, en sus pisos no tienen que pagar un extra por ducharse o usar la cocina. "Hay familias que tienen un camping gas en la habitaci?n para poder cocinar", cuenta Lidia Gonz?lez, directora de la asociaci?n Itaca.
El "lujo" de la fruta
Para ellas, la dieta saludable suena a utop?a. "Vamos a los servicios sociales una vez al mes para que nos den comida: pero no nos alcanza para todo el mes", reconoce Goff. All? consiguen pasta, arroz, latas de tomate, at?n y botes de lentejas. "Lo bueno que tiene es que dura m?s, te da mayor rendimiento y te llena m?s la barriga", explica Santamar?a. En eso basan su alimentaci?n. El pescado hace a?os que no lo ven. "A los ni?os les damos pollo y huevos, lo m?s barato", se resigna Santamar?a. "La fruta y la verdura es un extra, cuando tenemos algo de dinero ahorrado compras lo m?s barato que encuentras", explica Goff.
"Mi hija se cansa de comer pasta y arroz todo el d?a, yo lo entiendo... pero no tengo otra opci?n", cuenta Goff con voz entrecortada. Est? cansada de tener que decirle que no a su hija. "El otro d?a me dijo que quer?a hacer una extraescolar y le contesté que no pod?amos pagarlo. Tampoco las excursiones del cole. Por eso, cuando me pide chuches o alguna boller?a, le digo que s?, no es tan caro", prosigue. Es lo que se conoce como 'efecto compensatorio' del az?car: un 's?' para tratar de apaciguar tantos 'noes'. Santamar?a asiente con l?grimas: ha pasado por lo mismo. "Alguna vez les compro sand?a, que es su comida favorita, pero es un lujo", admite la abuela.
Diabetes y sobrepeso
Ambas sostienen que esta mala alimentaci?n les est? pasando factura. Goff, adem?s, tiene diabetes. "?Como quieres que cumpla con la dieta que me dice el médico?", se pregunta. "Como menos pero estoy m?s gorda, y los ni?os también han engordado... claro que es por la mala alimentaci?n", admite Santamar?a. "Tenemos varios usuarios con diabetes y muchos m?s con obesidad, especialmente mayores de 50 a?os", explica Araceli Carrillo, dinamizadora del proyecto Alimenta del Ayuntamiento de Barcelona, en el que participan las dos mujeres, 130 personas en toda la ciudad.
Una vez al mes asisten al centro c?vico de Sant Mart? para cocinar con personas en su misma situaci?n y llevarse los 'tuppers' a casa. "Est? muy bien hablar de alimentaci?n saludable, pero a esta gente no les da, sobreviven de los bancos de alimentos, que no acostumbran a acceder a producto fresco. Aqu? al menos les damos los ingredientes para que puedan cocinar algo saludable", dice Carrillo. Uno de los talleres estrella de estas cocinas, de hecho, son las recetas de menestras de verduras. "Son botes que reparte el banco de alimentos pero que la gente no sabe cocinar", explica Josep Antoni Arroyo, director operativo de la iniciativa. Las dos mujeres también agradecen el espacio. "Te distraen de tus problemas, haces amigas.... Hacen que tengas fuerzas de salir y no te encierres en tu cuarto llorando", agradece Goff.
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"Para comer cada d?a haces maravillas y aprendes a economizar", se sincera Santamar?a. Es colombiana, lleg? a Catalu?a poco antes de la pandemia y poco a poco ha ido trayendo a su familia, todos amenazados por las mafias de la droga. Ni ella ni sus hijos tienen permiso de trabajo, pero van trampeando con empleos en la econom?a informal: cuidando dependientes, en la construcci?n o la restauraci?n. "Lo primero que pagamos es el alquiler y las facturas: después viene la comida", asegura Santamar?a. Ella vive con sus hijos y nietos en dos habitaciones subarrendadas en L'Hospitalet de Llobregat que les cuestan 600 euros al mes.
Goff, por su parte, es madre en solitario, proviene de Honduras y busca trabajo como si fuera aire para respirar. Dan gracias que, al menos, en sus pisos no tienen que pagar un extra por ducharse o usar la cocina. "Hay familias que tienen un camping gas en la habitaci?n para poder cocinar", cuenta Lidia Gonz?lez, directora de la asociaci?n Itaca.
El "lujo" de la fruta
Para ellas, la dieta saludable suena a utop?a. "Vamos a los servicios sociales una vez al mes para que nos den comida: pero no nos alcanza para todo el mes", reconoce Goff. All? consiguen pasta, arroz, latas de tomate, at?n y botes de lentejas. "Lo bueno que tiene es que dura m?s, te da mayor rendimiento y te llena m?s la barriga", explica Santamar?a. En eso basan su alimentaci?n. El pescado hace a?os que no lo ven. "A los ni?os les damos pollo y huevos, lo m?s barato", se resigna Santamar?a. "La fruta y la verdura es un extra, cuando tenemos algo de dinero ahorrado compras lo m?s barato que encuentras", explica Goff.
"Mi hija se cansa de comer pasta y arroz todo el d?a, yo lo entiendo... pero no tengo otra opci?n", cuenta Goff con voz entrecortada. Est? cansada de tener que decirle que no a su hija. "El otro d?a me dijo que quer?a hacer una extraescolar y le contesté que no pod?amos pagarlo. Tampoco las excursiones del cole. Por eso, cuando me pide chuches o alguna boller?a, le digo que s?, no es tan caro", prosigue. Es lo que se conoce como 'efecto compensatorio' del az?car: un 's?' para tratar de apaciguar tantos 'noes'. Santamar?a asiente con l?grimas: ha pasado por lo mismo. "Alguna vez les compro sand?a, que es su comida favorita, pero es un lujo", admite la abuela.
Diabetes y sobrepeso
Ambas sostienen que esta mala alimentaci?n les est? pasando factura. Goff, adem?s, tiene diabetes. "?Como quieres que cumpla con la dieta que me dice el médico?", se pregunta. "Como menos pero estoy m?s gorda, y los ni?os también han engordado... claro que es por la mala alimentaci?n", admite Santamar?a. "Tenemos varios usuarios con diabetes y muchos m?s con obesidad, especialmente mayores de 50 a?os", explica Araceli Carrillo, dinamizadora del proyecto Alimenta del Ayuntamiento de Barcelona, en el que participan las dos mujeres, 130 personas en toda la ciudad.
Una vez al mes asisten al centro c?vico de Sant Mart? para cocinar con personas en su misma situaci?n y llevarse los 'tuppers' a casa. "Est? muy bien hablar de alimentaci?n saludable, pero a esta gente no les da, sobreviven de los bancos de alimentos, que no acostumbran a acceder a producto fresco. Aqu? al menos les damos los ingredientes para que puedan cocinar algo saludable", dice Carrillo. Uno de los talleres estrella de estas cocinas, de hecho, son las recetas de menestras de verduras. "Son botes que reparte el banco de alimentos pero que la gente no sabe cocinar", explica Josep Antoni Arroyo, director operativo de la iniciativa. Las dos mujeres también agradecen el espacio. "Te distraen de tus problemas, haces amigas.... Hacen que tengas fuerzas de salir y no te encierres en tu cuarto llorando", agradece Goff.
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