الريــم
04-11-2023, 02:14 PM
Un nuevo viol?n sale de las manos de David Bagué, lo cual siempre es noticia. En su taller del barrio barcelonés de Gràcia, ba?ado oblicuamente por la luz primaveral que rebota desde el jard?n, el lutier m?s internacional de la Pen?nsula da los ?ltimos retoques al instrumento. El montaje, el barniz. El puente a la altura, la angulaci?n justa. En general, el control de los detalles. Hasta la calle se escapa el olor del lugar, un aroma caracter?stico mezcla de madera y sustancias varias. Y de algo m?s: un intangible que tiene que ver con el tiempo, con las horas que ha pasado all?, trabajando; que tiene que ver con la acumulaci?n. Hacia el final de la ma?ana mira el resultado, orgulloso. Un nuevo viol?n Bagué. O eso parece, a simple vista. En realidad es m?s que eso.
El 'prêt à porter' de la luter?a contempor?nea acaba de ver la luz en Barcelona, m?s concretamente en Gràcia, m?s concretamente en este espacio de talante dieciochesco de la calle de la Virtut. La misma operaci?n que llev? a cabo el mundo de la alta costura en los a?os 50 en pos del ideal de democratizaci?n la est? ejecutando uno de los lutieres m?s reconocidos de Europa: hacer de su arte un bien m?s accesible. Este viol?n que mira y sopesa antes de darlo por terminado forma parte de ese prop?sito. Los m?sicos j?venes y en ciernes, principal objetivo del proyecto, han acogido la idea con benepl?cito y los violines Bagué, acostumbrados a trasegar por los grandes escenarios, empiezan a verse en manos de los principiantes que se forman en los conservatorios de Europa. Una peque?a revoluci?n en el mundo de la luter?a.
“El proyecto se llama Alta Cultura Social –dice Bagué, Creu de Sant Jordi 2003 en reconocimiento a su labor art?stica– y es la cristalizaci?n de la idea de que mi trabajo debe poder ofrecer a potenciales talentos del mundo de la m?sica un instrumento de alta calidad para su desarrollo. Algo as? como el ‘prêt à porter’ de la organolog?a”. “Llevo toda mi vida construyendo instrumentos para grandes m?sicos, dedicado a este trabajo elitista que, queramos o no, es la construcci?n de violines -contin?a-. Pero no olvido que soy hijo y nieto de trabajadores, gente de oficio, y que crec? en este barrio de artesanos, de gente que se ganaba la vida con las manos. Todo esto, al margen de los derroteros por los que me haya llevado mi arte, ha despertado una reflexi?n sobre la dimensi?n social de mi trabajo. Al final, mi sensibilidad social est? m?s cerca de mi clase y no del mundo que he conocido gracias a mi oficio”. Bagué, un orgulloso personaje de otro tiempo, no ha escapado a una circunstancia muy del suyo: la reflexi?n pandémica, esa que ha hecho que muchos modifiquen ligera o radicalmente el rumbo.
Hacer econ?micamente accesibles unos instrumentos que viajan por el mundo a hombros de colosos como Le?nidas Kavakos –por ejemplo– pasa por dos cuestiones b?sicas: por un lado, la madera empleada para su construcci?n. Por otro, los acabados. “Tengo unos materiales extraordinarios –dice Bagué–, maderas de 15, 20, 30, 50, 100, de m?s de 150 a?os. Este escalonado en la materia prima es el que me permite ofrecer instrumentos a la carta, por as? decirlo. Por otro lado, la experiencia que tengo me da la posibilidad de hacer violines con unos acabados m?s ligeros. En términos hist?ricos, son instrumentos parientes de los violines Testore, los que hac?an Carlo Testore y familia, que trabajaban m?s para m?sicos que para arist?cratas o casas reales, como s? pod?a ser el caso de Stradivarius o Guarneri”. En resumen, Bagué recoge una tradici?n, algo que ya se practicaba en la Italia del siglo XVIII, la actualiza y se inventa otra versi?n de s? mismo. “Me da una libertad de acci?n inopinada, pero no desconocida para m? mismo. Trabajando as? tengo un radio de acci?n infinito. Estoy en otro momento de epifan?a”.
?Significa esto que un Bagué 'prêt à porter' es de menor calidad que el que tiene en sus manos alguien como Kavakos? “No”, dice tajante el lutier barcelonés. “Tengo que dar la alta calidad que he pretendido siempre. Yo no me escapo de mi sonido. En un caso como en otro, la materia es doblegada en aras de la creatividad y la ac?stica”. La experiencia ha devuelto al artista las sensaciones que le depararon sus primeros escarceos con la luter?a, cuando era un ni?o que jugaba a construir instrumentos con botellas y palos de escoba, como hab?a visto hacer en un programa de televisi?n. “Me da una fuerza y una soltura en mi trabajo que me convierten en un afortunado hombre de taller. Vuelvo a ser el ni?o que juega y se divierte”. De esta manera, sus violines habituales, que siguen ocupando la mayor parte de su tiempo, salen beneficiados. Por un lado y por el otro, a sus 60 a?os Bagué se ha asentado en un momento dulce de su arte.
Al final, no deja de ser una forma de mecenazgo. “Acercar los instrumentos de alta calidad a un p?blico para el que de otra forma ser?a impensable disponer de ellos es muy gratificante”, dice el lutier. “La gente que ha podido ofrecer a sus hijos la posibilidad de estudiar en un conservatorio ha sido gente con una posici?n social y econ?mica, digamos, m?s desahogada que la de otros”. Muy cr?tico con la falta de una ley de mecenazgo en Espa?a, Bagué espera que su proyecto inspire a otros por contagio. Y all?, en medio de su taller, rodeado de maderas y carcasas que alg?n d?a ser?n violines, en este enclave moldeado a su imagen y semejanza, Bagué lo resume todo con el siguiente comentario, el norte de su vida de artista: “En el arte y en la cultura siempre hay que arriesgar”.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/david-bague-maestro-lutier-fragua-85864390)
El 'prêt à porter' de la luter?a contempor?nea acaba de ver la luz en Barcelona, m?s concretamente en Gràcia, m?s concretamente en este espacio de talante dieciochesco de la calle de la Virtut. La misma operaci?n que llev? a cabo el mundo de la alta costura en los a?os 50 en pos del ideal de democratizaci?n la est? ejecutando uno de los lutieres m?s reconocidos de Europa: hacer de su arte un bien m?s accesible. Este viol?n que mira y sopesa antes de darlo por terminado forma parte de ese prop?sito. Los m?sicos j?venes y en ciernes, principal objetivo del proyecto, han acogido la idea con benepl?cito y los violines Bagué, acostumbrados a trasegar por los grandes escenarios, empiezan a verse en manos de los principiantes que se forman en los conservatorios de Europa. Una peque?a revoluci?n en el mundo de la luter?a.
“El proyecto se llama Alta Cultura Social –dice Bagué, Creu de Sant Jordi 2003 en reconocimiento a su labor art?stica– y es la cristalizaci?n de la idea de que mi trabajo debe poder ofrecer a potenciales talentos del mundo de la m?sica un instrumento de alta calidad para su desarrollo. Algo as? como el ‘prêt à porter’ de la organolog?a”. “Llevo toda mi vida construyendo instrumentos para grandes m?sicos, dedicado a este trabajo elitista que, queramos o no, es la construcci?n de violines -contin?a-. Pero no olvido que soy hijo y nieto de trabajadores, gente de oficio, y que crec? en este barrio de artesanos, de gente que se ganaba la vida con las manos. Todo esto, al margen de los derroteros por los que me haya llevado mi arte, ha despertado una reflexi?n sobre la dimensi?n social de mi trabajo. Al final, mi sensibilidad social est? m?s cerca de mi clase y no del mundo que he conocido gracias a mi oficio”. Bagué, un orgulloso personaje de otro tiempo, no ha escapado a una circunstancia muy del suyo: la reflexi?n pandémica, esa que ha hecho que muchos modifiquen ligera o radicalmente el rumbo.
Hacer econ?micamente accesibles unos instrumentos que viajan por el mundo a hombros de colosos como Le?nidas Kavakos –por ejemplo– pasa por dos cuestiones b?sicas: por un lado, la madera empleada para su construcci?n. Por otro, los acabados. “Tengo unos materiales extraordinarios –dice Bagué–, maderas de 15, 20, 30, 50, 100, de m?s de 150 a?os. Este escalonado en la materia prima es el que me permite ofrecer instrumentos a la carta, por as? decirlo. Por otro lado, la experiencia que tengo me da la posibilidad de hacer violines con unos acabados m?s ligeros. En términos hist?ricos, son instrumentos parientes de los violines Testore, los que hac?an Carlo Testore y familia, que trabajaban m?s para m?sicos que para arist?cratas o casas reales, como s? pod?a ser el caso de Stradivarius o Guarneri”. En resumen, Bagué recoge una tradici?n, algo que ya se practicaba en la Italia del siglo XVIII, la actualiza y se inventa otra versi?n de s? mismo. “Me da una libertad de acci?n inopinada, pero no desconocida para m? mismo. Trabajando as? tengo un radio de acci?n infinito. Estoy en otro momento de epifan?a”.
?Significa esto que un Bagué 'prêt à porter' es de menor calidad que el que tiene en sus manos alguien como Kavakos? “No”, dice tajante el lutier barcelonés. “Tengo que dar la alta calidad que he pretendido siempre. Yo no me escapo de mi sonido. En un caso como en otro, la materia es doblegada en aras de la creatividad y la ac?stica”. La experiencia ha devuelto al artista las sensaciones que le depararon sus primeros escarceos con la luter?a, cuando era un ni?o que jugaba a construir instrumentos con botellas y palos de escoba, como hab?a visto hacer en un programa de televisi?n. “Me da una fuerza y una soltura en mi trabajo que me convierten en un afortunado hombre de taller. Vuelvo a ser el ni?o que juega y se divierte”. De esta manera, sus violines habituales, que siguen ocupando la mayor parte de su tiempo, salen beneficiados. Por un lado y por el otro, a sus 60 a?os Bagué se ha asentado en un momento dulce de su arte.
Al final, no deja de ser una forma de mecenazgo. “Acercar los instrumentos de alta calidad a un p?blico para el que de otra forma ser?a impensable disponer de ellos es muy gratificante”, dice el lutier. “La gente que ha podido ofrecer a sus hijos la posibilidad de estudiar en un conservatorio ha sido gente con una posici?n social y econ?mica, digamos, m?s desahogada que la de otros”. Muy cr?tico con la falta de una ley de mecenazgo en Espa?a, Bagué espera que su proyecto inspire a otros por contagio. Y all?, en medio de su taller, rodeado de maderas y carcasas que alg?n d?a ser?n violines, en este enclave moldeado a su imagen y semejanza, Bagué lo resume todo con el siguiente comentario, el norte de su vida de artista: “En el arte y en la cultura siempre hay que arriesgar”.
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