الريــم
04-09-2023, 07:00 PM
Fue, entre las muchas cosas que fue, un esperpento. En la sede del Banco Central en la Rambla de Barcelona, tocando plaza Catalunya, hab?a 263 rehenes en manos de una insospechada banda de delincuentes. ?Era terrorismo o un simple robo? El Gobierno se inclinaba por lo primero. El a?o era 1981, el d?a, 23 de mayo, y hac?a tres meses del intento de golpe en el Congreso. 23 de febrero, 23 de mayo: no pod?a ser casualidad. El clima no ayudaba: la democracia no estaba consolidada y en las calles la violencia arreciaba. ETA mataba, los GRAPO mataban, las fuerzas de ultraderecha acechaban. La gente ten?a miedo y el miedo, en ese momento, se concentraba en el Banco Central. Muchos pensaban que el Estado estaba en jaque. Entonces llama Jaume.
Jaume, como muchos, llama al Banco Central y logra comunicarse como si fuera un d?a normal -263 rehenes. Mil polic?as afuera, vigilando el edificio-. El hombre pide por un rehén, y cuando este se pone al teléfono le pregunta... si tiene el presupuesto de las obras. Como si no pasara nada. Como si fuera un d?a normal. Como si el rehén estuviera en su casa. Jaume le recuerda que es urgente. El rehén, que seguramente no da crédito, se enfada y le dice: “C?mo quieres que me encargue si estoy aqu?…”
Una democracia fr?gil
?Por qué no se hizo caso a la recomendaci?n de los geos de cortar las l?neas y dejar solo una para la negociaci?n? Solo se puede especular: porque todo el mundo estaba histérico. Porque muy pocos pensaban con claridad. El grupo liderado por el almeriense José Juan Mart?nez G?mez, un viejo conocido de la polic?a, hab?a entrado en el banco poco después de las nueve. Luego, por medio de una nota dejada en una cabina telef?nica, hab?an hecho saber a las autoridades que ten?an 72 horas para liberar a Tejero y otros tres militares encarcelados por el 23F, as? como para disponer dos aviones para llevarlos a todos, golpistas y atracadores, a Argentina. “Viva Espa?a”, terminaban. En ese momento parec?a eso. Un coletazo del 23F.
“Era un tiempo en que se pensaba que pod?a pasar cualquier cosa”, dice Mar Padilla, periodista y autora de ‘Asalto al Banco Central’ (Libros del K.O.), donde reconstruye lo ocurrido ese 23 de mayo por medio de entrevistas con los implicados, desde el propio Mart?nez G?mez hasta integrantes de los servicios secretos de la época. Y s?: los equilibrios sociales eran fr?giles, los pol?ticos también, y la espa?ola parec?a una democracia f?cil de desestabilizar. Seg?n Padilla, los asaltantes se aprovecharon de eso. “Que en esencia era un robo, eso es seguro. Y no me parece descartable que tuvieran el apoyo de un grupo de desestabilizaci?n, bien de las fuerzas de seguridad, bien de la ultraderecha. Alguien diciendo: ‘Ya que est?is, vamos a desestabilizar la democracia’. Eso no lo descarto”. Era un grupo de peque?os delincuentes que hab?an planeado el asalto en un bar de la Barceloneta. Un grupo tan inexperto como para creer que una broca les franquear?a la salida a través de los muros del banco. Y aun as?, lo hicieron. Pusieron en jaque la democracia.
Ramona "la del gato"
La nota convence al Gobierno de que la toma del banco es obra de guardias civiles. El general Pajuelo, entonces comandante de la Guardia Civil en Catalunya, llama al banco y pregunta por el capit?n S?nchez-Valiente, supuestamente implicado en el 23F y desaparecido desde entonces; est? convencido de que est? en el banco. El l?der de la banda, Mart?nez G?mez, alias ‘El Rubio’, alias ‘N?mero Uno’, no lo saca de su error. El teléfono de la sede bancaria es utilizado con asiduidad: un rehén llama a una mujer llamada Ramona en Morata de Jal?n, Ramona “la del gato”, pero se confunde y acaba hablando con una tal Loli. Pero ni la broca para perforar el muro de piedra ni las llamadas delirantes desde las terminales de la entidad igualan el desprop?sito del director de la polic?a y el delegado del Gobierno cuando toman la decisi?n de entrar en el banco. Nada habr?a resultado m?s f?cil para los asaltantes, si realmente hubieran tenido motivos pol?ticos, que soltar a los dem?s y quedarse con ellos.
En el libro, ‘El Rubio’ sigue sosteniendo que el objetivo del asalto era sacar del banco unos papeles relacionados con el 23F -un encargo-, “pero es la teor?a a la que menos crédito le doy”, dice Padilla. Sigue siendo, 43 a?os después, un mundo de teor?as el del asalto al Banco Central. "Las teor?as de la conspiraci?n son algo que nunca se diluye", contin?a, "sean sobre el asesinato de Kennedy, sean sobre la llegada a la Luna o sean sobre el asalto al Banco Central. Son muy de nuestro tiempo”. D?as después, el Gobierno dio por hecho que los asaltantes no ten?an motivos pol?ticos, y entonces los zanj? como “banda de chorizos, macarras y anarquistas” (general Aramburu, director de la Guardia Civil), pero lo cierto es que esos macarras consiguieron que se considerara la posibilidad de disolver la Guardia Civil. Nada refleja mejor el abismo entre lo que estaban haciendo ‘El Rubio’ y su banda y lo que afuera cre?an que estaban haciendo que la frase que le espeta un polic?a al cerebro del asalto cuando, liberado ya el banco, lo ve con las manos apoyadas contra una tanqueta de la Guardia Civil, vigilado por dos inspectores de la Brigada Antiterrorista: “Co?o, José Juan, qué haces aqu?. La que has liado”.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/asalto-banco-central-calamidad-esperpento-85804175)
Jaume, como muchos, llama al Banco Central y logra comunicarse como si fuera un d?a normal -263 rehenes. Mil polic?as afuera, vigilando el edificio-. El hombre pide por un rehén, y cuando este se pone al teléfono le pregunta... si tiene el presupuesto de las obras. Como si no pasara nada. Como si fuera un d?a normal. Como si el rehén estuviera en su casa. Jaume le recuerda que es urgente. El rehén, que seguramente no da crédito, se enfada y le dice: “C?mo quieres que me encargue si estoy aqu?…”
Una democracia fr?gil
?Por qué no se hizo caso a la recomendaci?n de los geos de cortar las l?neas y dejar solo una para la negociaci?n? Solo se puede especular: porque todo el mundo estaba histérico. Porque muy pocos pensaban con claridad. El grupo liderado por el almeriense José Juan Mart?nez G?mez, un viejo conocido de la polic?a, hab?a entrado en el banco poco después de las nueve. Luego, por medio de una nota dejada en una cabina telef?nica, hab?an hecho saber a las autoridades que ten?an 72 horas para liberar a Tejero y otros tres militares encarcelados por el 23F, as? como para disponer dos aviones para llevarlos a todos, golpistas y atracadores, a Argentina. “Viva Espa?a”, terminaban. En ese momento parec?a eso. Un coletazo del 23F.
“Era un tiempo en que se pensaba que pod?a pasar cualquier cosa”, dice Mar Padilla, periodista y autora de ‘Asalto al Banco Central’ (Libros del K.O.), donde reconstruye lo ocurrido ese 23 de mayo por medio de entrevistas con los implicados, desde el propio Mart?nez G?mez hasta integrantes de los servicios secretos de la época. Y s?: los equilibrios sociales eran fr?giles, los pol?ticos también, y la espa?ola parec?a una democracia f?cil de desestabilizar. Seg?n Padilla, los asaltantes se aprovecharon de eso. “Que en esencia era un robo, eso es seguro. Y no me parece descartable que tuvieran el apoyo de un grupo de desestabilizaci?n, bien de las fuerzas de seguridad, bien de la ultraderecha. Alguien diciendo: ‘Ya que est?is, vamos a desestabilizar la democracia’. Eso no lo descarto”. Era un grupo de peque?os delincuentes que hab?an planeado el asalto en un bar de la Barceloneta. Un grupo tan inexperto como para creer que una broca les franquear?a la salida a través de los muros del banco. Y aun as?, lo hicieron. Pusieron en jaque la democracia.
Ramona "la del gato"
La nota convence al Gobierno de que la toma del banco es obra de guardias civiles. El general Pajuelo, entonces comandante de la Guardia Civil en Catalunya, llama al banco y pregunta por el capit?n S?nchez-Valiente, supuestamente implicado en el 23F y desaparecido desde entonces; est? convencido de que est? en el banco. El l?der de la banda, Mart?nez G?mez, alias ‘El Rubio’, alias ‘N?mero Uno’, no lo saca de su error. El teléfono de la sede bancaria es utilizado con asiduidad: un rehén llama a una mujer llamada Ramona en Morata de Jal?n, Ramona “la del gato”, pero se confunde y acaba hablando con una tal Loli. Pero ni la broca para perforar el muro de piedra ni las llamadas delirantes desde las terminales de la entidad igualan el desprop?sito del director de la polic?a y el delegado del Gobierno cuando toman la decisi?n de entrar en el banco. Nada habr?a resultado m?s f?cil para los asaltantes, si realmente hubieran tenido motivos pol?ticos, que soltar a los dem?s y quedarse con ellos.
En el libro, ‘El Rubio’ sigue sosteniendo que el objetivo del asalto era sacar del banco unos papeles relacionados con el 23F -un encargo-, “pero es la teor?a a la que menos crédito le doy”, dice Padilla. Sigue siendo, 43 a?os después, un mundo de teor?as el del asalto al Banco Central. "Las teor?as de la conspiraci?n son algo que nunca se diluye", contin?a, "sean sobre el asesinato de Kennedy, sean sobre la llegada a la Luna o sean sobre el asalto al Banco Central. Son muy de nuestro tiempo”. D?as después, el Gobierno dio por hecho que los asaltantes no ten?an motivos pol?ticos, y entonces los zanj? como “banda de chorizos, macarras y anarquistas” (general Aramburu, director de la Guardia Civil), pero lo cierto es que esos macarras consiguieron que se considerara la posibilidad de disolver la Guardia Civil. Nada refleja mejor el abismo entre lo que estaban haciendo ‘El Rubio’ y su banda y lo que afuera cre?an que estaban haciendo que la frase que le espeta un polic?a al cerebro del asalto cuando, liberado ya el banco, lo ve con las manos apoyadas contra una tanqueta de la Guardia Civil, vigilado por dos inspectores de la Brigada Antiterrorista: “Co?o, José Juan, qué haces aqu?. La que has liado”.
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