الريــم
04-01-2023, 09:44 AM
C.S. Lewis: todos en pie. El reputado profesor de literatura, el brillante ensayista religioso, el cart?grafo del dolor por la muerte de su mujer (“Una pena en observaci?n”), el fant?stico narrador de las “Cr?nicas de Narnia”, el cr?tico literario erudito e innovador. De esta ?ltima faceta surge “La experiencia de leer”, un corto estudio de largo recorrido convertido en un cl?sico desde su publicaci?n en 1961, y que ahora recupera Alba editorial en su colecci?n “Tr?nsitos” con una traducci?n de Amado Diéguez. Una obra cargada de lucidez y sabidur?a que conserva su vigencia y expone reflexiones perfectamente aplicables a la actualidad literaria.
Lewis (Belfast, 1898-The Kilns, 1963) propone un experimento: “Normalmente y por tradici?n, la cr?tica literaria se dedica a juzgar libros. Su opini?n sobre la forma o las formas en que los lectores leen un libro en particular no es m?s que un corolario de su juicio por ese libro. As? pues, y casi por definici?n, tener mal gusto ser?a lo mismo que gustar de la mala literatura”. Y el autor invierte el proceso: “Que la divisi?n entre lectores o formas de leer sea nuestro punto de partida y la distinci?n entre libros el corolario”. Objetivo: descubrir en qué medida es plausible definir un buen libro porque se lee de determinada manera y mal libro porque se lee de otra muy distinta”.
Mayor?a y minor?a. ?reas distantes. “En primer lugar, la mayor?a nunca lee nada dos veces”. En cambio, “a lo largo de la vida, los aficionados a las grandes obras las pueden diez, veinte y hasta treinta veces”. La mayor?a “no concede gran valor a la lectura. La considera m?s bien un ?ltimo recurso. La abandona alegremente tan pronto como surge un pasatiempo alternativo”. La gente “letrada”, por el contrario, “anda siempre en busca de un momento de silencio y sosiego para leer y poder hacerlo prestando toda su atenci?n”. Y quien gusta de la literatura vive la primera lectura de una obra como una experiencia intensa. Lo que no les pasa a los otros lectores de paso. Claro: las personas “literarias” tienen siempre presente lo que han le?do.Las cifras no cuentan: “Lo importante es que los unos no leen de la misma manera que los otros. Hay cr?ticos que miran por encima del hombro a la mayor?a: iletrados, b?rbaros con reacciones burdas, ordinarias y vulgares. Un “peligro permanente para la civilizaci?n”. Como si leer literatura popular fuera “una infamia moral”. Lewis lo descarta: “En esa mayor?a hay ciertas personas iguales o superiores a algunos miembros de la minor?a en salud mental, virtud moral, prudencia pr?ctica, buenos modales y capacidad de adaptaci?n”. Y cuidado: “Todos los aficionados a la literatura somos conscientes de que entre nosotros no es peque?o el porcentaje de ignorantes y canallas, de personas mezquinas, retorcidas y violentas”. Mejor olvidarse de quienes practican ese apartheid.
?Y los esnobs? Qué peligro: “Est?n por completo sometidos a la influencia de las modas”. El devoto de la cultura, por el contrario, “vale como persona mucho m?s que el esnob”. Vayamos a la universidad. Sostiene Lewis que “una triste consecuencia de convertir la literatura inglesa en ‘asignatura’ tanto en los colegios como en las universidades es que, desde los cursos iniciales, en la cabeza de esos ni?os y j?venes tan obedientes y concienzudos, la lectura de los grandes autores queda ligada a la noci?n de “mérito”.
Atenci?n: “El verdadero lector siempre se toma en serio sus lecturas, porque él si lee con entrega y dedicaci?n, y tan desprejuiciadamente como es capaz. Pero por esa misma raz?n es imposible que lea con solemnidad o gravedad todos los libros que lee. Leer? con el mismo ?nimo con que el autor los escribi?”.
Y ah? es donde los puritanos fracasan estrepitosamente: “Son demasiado serios para tomarse la lectura con la seriedad debida”. Lewis ahonda en las diferencias de los h?bitos de lectura y los prejuicios derivados de ellos, las formas diversas de leer y las satisfacciones distintas que cada uno obtiene de la experiencia. Hay lectores que critican la lentitud, otros buscan verdades como pu?os sobre la vida, y no falta quien lee para darse un barniz de prestigio. Todo vale, todo informa. Como era de esperar viniendo de un escritor que huye del envaramiento y la solemnidad la obra rezuma humor, da un trato preciso y elegante a la palabra y expone sus pensamientos con claridad amena.
La experiencia de la literatura, sentencia Lewis, “sana de la herida de la individualidad sin minar sus privilegios. Hay emociones colectivas que también sanan esa herida, pero destruyen los privilegios”. En la literatura, “como en la fe, en el amor, en la acci?n moral y en el conocimiento, me trasciendo a m? mismo, nunca soy m?s que yo cuando lo hago”. Toda una declaraci?n de grandes principios propios de un gran creador.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/libro-ensayo-cs-lewis-85477429)
Lewis (Belfast, 1898-The Kilns, 1963) propone un experimento: “Normalmente y por tradici?n, la cr?tica literaria se dedica a juzgar libros. Su opini?n sobre la forma o las formas en que los lectores leen un libro en particular no es m?s que un corolario de su juicio por ese libro. As? pues, y casi por definici?n, tener mal gusto ser?a lo mismo que gustar de la mala literatura”. Y el autor invierte el proceso: “Que la divisi?n entre lectores o formas de leer sea nuestro punto de partida y la distinci?n entre libros el corolario”. Objetivo: descubrir en qué medida es plausible definir un buen libro porque se lee de determinada manera y mal libro porque se lee de otra muy distinta”.
Mayor?a y minor?a. ?reas distantes. “En primer lugar, la mayor?a nunca lee nada dos veces”. En cambio, “a lo largo de la vida, los aficionados a las grandes obras las pueden diez, veinte y hasta treinta veces”. La mayor?a “no concede gran valor a la lectura. La considera m?s bien un ?ltimo recurso. La abandona alegremente tan pronto como surge un pasatiempo alternativo”. La gente “letrada”, por el contrario, “anda siempre en busca de un momento de silencio y sosiego para leer y poder hacerlo prestando toda su atenci?n”. Y quien gusta de la literatura vive la primera lectura de una obra como una experiencia intensa. Lo que no les pasa a los otros lectores de paso. Claro: las personas “literarias” tienen siempre presente lo que han le?do.Las cifras no cuentan: “Lo importante es que los unos no leen de la misma manera que los otros. Hay cr?ticos que miran por encima del hombro a la mayor?a: iletrados, b?rbaros con reacciones burdas, ordinarias y vulgares. Un “peligro permanente para la civilizaci?n”. Como si leer literatura popular fuera “una infamia moral”. Lewis lo descarta: “En esa mayor?a hay ciertas personas iguales o superiores a algunos miembros de la minor?a en salud mental, virtud moral, prudencia pr?ctica, buenos modales y capacidad de adaptaci?n”. Y cuidado: “Todos los aficionados a la literatura somos conscientes de que entre nosotros no es peque?o el porcentaje de ignorantes y canallas, de personas mezquinas, retorcidas y violentas”. Mejor olvidarse de quienes practican ese apartheid.
?Y los esnobs? Qué peligro: “Est?n por completo sometidos a la influencia de las modas”. El devoto de la cultura, por el contrario, “vale como persona mucho m?s que el esnob”. Vayamos a la universidad. Sostiene Lewis que “una triste consecuencia de convertir la literatura inglesa en ‘asignatura’ tanto en los colegios como en las universidades es que, desde los cursos iniciales, en la cabeza de esos ni?os y j?venes tan obedientes y concienzudos, la lectura de los grandes autores queda ligada a la noci?n de “mérito”.
Atenci?n: “El verdadero lector siempre se toma en serio sus lecturas, porque él si lee con entrega y dedicaci?n, y tan desprejuiciadamente como es capaz. Pero por esa misma raz?n es imposible que lea con solemnidad o gravedad todos los libros que lee. Leer? con el mismo ?nimo con que el autor los escribi?”.
Y ah? es donde los puritanos fracasan estrepitosamente: “Son demasiado serios para tomarse la lectura con la seriedad debida”. Lewis ahonda en las diferencias de los h?bitos de lectura y los prejuicios derivados de ellos, las formas diversas de leer y las satisfacciones distintas que cada uno obtiene de la experiencia. Hay lectores que critican la lentitud, otros buscan verdades como pu?os sobre la vida, y no falta quien lee para darse un barniz de prestigio. Todo vale, todo informa. Como era de esperar viniendo de un escritor que huye del envaramiento y la solemnidad la obra rezuma humor, da un trato preciso y elegante a la palabra y expone sus pensamientos con claridad amena.
La experiencia de la literatura, sentencia Lewis, “sana de la herida de la individualidad sin minar sus privilegios. Hay emociones colectivas que también sanan esa herida, pero destruyen los privilegios”. En la literatura, “como en la fe, en el amor, en la acci?n moral y en el conocimiento, me trasciendo a m? mismo, nunca soy m?s que yo cuando lo hago”. Toda una declaraci?n de grandes principios propios de un gran creador.
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