الريــم
03-31-2023, 08:20 PM
Antonio Soler es pausado, seguro, como su literatura. Fue atleta, de ah? viene su pasi?n por el ritmo, por esa especie de sintaxis que ha hecho de su m?sculo literario una m?sica precisa, insobornable, que no se anda por las veredas de la especulaci?n o el espect?culo. Libros suyos han sido llevados al cine ('El camino de los ingleses', que dirigi? su paisano, y amigo, Antonio Banderas) seguramente porque su escritura, que es como de riscos perfectos, no se detiene en circunloquios sino que se basa en im?genes, como su imprescindible 'Sacramento' (como casi todos sus libros m?s recientes, publicado en Galaxia Gutenberg), en el que un sacerdote de la posguerra, un tipo real, malague?o como él, muy influyente en la feligres?a femenina, hizo del confesionario y el p?lpito escenario de sus org?as sexuales.
Son im?genes y hechos cuya combinaci?n es una literatura exigente, cortada como a cuchillo, a la que ahora se a?ade un libro que sali? hace a?os pero que apenas tuvo distribuci?n. Se trata de 'El sue?o del caim?n', en el que restalla como un dolor la herencia fatal que los perdedores de la Guerra Civil recibieron de los duelos de la contienda.
Esta conversaci?n la mantuvimos en M?laga, donde naci? en 1956, y aqu? est? tal como fue pues, como en los libros, y como en la vida real, de lo que dice Antonio Soler no sobra nada.
Al final de este libro hay una frase que dice: “Escribo todas las palabras que puede dejar tras de s? un hombre.” Supongo que no es s?lo el personaje quien dice eso, sino también el escritor.S?. Es una especie de mixtura entre lo personal y el personaje. Cuando escrib? esta novela ten?a 49 a?os y me imaginaba a un individuo al que le hab?an ido las cosas bastante mal y ten?a unos 20 a?os m?s que yo. Ahora que estoy m?s cerca de esa edad, veo que a lo mejor me precipité en el estado an?mico, pero en ese momento quer?a que su vida fuera una especie de p?ramo. Aunque el libro no es muy extenso, ni sus palabras un gran torrente, quer?a cerrar as? el balance de una vida. En ese sentido, mi estilo sufri? una especie de contracci?n, se desprendi? de muchos adornos e intenté ir m?s al n?cleo de la historia.P. ?Eso tiene que ver con la manera de afrontar su propia vida, Antonio?
R. S?. Porque tengo personajes que comparten mi propia mirada del mundo. Sin duda. Quiz? este personaje del que hablamos no tanto, pero otros s?. El ni?o protagonista de 'Una historia violenta', que no se siente en armon?a con lo que ve, que no sabe cu?l es su papel en esta obra de teatro que es la vida, es mi mirada. Esa mirada de desconcierto es la que yo ten?a cuando era ni?o. En novelas posteriores también hay alg?n personaje que tiene que ver conmigo. No necesariamente el protagonista. En Sur, por ejemplo, un secundario tiene que ver mucho con mi etapa de juventud. Es un hombre que se va acercando a la escritura, no s?lo como medio de vida sino como algo vital. La literatura me ha servido para armonizarme con la sociedad, con el mundo. Por tanto, ha sido un elemento vital. Es el conocimiento de m? mismo y el conocimiento de los dem?s.
P. La escritura siempre ha sido un elemento de enorme exigencia para usted. ?Por qué escribe con esa profundidad?
R. Es una exigencia. Lo fundamental de la literatura no es el qué sino el c?mo. Yo siempre pongo un ejemplo: dos personas se enamoran, pero sus familias est?n enfrentadas y los obligan a separarse. Esto puede ser un culebr?n venezolano o puede ser 'Romeo y Julieta'. Lo fundamental es c?mo se va a contar eso y qué va a revelarse de los seres humanos ah?. Yo nac? a finales del 56 en M?laga, que hab?a sido muy represaliada, dentro de una familia republicana, mi padre estuvo en la guerra. Esto era lo que me contaba mi abuela en mi infancia y yo no sé si eso contribuy? a la extra?eza con el medio que me rodeaba. En los a?os 60 hab?a que aceptar al régimen, recuerdo el referéndum sobre el apoyo a Franco y un vecino diciéndole a mi padre: ?pero c?mo vas a votar no! Recuerdo también que mi padre pegaba los sellos de Franco en los sobres con un pu?etazo, para darle. A m? nadie me dec?a nada, pero un cura iba a mi casa y preguntaba por qué no ?bamos a la iglesia. Mi familia era laica y… todo eso conform? un deseo de averiguar, de saber de d?nde proven?a el desarraigo familiar en el entorno. Pienso que mi desarraigo era doble: el natural, de ni?o que no comprend?a muchas cosas de los adultos, y el social también, porque mi familia estaba un poco desconectada de lo que nos rodeaba.
P. Todos sus libros tienen que ver con esa época. ?Hasta qué punto son su autobiograf?a?
R. Es cierto que, después de los primeros titubeos por encontrar mi espacio narrativo, empecé a tomar conciencia de que yo era el notario de mi familia. El que iba a dejar constancia de una serie de personas que no hab?an dejado noticia de lo que fueron e hicieron, como yo pensaba que merec?an. En una ocasi?n me dijeron: qué bien conoces a los débiles. Y yo contesté: es que soy uno de ellos.
Me dijeron: "qué bien conoces a los débiles". Es que soy uno de ellos
P. Eso se puede verificar en muchos de sus libros. Ah? est? la Espa?a, digamos, dif?cil. Y usted es el habitante que mira. ?Cu?les son los libros que explican de manera m?s fiel de contar lo que ha pasado?
R. Remitiéndome al pasado, o a un mundo anterior a m?, quiz? 'El nombre que ahora digo'. Porque transcurre durante la Guerra Civil tal y como la vivieron mis padres y mis abuelos. Ah? est? mucho de lo que me cont? mi abuela. Episodios dram?ticos y aventuras. Persecuciones, fusilamientos… todo eso. Y luego est? Sur, por lo que tiene de alg?n personaje muy cercano a m? y al mundo que he ido atravesando. A veces, hablando con amigos burgueses, me da la sensaci?n de que tienen un conocimiento fallido. Porque hablan de otro mundo, que yo he conocido, como turistas o personas que han visto documentales pero que no tienen un conocimiento real.
P. En sus libros también hay una ambici?n estética, pienso en 'Ap?stoles y asesinos'. ?A qué se oblig? en ese libro en particular?
R. Fue un acto de exigencia y de disciplina y me obligué, fundamentalmente, a no inventar nada. Claro, si no inventas nada parece que est?s escribiendo un libro de Historia. Por eso la dificultad de mantener el pulso de un novelista. Entonces utilicé descripciones de personajes y de ambientes, met?foras… pero sin inventar. O por lo menos considero que eso fue lo que traté de hacer.
P. ?Qué consecuencias tiene para usted lo que se exige al escribir?
R. Yo me exijo dar el m?ximo en cada momento, no dar por bueno algo que me parece endeble. Yo fui atleta de competici?n y, siempre que sal?a a correr, sab?a que no iba a romper el récord del mundo. Pero corr?a como si lo fuese a romper. Y ese es el mismo intento que me lleva a escribir. Siempre dar lo m?ximo y corregir lo que hago y no dar por bueno algo que ha salido f?cil, sino volver a revisarlo. Un amigo editor me dijo que una chica que quer?a ser editora le estuvo haciendo preguntas sobre el oficio y él le dijo que hab?a diferentes tipos de autores: est?n los que les puedes tocar cosas del texto y los que, si les tocas algo, se cae todo. Y al decir esto, le cont? sobre mis libros. Pues… s?: es lo yo que intento.
P. Bueno, ahora también hay editores que parece que no le prestan mucha atenci?n al libro.
R. S?, es verdad. Hay casos en los que se nota. El nivel de inmediatez en el que vivimos tiene esas cosas. Y, adem?s, parece que hay una gran confusi?n en el panorama literario.
P. En fin, 'El sue?o del caim?n' ha vuelto. El tono de esa novela est? en muchos de sus libros. ?Ha sido a prop?sito?
R. Antes de empezar a escribir cualquier novela pienso mucho en cu?l ser?a la estructura m?s adecuada para contar esa historia. Con El sue?o del caim?n me parec?a que la indagaci?n m?xima era desde el interior del personaje, sobre el hartazgo de un pa?s cansado de no dar por finalizada la guerra. En 2005, cuando lo escrib?, parec?a que eso ya era cuesti?n de personas mayores que hab?an vivido la guerra o que eran hijos muy cercanos de la guerra. Lo curioso es que, 17 a?os después, todo eso est? muy vivo por la utilizaci?n pol?tica de un hecho hist?rico como es la Guerra Civil. Ah? es donde creo que hay un gran error pol?tico. Eso de no dar por cerrado el conflicto est? avivado por sectores que ojal? desparezcan pronto, pero de momento… parece que no.
P. ?Qué supone eso para este pa?s en la actualidad? Ese recuerdo avieso de ganadores y perdedores, de buenos y malos.
R. A m? me parece un lastre enorme porque no dar por buena la Transici?n, que obviamente no fue perfecta, pero s? muy ?til, nos perjudica mucho como sociedad. No cerrar un hecho hist?rico como la Guerra Civil, también. Porque no hacerlo implicar?a que hoy le estuviéramos pidiendo cuentas todav?a a Francia por la invasi?n napole?nica o a Italia por la invasi?n romana. Hay muchos pa?ses que ponen como ejemplo a la Transici?n espa?ola. ?Por qué no nos damos cuenta de eso?
Ahora hay una gran confusi?n en el panorama literario
P. En este libro también indaga en la parte sombr?a que le qued? a este pa?s después de una guerra. ?C?mo naci? la novela?
R. Pues fue curioso porque, en 2004, me invitaron a dar una serie de conferencias en la Universidad de Toronto y una ma?ana entré en el despacho de una profesora y vi un sobre en su escritorio, con el remite hacia arriba. Pon?a Batall?n Mackenzie-Papineau, de las brigadas internacionales. La profesora se dio cuenta de que yo miraba el sobre y me dijo que iba a haber un homenaje a los brigadistas. Le pregunté que cu?ndo y me dijo que poco después de que yo volviera a Espa?a, pero que si quer?a ella me presentaba a un brigadista para que lo conociera. Estuve hablando con un antiguo brigadista y ah? empecé a pensar en la novela. Ese fue el origen.
P. Hablar de gente como ese brigadista es una manera de describir a este pa?s.
R. S?, yo creo que esa es una de las funciones de la literatura. De hecho, recuerdo que un lector me pregunt? si un personaje estaba inspirado en Jorge Sempr?n, pero… al escribir yo no pensé en nombre y apellidos concretos.
P. Uno de los personajes de este libro evoca una linterna para alumbrar la oscuridad de lo que est? contando.
R. S?. Pero es una postura bastante c?nica, porque también cuenta que cuando estaban en el campo y, por la noche, daban la linterna y encontraban p?jaros dormidos, uno disparaba para matarlos. Y eso también era lo que se hac?a entonces con la gente, ?no? Eso s?, él dice: yo no disparo, yo s?lo enciendo la linterna. Por eso digo que es una postura c?nica. Es una forma de lavarse las manos. Pero es tan responsable el que enciende la linterna como el que dispara.
P. Otro dice: “Antes de que yo viniera al mundo todo era mejor.” Esa parece una frase de Antonio Soler, ?no?
R. S?, jajajaja. S?, claro. Eso forma parte mi historia personal. Es algo que yo he pensado: cuando yo nac? en mi familia hubo cierto declive, o por lo menos el mundo id?lico de mi familia pareci? romperse un poco después de que yo llegara.
P. ?Cu?nto de usted hay en los libros que escribe?
R. El cien por cien. Incluso los personajes con los que no comulgo tiene una mirada que es la m?a. Eso s?, yo intento que no haya un juicio o una condena, intento que haya una compasi?n cervantina con todos. Al final, escribes de lo ajeno pero desde tu propia subjetividad.
P. Al final de este libro hay una resurrecci?n de la primavera. ?Es realmente as??
R. S?. Yo creo que el final del periodo oscuro de la dictadura, con la llegada de la democracia y luego con el desencanto y m?s tarde con la normalizaci?n de los problemas l?gicos de una democracia, hab?a lugar para cierta esperanza. Luego hemos visto que hay elementos extremos que ahondan en el enfrentamiento, pero salvo eso, socialmente podemos estar medianamente satisfechos.
'El sue?o del caim?n'
Antonio Soler
Galaxia Gutenberg
184 p?ginas
19 euros
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/antonio-soler-lastre-enorme-dar-85460937)
Son im?genes y hechos cuya combinaci?n es una literatura exigente, cortada como a cuchillo, a la que ahora se a?ade un libro que sali? hace a?os pero que apenas tuvo distribuci?n. Se trata de 'El sue?o del caim?n', en el que restalla como un dolor la herencia fatal que los perdedores de la Guerra Civil recibieron de los duelos de la contienda.
Esta conversaci?n la mantuvimos en M?laga, donde naci? en 1956, y aqu? est? tal como fue pues, como en los libros, y como en la vida real, de lo que dice Antonio Soler no sobra nada.
Al final de este libro hay una frase que dice: “Escribo todas las palabras que puede dejar tras de s? un hombre.” Supongo que no es s?lo el personaje quien dice eso, sino también el escritor.S?. Es una especie de mixtura entre lo personal y el personaje. Cuando escrib? esta novela ten?a 49 a?os y me imaginaba a un individuo al que le hab?an ido las cosas bastante mal y ten?a unos 20 a?os m?s que yo. Ahora que estoy m?s cerca de esa edad, veo que a lo mejor me precipité en el estado an?mico, pero en ese momento quer?a que su vida fuera una especie de p?ramo. Aunque el libro no es muy extenso, ni sus palabras un gran torrente, quer?a cerrar as? el balance de una vida. En ese sentido, mi estilo sufri? una especie de contracci?n, se desprendi? de muchos adornos e intenté ir m?s al n?cleo de la historia.P. ?Eso tiene que ver con la manera de afrontar su propia vida, Antonio?
R. S?. Porque tengo personajes que comparten mi propia mirada del mundo. Sin duda. Quiz? este personaje del que hablamos no tanto, pero otros s?. El ni?o protagonista de 'Una historia violenta', que no se siente en armon?a con lo que ve, que no sabe cu?l es su papel en esta obra de teatro que es la vida, es mi mirada. Esa mirada de desconcierto es la que yo ten?a cuando era ni?o. En novelas posteriores también hay alg?n personaje que tiene que ver conmigo. No necesariamente el protagonista. En Sur, por ejemplo, un secundario tiene que ver mucho con mi etapa de juventud. Es un hombre que se va acercando a la escritura, no s?lo como medio de vida sino como algo vital. La literatura me ha servido para armonizarme con la sociedad, con el mundo. Por tanto, ha sido un elemento vital. Es el conocimiento de m? mismo y el conocimiento de los dem?s.
P. La escritura siempre ha sido un elemento de enorme exigencia para usted. ?Por qué escribe con esa profundidad?
R. Es una exigencia. Lo fundamental de la literatura no es el qué sino el c?mo. Yo siempre pongo un ejemplo: dos personas se enamoran, pero sus familias est?n enfrentadas y los obligan a separarse. Esto puede ser un culebr?n venezolano o puede ser 'Romeo y Julieta'. Lo fundamental es c?mo se va a contar eso y qué va a revelarse de los seres humanos ah?. Yo nac? a finales del 56 en M?laga, que hab?a sido muy represaliada, dentro de una familia republicana, mi padre estuvo en la guerra. Esto era lo que me contaba mi abuela en mi infancia y yo no sé si eso contribuy? a la extra?eza con el medio que me rodeaba. En los a?os 60 hab?a que aceptar al régimen, recuerdo el referéndum sobre el apoyo a Franco y un vecino diciéndole a mi padre: ?pero c?mo vas a votar no! Recuerdo también que mi padre pegaba los sellos de Franco en los sobres con un pu?etazo, para darle. A m? nadie me dec?a nada, pero un cura iba a mi casa y preguntaba por qué no ?bamos a la iglesia. Mi familia era laica y… todo eso conform? un deseo de averiguar, de saber de d?nde proven?a el desarraigo familiar en el entorno. Pienso que mi desarraigo era doble: el natural, de ni?o que no comprend?a muchas cosas de los adultos, y el social también, porque mi familia estaba un poco desconectada de lo que nos rodeaba.
P. Todos sus libros tienen que ver con esa época. ?Hasta qué punto son su autobiograf?a?
R. Es cierto que, después de los primeros titubeos por encontrar mi espacio narrativo, empecé a tomar conciencia de que yo era el notario de mi familia. El que iba a dejar constancia de una serie de personas que no hab?an dejado noticia de lo que fueron e hicieron, como yo pensaba que merec?an. En una ocasi?n me dijeron: qué bien conoces a los débiles. Y yo contesté: es que soy uno de ellos.
Me dijeron: "qué bien conoces a los débiles". Es que soy uno de ellos
P. Eso se puede verificar en muchos de sus libros. Ah? est? la Espa?a, digamos, dif?cil. Y usted es el habitante que mira. ?Cu?les son los libros que explican de manera m?s fiel de contar lo que ha pasado?
R. Remitiéndome al pasado, o a un mundo anterior a m?, quiz? 'El nombre que ahora digo'. Porque transcurre durante la Guerra Civil tal y como la vivieron mis padres y mis abuelos. Ah? est? mucho de lo que me cont? mi abuela. Episodios dram?ticos y aventuras. Persecuciones, fusilamientos… todo eso. Y luego est? Sur, por lo que tiene de alg?n personaje muy cercano a m? y al mundo que he ido atravesando. A veces, hablando con amigos burgueses, me da la sensaci?n de que tienen un conocimiento fallido. Porque hablan de otro mundo, que yo he conocido, como turistas o personas que han visto documentales pero que no tienen un conocimiento real.
P. En sus libros también hay una ambici?n estética, pienso en 'Ap?stoles y asesinos'. ?A qué se oblig? en ese libro en particular?
R. Fue un acto de exigencia y de disciplina y me obligué, fundamentalmente, a no inventar nada. Claro, si no inventas nada parece que est?s escribiendo un libro de Historia. Por eso la dificultad de mantener el pulso de un novelista. Entonces utilicé descripciones de personajes y de ambientes, met?foras… pero sin inventar. O por lo menos considero que eso fue lo que traté de hacer.
P. ?Qué consecuencias tiene para usted lo que se exige al escribir?
R. Yo me exijo dar el m?ximo en cada momento, no dar por bueno algo que me parece endeble. Yo fui atleta de competici?n y, siempre que sal?a a correr, sab?a que no iba a romper el récord del mundo. Pero corr?a como si lo fuese a romper. Y ese es el mismo intento que me lleva a escribir. Siempre dar lo m?ximo y corregir lo que hago y no dar por bueno algo que ha salido f?cil, sino volver a revisarlo. Un amigo editor me dijo que una chica que quer?a ser editora le estuvo haciendo preguntas sobre el oficio y él le dijo que hab?a diferentes tipos de autores: est?n los que les puedes tocar cosas del texto y los que, si les tocas algo, se cae todo. Y al decir esto, le cont? sobre mis libros. Pues… s?: es lo yo que intento.
P. Bueno, ahora también hay editores que parece que no le prestan mucha atenci?n al libro.
R. S?, es verdad. Hay casos en los que se nota. El nivel de inmediatez en el que vivimos tiene esas cosas. Y, adem?s, parece que hay una gran confusi?n en el panorama literario.
P. En fin, 'El sue?o del caim?n' ha vuelto. El tono de esa novela est? en muchos de sus libros. ?Ha sido a prop?sito?
R. Antes de empezar a escribir cualquier novela pienso mucho en cu?l ser?a la estructura m?s adecuada para contar esa historia. Con El sue?o del caim?n me parec?a que la indagaci?n m?xima era desde el interior del personaje, sobre el hartazgo de un pa?s cansado de no dar por finalizada la guerra. En 2005, cuando lo escrib?, parec?a que eso ya era cuesti?n de personas mayores que hab?an vivido la guerra o que eran hijos muy cercanos de la guerra. Lo curioso es que, 17 a?os después, todo eso est? muy vivo por la utilizaci?n pol?tica de un hecho hist?rico como es la Guerra Civil. Ah? es donde creo que hay un gran error pol?tico. Eso de no dar por cerrado el conflicto est? avivado por sectores que ojal? desparezcan pronto, pero de momento… parece que no.
P. ?Qué supone eso para este pa?s en la actualidad? Ese recuerdo avieso de ganadores y perdedores, de buenos y malos.
R. A m? me parece un lastre enorme porque no dar por buena la Transici?n, que obviamente no fue perfecta, pero s? muy ?til, nos perjudica mucho como sociedad. No cerrar un hecho hist?rico como la Guerra Civil, también. Porque no hacerlo implicar?a que hoy le estuviéramos pidiendo cuentas todav?a a Francia por la invasi?n napole?nica o a Italia por la invasi?n romana. Hay muchos pa?ses que ponen como ejemplo a la Transici?n espa?ola. ?Por qué no nos damos cuenta de eso?
Ahora hay una gran confusi?n en el panorama literario
P. En este libro también indaga en la parte sombr?a que le qued? a este pa?s después de una guerra. ?C?mo naci? la novela?
R. Pues fue curioso porque, en 2004, me invitaron a dar una serie de conferencias en la Universidad de Toronto y una ma?ana entré en el despacho de una profesora y vi un sobre en su escritorio, con el remite hacia arriba. Pon?a Batall?n Mackenzie-Papineau, de las brigadas internacionales. La profesora se dio cuenta de que yo miraba el sobre y me dijo que iba a haber un homenaje a los brigadistas. Le pregunté que cu?ndo y me dijo que poco después de que yo volviera a Espa?a, pero que si quer?a ella me presentaba a un brigadista para que lo conociera. Estuve hablando con un antiguo brigadista y ah? empecé a pensar en la novela. Ese fue el origen.
P. Hablar de gente como ese brigadista es una manera de describir a este pa?s.
R. S?, yo creo que esa es una de las funciones de la literatura. De hecho, recuerdo que un lector me pregunt? si un personaje estaba inspirado en Jorge Sempr?n, pero… al escribir yo no pensé en nombre y apellidos concretos.
P. Uno de los personajes de este libro evoca una linterna para alumbrar la oscuridad de lo que est? contando.
R. S?. Pero es una postura bastante c?nica, porque también cuenta que cuando estaban en el campo y, por la noche, daban la linterna y encontraban p?jaros dormidos, uno disparaba para matarlos. Y eso también era lo que se hac?a entonces con la gente, ?no? Eso s?, él dice: yo no disparo, yo s?lo enciendo la linterna. Por eso digo que es una postura c?nica. Es una forma de lavarse las manos. Pero es tan responsable el que enciende la linterna como el que dispara.
P. Otro dice: “Antes de que yo viniera al mundo todo era mejor.” Esa parece una frase de Antonio Soler, ?no?
R. S?, jajajaja. S?, claro. Eso forma parte mi historia personal. Es algo que yo he pensado: cuando yo nac? en mi familia hubo cierto declive, o por lo menos el mundo id?lico de mi familia pareci? romperse un poco después de que yo llegara.
P. ?Cu?nto de usted hay en los libros que escribe?
R. El cien por cien. Incluso los personajes con los que no comulgo tiene una mirada que es la m?a. Eso s?, yo intento que no haya un juicio o una condena, intento que haya una compasi?n cervantina con todos. Al final, escribes de lo ajeno pero desde tu propia subjetividad.
P. Al final de este libro hay una resurrecci?n de la primavera. ?Es realmente as??
R. S?. Yo creo que el final del periodo oscuro de la dictadura, con la llegada de la democracia y luego con el desencanto y m?s tarde con la normalizaci?n de los problemas l?gicos de una democracia, hab?a lugar para cierta esperanza. Luego hemos visto que hay elementos extremos que ahondan en el enfrentamiento, pero salvo eso, socialmente podemos estar medianamente satisfechos.
'El sue?o del caim?n'
Antonio Soler
Galaxia Gutenberg
184 p?ginas
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