الريــم
03-30-2023, 05:30 PM
La vida te va diciendo “no lo intentes”, hasta que finalmente ella misma te dice “f?jate”, y eso es lo que ha pasado esta pasada noche, previa a mi despedida de la vida en C?diz, acaso la ciudad m?s bella y chiquita del mundo. Llena de luz y de sombras, como una dama o como un ni?o. Me voy, as? es la vida. Dije, al llegar, que daba vergüenza irse lejos de C?diz, pero aqu? estoy, march?ndome.
Una ciudad en la que, la primera vez que vine, sent? que era parte de mi isla, a la que llegaban los tristes estudiantes alegres, a aprender medicina. Luego la vida, la vislumbré, m?s bien, por las noches. Era tan bella, tan querida, tan nocturna, que parec?a esperar alegr?a o tristeza, pero siempre estaba alerta, al acecho, como un p?jaro que viniera en los barcos de Col?n antes de llegar a La Gomera.
Esta vez vine a un Congreso de la Lengua, el que se ha celebrado aqu? en lugar de en Arequipa, Per?, porque all? las cosas est?n que arden. Aqu? est?n mejor las cosas desde hace rato, pero Espa?a vive como si le fuera mal. Hay maldad en rincones de la vida, est? todo patas arriba, pero es mentira. Casi todo est? mejor que en cualquier parte, aunque la gente vive quej?ndose para desvivirse, pero es mentira.
C?diz, por ejemplo, es feliz, como son otros islotes de islas felices, o de continentes miniados en los que caben los buenos y los malos. Por la ma?ana, sin embargo, se despiertan feroces los caballos perversos, y vuelve la televisi?n, la radio o los peri?dicos, a decir que todo va a peor, y no es cierto. Va peor donde matan y donde obedecen a los que mandan matar. Los ni?os van a las escuelas y vuelven y nadie los persigue. Persegu?an cuando el napalm y persiguen en pa?ses horribles que no se salen con la suya, aunque siguen matando, con sus fusiles de acabar con todo.
Me voy de C?diz, esta ma?ana. Cuando ustedes vean que ya no hay luz en este soporte, es que me he ido. Se quedar?n amigos, rememorando conversaciones de la noche, poetas a los que les he entregado mi energ?a, seres humanos a los que acabo de conocer en las barras de los bares, y todo lo que vean que dejé atr?s es esencialmente como un reloj de arena al que me aferro para que no me quiten los horarios que me quedan.
Irse de C?diz es vivir de otra partida, y alg?n d?a tendré que decirlo con menos palabras, porque la verdad es que ya me estoy yendo y no quiero dar m?s detalles de la despedida. Ojal? un d?a, temprano, cuente que C?diz se va conmigo, pero me voy solo, como un tablero de ni?os jugando al escondite.
Ayer por la ma?ana muy temprano fui a una de esas tenidas que me depara el trabajo. Iba a acompa?ar a mi amigo el escritor Gonzalo Celorio, acaso el m?s l?cido, y tranquilo, de los acompa?antes. ?bamos a donde no nos esperaban sino el silencio o las palabras. No hab?a, ni siquiera, sillas donde estuviéramos bien sentados, hasta que nos sentaron, y yo sent? enseguida que iba a estar charlando con él sobre la voluntad que lo mantiene: la literatura.
Antes, por la ma?ana, le escuché entrar en una sala donde estaban diccionarios mexicanos (Diccionario de mexicanismos) en los que él ha colaborado. Estaban relucientes esos diccionarios, como de plata, azul u oro, y abr? uno de ellos, una caja como de aguardiente esperando por nosotros. Nadie se crey? lo que encontré enseguida que saqué el diccionario de la materia amarilla que lo guardaba, de modo que en cuanto abr? el envoltorio y hallé lo que ven?a en la acepci?n correspondiente alguien dijo: “Eso lo ha inventado”.
No me lo hab?a inventado. Dec?a exactamente esto la definici?n que nos esperaba: chingaputamadrazo. Creo que el ?nico que me crey? que eso estaba ah? escrito fue el burrito de Juan Marsé, este peque?o platero sin obsesiones que me acompa?a desde que llegué el lunes a sentir que C?diz es mi patria, o mi sol, o mis noches, o una despedida.
Un d?a, quiz?, cuando vuelva a C?diz, contaré aqu? o en cualquier parte por qué ahora, a esta hora de la noche, me siento tan feliz de haber acompa?ado al burrito a decirle hola a la ciudad para decir, también, que ya nos vemos.
Hasta siempre, o no quién sabe.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/chingaputamadrazo-85396509)
Una ciudad en la que, la primera vez que vine, sent? que era parte de mi isla, a la que llegaban los tristes estudiantes alegres, a aprender medicina. Luego la vida, la vislumbré, m?s bien, por las noches. Era tan bella, tan querida, tan nocturna, que parec?a esperar alegr?a o tristeza, pero siempre estaba alerta, al acecho, como un p?jaro que viniera en los barcos de Col?n antes de llegar a La Gomera.
Esta vez vine a un Congreso de la Lengua, el que se ha celebrado aqu? en lugar de en Arequipa, Per?, porque all? las cosas est?n que arden. Aqu? est?n mejor las cosas desde hace rato, pero Espa?a vive como si le fuera mal. Hay maldad en rincones de la vida, est? todo patas arriba, pero es mentira. Casi todo est? mejor que en cualquier parte, aunque la gente vive quej?ndose para desvivirse, pero es mentira.
C?diz, por ejemplo, es feliz, como son otros islotes de islas felices, o de continentes miniados en los que caben los buenos y los malos. Por la ma?ana, sin embargo, se despiertan feroces los caballos perversos, y vuelve la televisi?n, la radio o los peri?dicos, a decir que todo va a peor, y no es cierto. Va peor donde matan y donde obedecen a los que mandan matar. Los ni?os van a las escuelas y vuelven y nadie los persigue. Persegu?an cuando el napalm y persiguen en pa?ses horribles que no se salen con la suya, aunque siguen matando, con sus fusiles de acabar con todo.
Me voy de C?diz, esta ma?ana. Cuando ustedes vean que ya no hay luz en este soporte, es que me he ido. Se quedar?n amigos, rememorando conversaciones de la noche, poetas a los que les he entregado mi energ?a, seres humanos a los que acabo de conocer en las barras de los bares, y todo lo que vean que dejé atr?s es esencialmente como un reloj de arena al que me aferro para que no me quiten los horarios que me quedan.
Irse de C?diz es vivir de otra partida, y alg?n d?a tendré que decirlo con menos palabras, porque la verdad es que ya me estoy yendo y no quiero dar m?s detalles de la despedida. Ojal? un d?a, temprano, cuente que C?diz se va conmigo, pero me voy solo, como un tablero de ni?os jugando al escondite.
Ayer por la ma?ana muy temprano fui a una de esas tenidas que me depara el trabajo. Iba a acompa?ar a mi amigo el escritor Gonzalo Celorio, acaso el m?s l?cido, y tranquilo, de los acompa?antes. ?bamos a donde no nos esperaban sino el silencio o las palabras. No hab?a, ni siquiera, sillas donde estuviéramos bien sentados, hasta que nos sentaron, y yo sent? enseguida que iba a estar charlando con él sobre la voluntad que lo mantiene: la literatura.
Antes, por la ma?ana, le escuché entrar en una sala donde estaban diccionarios mexicanos (Diccionario de mexicanismos) en los que él ha colaborado. Estaban relucientes esos diccionarios, como de plata, azul u oro, y abr? uno de ellos, una caja como de aguardiente esperando por nosotros. Nadie se crey? lo que encontré enseguida que saqué el diccionario de la materia amarilla que lo guardaba, de modo que en cuanto abr? el envoltorio y hallé lo que ven?a en la acepci?n correspondiente alguien dijo: “Eso lo ha inventado”.
No me lo hab?a inventado. Dec?a exactamente esto la definici?n que nos esperaba: chingaputamadrazo. Creo que el ?nico que me crey? que eso estaba ah? escrito fue el burrito de Juan Marsé, este peque?o platero sin obsesiones que me acompa?a desde que llegué el lunes a sentir que C?diz es mi patria, o mi sol, o mis noches, o una despedida.
Un d?a, quiz?, cuando vuelva a C?diz, contaré aqu? o en cualquier parte por qué ahora, a esta hora de la noche, me siento tan feliz de haber acompa?ado al burrito a decirle hola a la ciudad para decir, también, que ya nos vemos.
Hasta siempre, o no quién sabe.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/chingaputamadrazo-85396509)