الريــم
03-21-2023, 04:20 PM
Pasadas las 10.00 horas, el "Bar Manolo", un cl?sico junto al Congreso, estaba casi vac?o. Tres mesas ocupadas tan solo, la mayor?a por personal de seguridad de altos cargos y por agentes de la Polic?a Nacional en su rato de descanso. La barra, desierta. La bandeja de churros, llena. El camarero pregunt? al recién llegado: “?C?mo est? la cosa ah? dentro?”.
“La cosa” es la moci?n de censura y “ah? dentro” es el Congreso de los Diputados. “Ah? va”, responde el cliente. Luego se produjo una breve charla sobre las intenciones de Vox con una moci?n que durante las dos primeras horas de debate ha enfrentado con rudeza al l?der de la formaci?n proponente, Santiago Abascal, y al presidente del Gobierno, Pedro S?nchez. ?Y Ram?n Tamames, el candidato? Pues como los dem?s diputados: a escuchar.
Resultaba chocante salir de la C?mara Baja pasadas las 10.00 horas. El patio respiraba tranquilidad, del pasillo contiguo al hemiciclo (la galer?a del Orden del D?a, que as? se llama) se observaba ?nicamente quietud. Era l?gico, estaba hablando S?nchez, quien no esper? al discurso de Tamames para desplegar su proyecto de pa?s, y sobre todo, sus logros. En cuanto acab? Abascal, el presidente pidi? la palabra y subi? a la tribuna. El duelo, en verdad, es éste. No se ha hecho esperar.
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Todo ese relax chocaba, en verdad, con el ambiente enrarecido del hemiciclo, escenario de nuevo de diatribas varias. Hablaba el presidente, s?, y los diputados/as (casi 350, que no han ido todos) escuchaban. Hablaba el presidente y los periodistas, unos 260 acreditados las 10.00 horas, viv?an sumergidos en sus port?tiles, en sus libretas y en sus minutajes. Nada puede quedar al azar. M?xima concentraci?n en el hemiciclo, por tanto. Silencio respetuoso, lo cual es siempre bienvenido.
M?s arriba, en las tribunas de invitados, la expectaci?n de los familiares del candidato. Han venido unos cuantos. También allegados. La tribuna de p?blico, por cierto, mostraba un aspecto m?s que bueno, ocupadas todas las localidades. Igual las de prensa, a ambos lados.
Ahora bien, un indicador de la relevancia de debates con solemnidad, y el de la moci?n de censura lo es, es el aforo de la tribuna de autoridades. Cuando algo trascendental est? en juego, por ah? suelen estar presidentes auton?micos o embajadores. Este martes, no. Este martes s?lo ha ido Ander Gil, el presidente del Senado, a quien, como cuarta autoridad del Estado, le corresponde un hueco especial. Tiene boato semejante puesto, pero contrastaba la parafernalia con la soledad tras su espalda. Apenas tres personas. (En el receso de las 11.30 horas, sin embargo, se fue Gil y ya no qued? nadie).
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Primer d?a de primavera
A veces, ante sesiones de enjundia, alguien convoca una manifestaci?n cerca del Congreso. Un acto de protesta. La moci?n de censura no ha despertado los instintos reivindicativos de nadie, al menos a primera hora de este martes. Ni un solo grito de malestar en los aleda?os de la carrera de San Jer?nimo, que ense?aba el traj?n habitual. Ni tr?fico congestionado, ni problemas de tr?nsito, ni colas en las cafeter?as pr?ximas al Congreso. M?s polic?a, s?, pero ya.
Protestas, protestas, lo que se dice protestas, bueno, s?, las de una se?ora, banderola de Espa?a ondeante entre sus manos. Se apost? en Carrera de San Jer?nimo, frente a la verja del patio de Floridablanca, y se prodig? en exabruptos groseros que no merece la pena reproducir. Hasta aqu? el mapa del malestar en el entorno del Congreso de los Diputados, al menos hasta las 10.00 horas del martes 21 de marzo de 2023, primer d?a de la primavera.
Un mapa que, seg?n fue avanzando la ma?ana, subi? el tama?o y el volumen. La se?ora, de hecho, tuvo que cambiar de ubicaci?n para que se le oyera la voz. Se fue al acceso de la calle Zorrilla porque, en la plaza de las Cortes, una asociaci?n en busca de soluciones para los afectados por la talidomida levant? un puesto, una pantalla y unos altavoces para, a ritmo de la banda sonora de "El bueno, el feo y el malo", denunciar la situaci?n.
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Unos metros m?s abajo, junto al hotel Palace, funcionarios de prisiones se juntaron para reclamar mejoras salariales, pedir la dimisi?n de Fernando Grande-Marlaska, montar una batucada y soltar unos petardos.
Dos mundos paralelos al mundo del hemiciclo, sumido en la moci?n de censura.
Por una puerta trasera
Desde temprano, en el Congreso, brillaron las se?ales de expectaci?n medi?tica. Ram?n Tamames ha sido de los m?s madrugadores en llegar. Lo ha hecho por el acceso de la calle Fernanflor, en un lado del palacio. Es una puerta casi trasera, muy discreta. Le esper? all? el l?der de Vox, Santiago Abascal. Nada m?s entrar ambos en la instituci?n, en seguida se form? la cohorte habitual, encabezada por el portavoz, Iv?n Espinosa de los Monteros.
Uno de los porteros mayores dio su hombro para ayudar a Tamames a ir, primero, por el llamado pasillo de la M-30, que as? se conoce la galer?a semicircular que envuelve al hemiciclo, y luego, para ir por el sal?n de plenos. Una nube de fot?grafos le hizo esperar unos instantes, al lado de la tribuna.
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Apenas hab?an llegado los diputados/as. Yolanda D?az, la ministra de Trabajo, tomaba notas en su esca?o mientras Tamames mov?a la vista por entre las bancadas, seguramente empap?ndose de recuerdos. El excandidato del PCE estuvo aqu? durante la legislatura constituyente, durante la I y durante la III, ya convertido representantes de CDS.
Nuevamente ayudado por el portero mayor, el candidato, muleta en la mano derecha, fue a saludar al ministro de Universidades, Joan Subirats, y al de Consumo, Alberto Garz?n, quienes muy afectuosos se han levantado para estrecharle la mano. De ah?, Tamames subi? unas pocos escalones para situarse en el esca?o de Abascal. ?ste, siempre con él, le ayud? a sentarse; luego le explic? el funcionamiento del micr?fono.
La alegr?a de Tamames
Primer d?a de la moci?n; primer d?a de la primavera, cuando todo florece. Ha sido Abascal quien ha recordado el inicio del equinoccio bien temprano. Se lo ha dicho a un periodista que le pregunt? en cuanto le vio junto a Tamames entrar en el Congreso, por la parte de atr?s. Era un motivo de alegr?a, ha comentado. "Alegr?a" la de su candidato, que as? afrontaba la sesi?n. Una sesi?n exigente para él, pues, como es sabido, los achaques propios de su edad avanzada son conocidos.
Se le ve?a tranquilo, la verdad, como si supiera que algo as? le llegar?a tarde o temprano (quiz? m?s tarde que temprano). Contrastaba ese semblante desdramatizado con los rostros desabridos de casi todos los dem?s.
Pasadas las 10.00 horas al "Bar Manolo" fueron llegando poco a poco los clientes para tomar un café, sus cl?sicos churros. Del restaurante contiguo un repartidor sal?a rumbo a la furgoneta de la empresa proveedora. Dos polic?as hablaban en la puerta del Congreso de la calle Zorrilla. En el patio, una diputada fumaba en el patio; otro diputado hablaba con periodistas de medios catalanes. Dentro, en el primer edificio de ampliaci?n, se acumulaban los trabajadores de la instituci?n para, quiz?, subir a la cafeter?a de la tercera planta. O para ir a sus despachos. O acudir a reuniones. Cierto aire de rutina. De otro d?a m?s sin m?s.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/nacional/tamames-sindrome-burbuja-congreso-mocion-censura-84955975)
“La cosa” es la moci?n de censura y “ah? dentro” es el Congreso de los Diputados. “Ah? va”, responde el cliente. Luego se produjo una breve charla sobre las intenciones de Vox con una moci?n que durante las dos primeras horas de debate ha enfrentado con rudeza al l?der de la formaci?n proponente, Santiago Abascal, y al presidente del Gobierno, Pedro S?nchez. ?Y Ram?n Tamames, el candidato? Pues como los dem?s diputados: a escuchar.
Resultaba chocante salir de la C?mara Baja pasadas las 10.00 horas. El patio respiraba tranquilidad, del pasillo contiguo al hemiciclo (la galer?a del Orden del D?a, que as? se llama) se observaba ?nicamente quietud. Era l?gico, estaba hablando S?nchez, quien no esper? al discurso de Tamames para desplegar su proyecto de pa?s, y sobre todo, sus logros. En cuanto acab? Abascal, el presidente pidi? la palabra y subi? a la tribuna. El duelo, en verdad, es éste. No se ha hecho esperar.
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Todo ese relax chocaba, en verdad, con el ambiente enrarecido del hemiciclo, escenario de nuevo de diatribas varias. Hablaba el presidente, s?, y los diputados/as (casi 350, que no han ido todos) escuchaban. Hablaba el presidente y los periodistas, unos 260 acreditados las 10.00 horas, viv?an sumergidos en sus port?tiles, en sus libretas y en sus minutajes. Nada puede quedar al azar. M?xima concentraci?n en el hemiciclo, por tanto. Silencio respetuoso, lo cual es siempre bienvenido.
M?s arriba, en las tribunas de invitados, la expectaci?n de los familiares del candidato. Han venido unos cuantos. También allegados. La tribuna de p?blico, por cierto, mostraba un aspecto m?s que bueno, ocupadas todas las localidades. Igual las de prensa, a ambos lados.
Ahora bien, un indicador de la relevancia de debates con solemnidad, y el de la moci?n de censura lo es, es el aforo de la tribuna de autoridades. Cuando algo trascendental est? en juego, por ah? suelen estar presidentes auton?micos o embajadores. Este martes, no. Este martes s?lo ha ido Ander Gil, el presidente del Senado, a quien, como cuarta autoridad del Estado, le corresponde un hueco especial. Tiene boato semejante puesto, pero contrastaba la parafernalia con la soledad tras su espalda. Apenas tres personas. (En el receso de las 11.30 horas, sin embargo, se fue Gil y ya no qued? nadie).
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A veces, ante sesiones de enjundia, alguien convoca una manifestaci?n cerca del Congreso. Un acto de protesta. La moci?n de censura no ha despertado los instintos reivindicativos de nadie, al menos a primera hora de este martes. Ni un solo grito de malestar en los aleda?os de la carrera de San Jer?nimo, que ense?aba el traj?n habitual. Ni tr?fico congestionado, ni problemas de tr?nsito, ni colas en las cafeter?as pr?ximas al Congreso. M?s polic?a, s?, pero ya.
Protestas, protestas, lo que se dice protestas, bueno, s?, las de una se?ora, banderola de Espa?a ondeante entre sus manos. Se apost? en Carrera de San Jer?nimo, frente a la verja del patio de Floridablanca, y se prodig? en exabruptos groseros que no merece la pena reproducir. Hasta aqu? el mapa del malestar en el entorno del Congreso de los Diputados, al menos hasta las 10.00 horas del martes 21 de marzo de 2023, primer d?a de la primavera.
Un mapa que, seg?n fue avanzando la ma?ana, subi? el tama?o y el volumen. La se?ora, de hecho, tuvo que cambiar de ubicaci?n para que se le oyera la voz. Se fue al acceso de la calle Zorrilla porque, en la plaza de las Cortes, una asociaci?n en busca de soluciones para los afectados por la talidomida levant? un puesto, una pantalla y unos altavoces para, a ritmo de la banda sonora de "El bueno, el feo y el malo", denunciar la situaci?n.
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Unos metros m?s abajo, junto al hotel Palace, funcionarios de prisiones se juntaron para reclamar mejoras salariales, pedir la dimisi?n de Fernando Grande-Marlaska, montar una batucada y soltar unos petardos.
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Desde temprano, en el Congreso, brillaron las se?ales de expectaci?n medi?tica. Ram?n Tamames ha sido de los m?s madrugadores en llegar. Lo ha hecho por el acceso de la calle Fernanflor, en un lado del palacio. Es una puerta casi trasera, muy discreta. Le esper? all? el l?der de Vox, Santiago Abascal. Nada m?s entrar ambos en la instituci?n, en seguida se form? la cohorte habitual, encabezada por el portavoz, Iv?n Espinosa de los Monteros.
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La alegr?a de Tamames
Primer d?a de la moci?n; primer d?a de la primavera, cuando todo florece. Ha sido Abascal quien ha recordado el inicio del equinoccio bien temprano. Se lo ha dicho a un periodista que le pregunt? en cuanto le vio junto a Tamames entrar en el Congreso, por la parte de atr?s. Era un motivo de alegr?a, ha comentado. "Alegr?a" la de su candidato, que as? afrontaba la sesi?n. Una sesi?n exigente para él, pues, como es sabido, los achaques propios de su edad avanzada son conocidos.
Se le ve?a tranquilo, la verdad, como si supiera que algo as? le llegar?a tarde o temprano (quiz? m?s tarde que temprano). Contrastaba ese semblante desdramatizado con los rostros desabridos de casi todos los dem?s.
Pasadas las 10.00 horas al "Bar Manolo" fueron llegando poco a poco los clientes para tomar un café, sus cl?sicos churros. Del restaurante contiguo un repartidor sal?a rumbo a la furgoneta de la empresa proveedora. Dos polic?as hablaban en la puerta del Congreso de la calle Zorrilla. En el patio, una diputada fumaba en el patio; otro diputado hablaba con periodistas de medios catalanes. Dentro, en el primer edificio de ampliaci?n, se acumulaban los trabajadores de la instituci?n para, quiz?, subir a la cafeter?a de la tercera planta. O para ir a sus despachos. O acudir a reuniones. Cierto aire de rutina. De otro d?a m?s sin m?s.
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