الريــم
02-03-2023, 10:31 PM
La ocupaci?n israel? mat? a los hijos de Tayseer Abu Aysha antes de que pudieran llegar al mundo. Hace 16 a?os, su mujer se puso de parto de noche. Se puso de parto en una casa rodeada de barras de acero, situada en medio de un asentamiento de colonos israel?s y coronada por una base militar con la que comparten pared. La llegada de ayuda en forma de ambulancia o personal médico es pr?cticamente imposible en este barrio de Hebr?n, al sur de la Cisjordania ocupada. Los soldados israel?s pueden retenerlos durante horas en los puestos de control. Esa noche los Abu Aysha tuvieron que andar hasta el hospital. Ya fue demasiado tarde. Su hijo naci? sin vida. Un a?o después, la historia se repiti?, pero uno de los gemelos se salv?. Ahora, tres lustros después, Mohammad no puede volver del colegio sin la protecci?n de su padre.
Tayseer Abu Aysha vive en una casa conocida como “la jaula”. “Hace casi 30 a?os que no recibo a nadie en mi hogar”, explica este padre palestino de ocho hijos desde su tienda en el centro de Hebr?n. Su negocio est? a apenas cinco minutos de su hogar en el barrio de Tal Rumeida pero hay varios puestos de control israel?s que eternizan sus desplazamientos. Este vendedor de 60 a?os es uno de los 215.000 palestinos forzados a convivir con 850 colonos jud?os, protegidos por 650 soldados de combate israel?s. “Antes de la llegada de los colonos, ten?amos libertad: nos mov?amos con nuestros coches, organiz?bamos encuentros con familia y amigos en casa”, rememora volviendo a un tiempo que ya no existe, hace ya cuatro décadas.
Hebr?n, o Al Jalil en ?rabe, es la ?nica ciudad palestina en la que los asentamientos israel?s est?n dentro de la propia localidad. S?lo un 15% de la urbe m?s grande de Cisjordania est? administrada por Israel, pero esto la convierte en una de las zonas m?s tensas de todos los territorios ocupados. “Los colonos, venidos de Estados Unidos, Rusia o Polonia, nos atacan constantemente y nosotros no podemos responder porque acabar?amos entre rejas o muertos”, denuncia Abu Aysha. Los ultranacionalistas jud?os que se asientan en Hebr?n son de los m?s radicales. "Van siempre armados", a?ade. Entre ellos, se encuentra el polémico ministro de Seguridad P?blica, el ultraderechista Itamar Ben Gvir, o Baruch Marzel, l?der del extinto Kach, considerado grupo terrorista por Israel y EEUU por su ideolog?a de extrema derecha.
Ataques de colonos
El tejado del hogar de los Aizza ha sido escenario de los ataques de Marzel y sus seguidores. F?tima Aizza y sus hijos viven a los pies de un asentamiento israel? en lo alto de una colina. Desde all?, los colonos les lanzan piedras o mandan sus perros para atemorizarlos. Justo enfrente su casa, reside Marzel con su mujer y sus nueve hijos. “La vida aqu? es muy dif?cil”, apunta F?tima. Esta familia refugiada lleva 20 a?os sufriendo los ataques constantes de los colonos y las limitaciones del Ejército israel?. “Los soldados han cortado todas las calles que dan acceso a nuestro hogar, as? que tenemos que cruzar los campos de nuestros vecinos para llegar a casa; eso solo si el Ejército no nos retiene en el puesto de control”, denuncia esta madre de familia numerosa. Privarles de su tiempo es otra arma de la ocupaci?n israel?.
https://uc-4u.com/clip/8235f6ca-67f3-4b90-b610-fa3fd64a3a0b_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Fatima y Aisha Aizza en su casa de Hebr?n. | ANDREA L?PEZ TOM?S
Aisha Aizza ha sido testigo de la violencia desde su ni?ez. Ha visto como miles de colonos ultranacionalistas atacaban su hogar durante la festividad jud?a de Chayei Sarah, y como golpearon a su hermano Yusef hasta impedirle caminar. Ha acompa?ado a sus familiares al hospital, y se ha tenido que esconder en los huecos de su propio tejado durante los asaltos constantes de sus vecinos. Pero no tiene miedo. “Tenemos que ser fuertes”, defiende esta joven palestina a las puertas de la mayor?a de edad. “Si ven que somos débiles, los soldados y los colonos se vuelven m?s duros con nosotros”, a?ade. Casi a diario Aisha es protagonista y espectadora de enfrentamientos en los puestos de control.
"Protecci?n del Ejército"
“Solo los colonos tienen libertad, porque reciben la protecci?n del Ejército”, apunta su madre. En Hebr?n, hay desplegados 650 soldados de combate que tienen la orden de no intervenir cuando los colonos act?an con violencia contra los palestinos. La presencia de un lugar sagrado para el juda?smo y el islam, la Tumba de los Patriarcas o la Mezquita de Abram respectivamente, agrava la tensi?n en la ciudad. Adem?s, los diez puestos de control del Ejército israel? que desmembran Hebr?n han causado la desaparici?n forzosa de calles comerciales y residenciales palestinas.
M?s de 1.800 empresas en el centro de la ciudad han cerrado. Sus puertas turquesas llevan lustros soldadas. Un 42% de los hogares palestinos han sido abandonados en el ?rea H2, bajo control israel?. Las familias que se han quedado escalan tejados, o colinas como la de los Aizza, para acceder a sus hogares y desaf?an toques de queda, violencia y acoso. Mientras, miles de j?venes hebronitas pasan sus d?as sin trabajo en una de las ciudades con el paro m?s alto de Cisjordania. “La juventud aqu? no tiene nada que hacer en todo el d?a; por eso, no tienen otra opci?n que ir a Israel para intentar encontrar un trabajo”, explica F?tima, cuyo primogénito trabaja en Jerusalén. “Aqu?, las autoridades palestinas no nos ofrecen nada”, critica.
En un d?a lluvioso en Hebr?n, una docena de personas se api?an en un checkpoint presidido por un arma autom?tica. Un apag?n eléctrico las ha dejado atrapadas en su interior junto a un soldado israel?, que se niega a abrir la puerta de forma manual. No quiere hacerlo y no lo hace porque cuenta con esa autoridad. Ni las s?plicas de los palestinos empapados le convencen. Acostumbrados a la realidad m?s cruel de la ocupaci?n, unos chavales abren la verja y se cuelan con picard?a. Los adultos les miran orgullosos. Mientras, desde la colina de Tal Rumeida, F?tima mantiene la esperanza. “Conf?o en un bonito futuro en paz”, reconoce, “inshallah [si Dios quiere]”.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/viaje-hebron-ciudad-palestina-muere-82465323)
Tayseer Abu Aysha vive en una casa conocida como “la jaula”. “Hace casi 30 a?os que no recibo a nadie en mi hogar”, explica este padre palestino de ocho hijos desde su tienda en el centro de Hebr?n. Su negocio est? a apenas cinco minutos de su hogar en el barrio de Tal Rumeida pero hay varios puestos de control israel?s que eternizan sus desplazamientos. Este vendedor de 60 a?os es uno de los 215.000 palestinos forzados a convivir con 850 colonos jud?os, protegidos por 650 soldados de combate israel?s. “Antes de la llegada de los colonos, ten?amos libertad: nos mov?amos con nuestros coches, organiz?bamos encuentros con familia y amigos en casa”, rememora volviendo a un tiempo que ya no existe, hace ya cuatro décadas.
Hebr?n, o Al Jalil en ?rabe, es la ?nica ciudad palestina en la que los asentamientos israel?s est?n dentro de la propia localidad. S?lo un 15% de la urbe m?s grande de Cisjordania est? administrada por Israel, pero esto la convierte en una de las zonas m?s tensas de todos los territorios ocupados. “Los colonos, venidos de Estados Unidos, Rusia o Polonia, nos atacan constantemente y nosotros no podemos responder porque acabar?amos entre rejas o muertos”, denuncia Abu Aysha. Los ultranacionalistas jud?os que se asientan en Hebr?n son de los m?s radicales. "Van siempre armados", a?ade. Entre ellos, se encuentra el polémico ministro de Seguridad P?blica, el ultraderechista Itamar Ben Gvir, o Baruch Marzel, l?der del extinto Kach, considerado grupo terrorista por Israel y EEUU por su ideolog?a de extrema derecha.
Ataques de colonos
El tejado del hogar de los Aizza ha sido escenario de los ataques de Marzel y sus seguidores. F?tima Aizza y sus hijos viven a los pies de un asentamiento israel? en lo alto de una colina. Desde all?, los colonos les lanzan piedras o mandan sus perros para atemorizarlos. Justo enfrente su casa, reside Marzel con su mujer y sus nueve hijos. “La vida aqu? es muy dif?cil”, apunta F?tima. Esta familia refugiada lleva 20 a?os sufriendo los ataques constantes de los colonos y las limitaciones del Ejército israel?. “Los soldados han cortado todas las calles que dan acceso a nuestro hogar, as? que tenemos que cruzar los campos de nuestros vecinos para llegar a casa; eso solo si el Ejército no nos retiene en el puesto de control”, denuncia esta madre de familia numerosa. Privarles de su tiempo es otra arma de la ocupaci?n israel?.
https://uc-4u.com/clip/8235f6ca-67f3-4b90-b610-fa3fd64a3a0b_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Fatima y Aisha Aizza en su casa de Hebr?n. | ANDREA L?PEZ TOM?S
Aisha Aizza ha sido testigo de la violencia desde su ni?ez. Ha visto como miles de colonos ultranacionalistas atacaban su hogar durante la festividad jud?a de Chayei Sarah, y como golpearon a su hermano Yusef hasta impedirle caminar. Ha acompa?ado a sus familiares al hospital, y se ha tenido que esconder en los huecos de su propio tejado durante los asaltos constantes de sus vecinos. Pero no tiene miedo. “Tenemos que ser fuertes”, defiende esta joven palestina a las puertas de la mayor?a de edad. “Si ven que somos débiles, los soldados y los colonos se vuelven m?s duros con nosotros”, a?ade. Casi a diario Aisha es protagonista y espectadora de enfrentamientos en los puestos de control.
"Protecci?n del Ejército"
“Solo los colonos tienen libertad, porque reciben la protecci?n del Ejército”, apunta su madre. En Hebr?n, hay desplegados 650 soldados de combate que tienen la orden de no intervenir cuando los colonos act?an con violencia contra los palestinos. La presencia de un lugar sagrado para el juda?smo y el islam, la Tumba de los Patriarcas o la Mezquita de Abram respectivamente, agrava la tensi?n en la ciudad. Adem?s, los diez puestos de control del Ejército israel? que desmembran Hebr?n han causado la desaparici?n forzosa de calles comerciales y residenciales palestinas.
M?s de 1.800 empresas en el centro de la ciudad han cerrado. Sus puertas turquesas llevan lustros soldadas. Un 42% de los hogares palestinos han sido abandonados en el ?rea H2, bajo control israel?. Las familias que se han quedado escalan tejados, o colinas como la de los Aizza, para acceder a sus hogares y desaf?an toques de queda, violencia y acoso. Mientras, miles de j?venes hebronitas pasan sus d?as sin trabajo en una de las ciudades con el paro m?s alto de Cisjordania. “La juventud aqu? no tiene nada que hacer en todo el d?a; por eso, no tienen otra opci?n que ir a Israel para intentar encontrar un trabajo”, explica F?tima, cuyo primogénito trabaja en Jerusalén. “Aqu?, las autoridades palestinas no nos ofrecen nada”, critica.
En un d?a lluvioso en Hebr?n, una docena de personas se api?an en un checkpoint presidido por un arma autom?tica. Un apag?n eléctrico las ha dejado atrapadas en su interior junto a un soldado israel?, que se niega a abrir la puerta de forma manual. No quiere hacerlo y no lo hace porque cuenta con esa autoridad. Ni las s?plicas de los palestinos empapados le convencen. Acostumbrados a la realidad m?s cruel de la ocupaci?n, unos chavales abren la verja y se cuelan con picard?a. Los adultos les miran orgullosos. Mientras, desde la colina de Tal Rumeida, F?tima mantiene la esperanza. “Conf?o en un bonito futuro en paz”, reconoce, “inshallah [si Dios quiere]”.
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