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مشاهدة النسخة كاملة : Valbuena: el maestro que acompa?? desde Asturias a los "ni?os de Rusia" y que muri? e


الريــم
01-29-2023, 03:20 PM
Su sobrina Celia recuerda as? al maestro Nicol?s D?az Valbuena (1891-1942): "Quer?a cambiar el mundo y no pudo hacerlo". No pudo hacerlo porque, como a tantos en las convulsas décadas que le toc? vivir del siglo XX, aquel mundo que quer?a transformar acab? llev?ndoselo por delante. Diez Valbuena fue uno de los maestros que acompa?? desde El Musel a los "Ni?os de Rusia", evacuados en la Guerra Civil para ponerlos a salvo del conflicto. El maestro Valbuena, al que siguieron a la Uni?n Soviética su esposa y su hija, fue profesor en la Casa n?mero 9, uno de los internados creados en Leningrado para acoger a los hijos de los republicanos. Pero la vida de aquel docente, de camisa siempre blanca y pantalones bien planchados, un "excelente" profesor de Matem?ticas preocupado también por ense?ar la estética aristotélica y por mantener fresco el recuerdo de Espa?a, se torci? al toparse con las purgas estalinistas que arrasaron la URSS. Una denuncia an?nima en 1941, probablemente de una mujer espa?ola, lo convirti? en alguien "indispuesto enemistosamente hacia la Uni?n Soviética". Lo detuvieron y fue enviado al Gulag. Falleci? ese mismo a?o, en lugar desconocido, a causa de una neumon?a, mientras era trasladado de un campo de concentraci?n a otro.

El nieto del "camarada Valbuena" –ped?a a todos que lo llamaran as?- es Gonzalo Barrena, profesor de Filosof?a en el Instituto de Cangas de On?s. Acaba de recuperar esta historia en el libro "Nicol?s Diez Valbuena. Memoria incompleta de un maestro", editado por La Memoria del Norte y escrito a medias con la escritora y periodista Mar?a Llanos Kassheeva, doctora en Filolog?a por la Universidad Lomon?sov de Mosc?. Mar?a Llanos es hija de uno de aquellos "Ni?os de Rusia" que fueron alumnos de Valbuena.

https://uc-4u.com/clip/5c911dc9-4739-4544-8b5b-5900e2e61e90_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg El docente durante una de sus clases en el internado de Leningrado. |
Nicol?s Diez Valbuena naci? en 1891 en Vega de Gord?n, en la monta?a leonesa. Comienza su carrera docente muy pronto, con 16 a?os. Su primer destino es San Tirso, en Mieres, en 1907. Cobraba tres veces menos que un pe?n de mina. Luego fue pasando por distintos destinos: Castrill?n (Boal), El Tozo (Caso), Pereda (Oviedo) y Lago-Vallobil (Parres), donde conoci? a la que ser?a su mujer, Caridad Lueje. En 1934 llega como profesor a Gij?n. Ya tiene una hija, Dulce Mar?a, que por entonces contaba 16 a?os y estudia enfermer?a en Salamanca. El estallido de la Guerra Civil, en julio de 1936, los pilla de vacaciones en Cangas de On?s. La familia regresa a Gij?n. Valbuena se pone al servicio de las autoridades republicanas, que lo destina al Comité de Transportes de Gij?n. También particip? en labores de fortificaci?n en Llanera. Mientras, su mujer proporcionaba comida y alojamiento a los milicianos. Su hija, como enfermera que ya era, curaba a los heridos. Aunque Nicol?s no pertenece a ning?n partido, est? afiliado al sindicato de obreros de la ense?anza de CNT y a la asociaci?n de Amigos de la URSS.

https://uc-4u.com/clip/c9748a6f-8579-42cc-9bf1-44c1d7534935_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg La «Casa n?mero 9», el internado de Leningrado donde ense?? Valbuena. |
Es precisamente la pertenencia a la Asociaci?n de Amigos de la URSS la que, seg?n su nieto, le proporciona el billete –a él, a su mujer y a su hija– para formar parte del grupo de maestros que acompa?ar?a a los ni?os evacuados a la Uni?n Soviética, para ponerlos a salvo de la contienda. La cuarta evacuaci?n de ni?os –m?s de mil entre los tres y los quince a?os de edad- parti? en medio del dolor de los que se iban y los que se quedaban en la madrugada del 23 al 24 de septiembre de El Musel en el buque "Dairiguerrme". Nicol?s ten?a 45 a?os. En Leningrado ser?an recibidos con flores y globos.

En este punto de la narraci?n, toma las riendas del libro Mar?a Llanos, quien se encarga de relatar la estancia en Leningrado y perfilar el car?cter de Valbuena gracias a los testimonios de sus familiares, que fueron alumnos suyos. Los ni?os espa?oles fueron destinados a internados creados para ellos, denominados "Casas". "Recib?an educaci?n en espa?ol, para que no perdieran el contacto con su patria y sus familias. La intenci?n era devolver a los ni?os a una Espa?a en paz, fortalecidos y felices", escribe Llanos.

"Nicol?s se distingu?a por una elegancia natural, sin remilgos. Vest?a camisas blancas como la nieve y pantalones impecablemente planchados. Los muchachos intentaban imitarlo. En las Casas, fumar estaba estrictamente prohibido, pero los ni?os intentaban verse, como Nicol?s, sacando un Belomorkanal de un paquete, pensativos, y encenderlo para continuar con una conversaci?n... Los populares cigarrillos comenzaron a ser producidos en 1937 por la f?brica Uritsky de Leningrado", escribe Mar?a Llanos a partir de los testimonios recogidos entre aquellos alumnos de Valbuena, quien deleitaba a los escolares con sus recuerdos de infancia. "Lo que m?s atra?a de Nicol?s a aquellos ni?os que a?oraban a su familia y su patria, eran las magn?ficas historias sobre Espa?a, su naturaleza y fiestas, literatura, historia, proverbios, anécdotas… Con una especial empat?a, Nicol?s narraba su infancia en las monta?as de Le?n, donde las crestas de los montes parec?an dinosaurios dormidos, donde los vientos soplaban en libertad, entre cielos y tierras lejanas... Hablaba el maestro en un castellano brillante como ning?n otro".

En el Leningrado de 1937, aquellos ni?os a?n eran los "representantes del heroico pueblo espa?ol" que a?n estaba en lucha contra el fascismo. Recib?an un tratamiento privilegiado. Pero "con la ca?da de La Rep?blica, la situaci?n cambi? radicalmente. Los refugiados pasaron a la categor?a de inmigrantes, no hab?a ninguna instituci?n que protegiera sus intereses y el sistema pedag?gico soviético se hizo cargo por completo de los ni?os", detalla Mar?a Llanos. Los 16 internados especiales que hab?a en Rusia y Ucrania entraban, desde entonces, bajo la vigilancia del NKVD, el Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos, el gran hermano que todo lo espiaba.

https://uc-4u.com/clip/8d9ff6bf-498a-4daf-abc3-354673ea758f_source-aspect-ratio_default_0.pngEn aquella época, ya florec?a tras los Urales con profusi?n la negra flor de las purgas. La Uni?n Soviética donde, como dec?a Félix Dzerzhinski, fundador de la polic?a secreta bolchevique, era un pa?s son si uno carec?a de antecedentes no era mérito suyo, era que las autoridades no hab?an hecho bien su trabajo. Y en ese ambiente donde el silencio era la forma m?s segura de expresarse, el camarada Valbuena, ten?a todas las de perder. Mar?a Llanos dice que Valbuena era "un hombre sincero que no ten?a reparos en llamar a las cosas por su nombre. No trataba de ocultar su punto de vista, ni consideraba necesario hacerlo".

Y entonces lleg? la denuncia.

Los autores del libro no han logrado esclarecer todas las circunstancias. Los documentos hoy siguen clasificados y en manos del FSB, el actual servicio de seguridad ruso, heredero de la KGB que a su vez sucedi? al NKVD. Lo ?nico que han llegado a esclarecer es que la causa se instruy? en espa?ol y que la denunciante fue una mujer. Tampoco han logrado determinar si hubo una denuncia o varias. Mar?a Llanos, sin llegar a atribu?rselo directamente, subraya el papel que tuvo un personaje llamado Soledad Sancha en la vigilancia y purga de los maestros espa?oles que hab?an acompa?ado a los ni?os evacuados. Sancha, casada con Luis Lacasa, arquitecto del pabell?n de la Rep?blica en la Exposici?n Universal de Par?s de 1937 –para la que se encarg? “El Guernica” de Picasso- era funcionaria de los servicios secretos soviéticos e hizo algunas recomendaciones sobre la necesidad de "liberar del trabajo en las casas infantiles" a algunos empleados espa?oles.

https://uc-4u.com/clip/b25f3c4c-92b1-4690-b688-77f4be53b670_source-aspect-ratio_default_0.jpgValbuena fue detenido, muy probablemente el 28 de febrero de 1941 junto a otra profesora espa?ola, Rosario ?lvarez ?lvarez. Mar?a Llanos recoge el testimonio de su t?o Carlos, alumno de Valbuena, donde cuenta c?mo los ni?os asumieron la detenci?n: "Un d?a desapareci? Valbuena, aquel maestro asturiano que muchas veces nos contaba en clase historias del pueblo donde se hab?a criado en la monta?a leonesa. Fue detenido acusado de espiar para Franco. ?Esa noticia ya fue el colmo de todo! ‘Valbuena’, nos informaron, ‘es un agente fascista y un enemigo del pueblo’. Por mucho que nos devanamos los sesos, no consegu?amos entender la incoherencia. ?C?mo pod?a Valbuena, un hombre inofensivo que no hab?a hecho da?o a nadie, ser un esp?a?".

Tras la desaparici?n del maestro Valbuena, no se habr?an de terminar las penalidades para su esposa Caridad y su hija Dulce Mar?a, que era enfermera en el hospital de Leningrado, ya ten?a 23 a?os y se estaba preparando para entrar en la Academia de Medicina. Se vieron envueltas en un "sinf?n de peticiones" al NKVD para conocer el paradero de su marido y padre. Entre la colonia espa?ola les dieron la espalda. "Nicol?s Diez Valbuena se hab?a convertido en un problema", escribe Mar?a Llanos.

Y mientras, la guerra. Los alemanes cercaron Leningrado, que estuvo sitiado del 8 de septiembre de 1941 y hasta el 27 de enero de 1944. En esos 872 largos d?as de hambre y fr?o se estima que hubo entre medio mill?n y un mill?n y medio de muertos. En marzo de 1942, se abri? el llamado "Camino de la vida", una ruta de evacuaci?n a través del helado lago Ladoga. Caridad y Dulce, la esposa y la mujer de Valbuena, lograron salir. Primero, llegaron hasta Mostovoye, un pueblo en las estribaciones del C?ucaso. Luego, en agosto de 1942, otra evacuaci?n, detr?s del ejército rojo en retirada. Muchos kil?metros andando por las rocosas laderas del C?ucaso hasta llegar a orillas del Mar Negro, en Sujumi, donde recibir?an la noticia de que Valbuena hab?a muerto de neumon?a en el traslado de un campo a otro.

Gonzalo Barrena Diez, el autor de este libro, naci? en Tibilisi, Georgia, en 1956. Su madre, que hab?a perdido a su padre en el Gulag, conoci? all? en 1954 a Gonzalo Barrena Blanco, cuya peripecia no desmerece en nada, por cruda, la del maestro Valbuena. Barrena padre, teniente de la Rep?blica Espa?ola, se exili? a Francia tras la guerra. All? fue capturado por los nazis, que lo mandaron al frente ruso, donde coincidi? con otros espa?oles de la Divisi?n Azul. Fiel a sus creencias pol?ticas, cruz? a nado el Volj?v para pasarse al bando soviético. Pero all?, en vez de ser acogido, fue tomado por desertor y enviado, durante once largos a?os, a distintos campos de trabajo. Volvi? a Espa?a con su mujer, su hijo y su suegra en 1957. Pero esa es otra historia que, quiz?, merezca otro libro.



La memoria de Adolfo

Gonzalo Barrena

Entre los ni?os que zarparon de El Musel, hab?a uno que se llamaba Adolfo. Era de Oviedo. Ten?a 14 a?os y con la infancia a la espalda, miraba al mar y al futuro con cierta curiosidad. En los ojos de los adolescentes ciertas im?genes perduran indefinidamente. Fue a Rusia, a?adi? veinte a?os a los 14 que ten?a y volvi?, lo que equivale a vencer en muchas batallas. En much?simas, porque buena parte de ellas lo fueron antes de cumplir los 18. De toda la epopeya, dio cuenta con los a?os en unas memorias que –justamente– denomin? imborrables. Porque lo fueron . (Cabal del Cueto, Adolfo Eustaquio, 2007 "Memorias imborrables", KRK Ediciones)

En la cadena de recuerdos que recompuso, titilean varias im?genes de Nicol?s, a quien Adolfo ve?a desde su edad, con la retina limpia de ideolog?a y la tranquilidad sobrevenida de la navegaci?n. Al muchacho, la figura del maestro le llamaba la atenci?n. "A mi lado, fumando un cigarrillo francés (supongo que era francés porque me hab?a fijado en c?mo uno de los marineros invitaba al se?or que fumaba), estaba un maestro de los que nos acompa?aban en la expedici?n. Una de las maestras, yo la conoc?a, le llam? Nicol?s. Al saber su nombre yo me dirig? a él como si lo conociera de toda la vida: Oiga Don Nicol?s, ?Ese buque tan grande y tan bonito ser? el crucero Cervera?. No se atrever? a capturarnos en aguas internacionales, ?verdad?"

Todo el pasaje tem?a al Cervera, uno de los instrumentos con que el bando rebelde aterrorizaba a la poblaci?n civil que resid?a cerca de la costa. Nicol?s fumaba empedernidamente, como se hac?a entonces. A?os m?s tarde, durante el asedio de Leningrado, cuando mor?an diariamente cientos de personas de hambre y fr?o, Dulce Mar?a se consolaba con el hecho de que el padre no estuviera dentro de la ciudad. Aquella man?a de fumar se lo habr?a llevado por delante de haber estado all?, con ellas. Nicol?s respondi? al muchacho que preguntaba: "Ese buque tan grande es el acorazado inglés ‘Hood’, que vigila las costas espa?olas por mandato del Comité de No Intervenci?n de la Sociedad de Naciones. No temas, no nos har? nada.

En efecto, ni aquel barco, ni la Sociedad de Naciones hicieron nada. Nada de nada. Ni siquiera lo que deber?an haber hecho frente a la barbarie. No obstante, en aquellas horas de incertidumbre la presencia del buque inglés disuad?a a los agresores y aliviaba la zozobra del pasaje.

Con ayuda de la suerte, dos escalas y un transbordo, el colectivo lleg? a Leningrado, alej?ndose de la patria –se la qued? el General– y alej?ndose también de la temida conflagraci?n sobre suelos obreros y cuencas de izquierda. La pertenencia al Sindicato de Obreros de la Ense?anza y la radicalidad de su posicionamiento pol?tico, adem?s de la participaci?n en el comité de depuraci?n de profesores, fueron sin duda razones para partir y evitar la represi?n. Una alumna suya, Araceli Ruiz, llev? toda su vida en la cartera la foto dedicada de pu?o y letra por Nicol?s. Con m?s de 90 a?os, Araceli a?n bajaba la voz como si alg?n comisario pudiera escucharla: "Valbuena nunca se callaba".

Y llegaron a Leningrado. En el imaginario de todos los que compartieron aquel desembarco, ondean las banderas, las cabelleras rubias, la m?sica, la expresividad en las manos y los brazos del recibimiento. El lenguaje corporal y el sonido desbordaban afecto. All? se acu?? la impresi?n general sobre el "pueblo ruso" y el calor de su acogida. ?Qué es el pueblo?. La verdad humana como especie, poderosa y desnuda de poder, c?lida, fraterna…

La cena de aquel d?a brillar? en el recuerdo de los ni?os como una epifan?a del para?so b?ltico. "En catorce a?os de existencia ya jam?s hab?a visto, ni tan siquiera so?ado semejante variedad y riqueza de la ciencia culinaria. A?os m?s tarde, hablando con Don Nicol?s Valbuena sobre aquella inolvidable noche, se acordaba del men? que nos hab?an servido: en primer lugar nos pusieron sobre la mesa riqu?simos y caros entremeses. Caros entremeses; seg?n don Nicol?s, a continuaci?n nos sirvieron un plato que ten?a de nombre Perdiz Imperial, aderezada la perdiz con guindas de Petrosavodsk. (...) Don Nicol?s dec?a que en Francia, que es el pa?s donde mejor se come, se denomina a este plato solamente ‘perdiz imperial’, sin guindas; por ?ltimo nos sirvieron el t?pico plato ruso: alai con chantill?".

(...)En la memoria de los d?as y de la etapa, retorna siempre el agasajo ruso y la sofisticaci?n de los obsequios, percibidos con extra?eza por aquel peque?o proletariado poco acostumbrado a ceremonias que no fueran bodas o bautizos; y la exquisita m?sica…estaba claro que hab?an desembarcado en otro lugar del Universo, quiz? en otro universo.

(...) En los ojos del muchacho Adolfo, la figura de Nicol?s reaparece una y otra vez entre trajes, corbatas y tabaco, envuelto en un halo de respetuoso afecto. En sus palabras, ah? va una imagen natural casi fotogr?fica del maestro:

"Don Nicol?s Diez Valbuena impart?a, en primero de bachiller, las asignaturas de Ciencias Naturales y Matem?ticas. Era m?s bien bajo, de estatura y complexi?n robusta, de pelo pelirrojo y picarescos ojos verdes. Muy presumido; fumador empedernido. Le gustaba el teatro, nos lo confesaba. Los primeros meses de estancia en Leningrado frecuentaba el teatro dram?tico y el teatro del Palacio de la Cultura del distrito de Vuiborg, donde pon?an obras de Lope de Vega y Calder?n de la Barca. Llevar?amos un par de meses en la Uni?n Soviética y Don Nicol?s, como los dem?s profesores espa?oles y personal auxiliar, posiblemente no conociera ni media docena de palabras rusas. Sabiendo que Don Nicol?s era un empedernido amante del teatro cl?sico, le pregunt?bamos qué tal interpretaban los actores rusos las obras de nuestros cl?sicos. Se quedaba solo ponderando la técnica interpretativa de los actores, as? como la escenograf?a y vestuario; hab?a usado todos los adjetivos de admiraci?n existentes. Don Nicol?s iba siempre trajeado y cambiaba de camisa a diario. Ten?a un mont?n de corbatas. (…)

El se?or Valbuena era un gran conocedor de chistes y anécdotas. Con frecuencia, después de las clases form?bamos una tertulia en los pasillos para o?r los chistes y anécdotas que nos contaba. Acud?amos solamente chicos, porque alguna vez sal?an a relucir chistes picantillos. Las chicas lo sab?an y por eso no acud?an. No era porque los chicos objet?ramos algo en contra de su presencia. A veces el profesor nos contaba chistes y anécdotas de tinte pol?tico. Fue muy osado al atreverse a contar alguno que hab?a escuchado incluso en alguna tertulia en el Consulado de México, cuando ya hab?a desaparecido el Consulado Espa?ol, y acud?a all? para traernos los peri?dicos mexicanos. Los mexicanos, que son capaces de re?rse hasta de su padre, también contaban chistes de la vida de los soviéticos. A los chistes que nos contaba nunca les daba el menor tinte pol?tico. Los mexicanos contaban con verdadera gracia los chistes de los rusos.

?Pobre don Nicol?s! ?Qué caro le costaron aquellos chistes!".






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