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مشاهدة النسخة كاملة : 30 a?os de la "noche aciaga" en la que aparecieron las ni?as de Alcàsser


الريــم
01-27-2023, 11:52 AM
La noticia puede saltar en cualquier sitio. Esa monserga gremial que cualquier estudiante de periodismo escucha habitualmente en la facultad o que sermonean con sorna los redactor-jefes que esparcen su ufana sabidur?a profesional por todos los rincones de la redacci?n ante los aprendices m?s inexpertos suele sacudir las conciencias de quienes acceden al oficio con las hechuras tiernas. Se trata de un bautismo profano que acostumbran a ordenar quienes ya est?n curados de espanto y que aceptan con resignaci?n cuantos aguardan esa so?ada primera gran oportunidad que solo pueden brindarte los grandes titulares de la portada. Es una prueba de fuego que queda imperecederamente grabada en la memoria de los principiantes que fantasean con narrar lo que nadie ha visto. Aquella maldita tarde del miércoles 27 de enero de 1993 ese reto tan inesperado como ilusionante atrap? a dos informadores del grupo Prensa Ibérica que, entonces, todav?a manten?an sacralizada la tarea de informar a la ciudadan?a. El acontecimiento que la sociedad aguardaba con impaciencia durante m?s de setenta d?as agitaba la actualidad y no hab?a tiempo que perder. Tras meses de incertidumbre y c?balas amarillistas que también remov?an los cimientos de la prensa seria, hab?a que certificar que en un paraje inh?spito y poco accesible de Tous hab?an aparecido al fin los cad?veres de las tres ni?as de Alcàsser.

La primera lecci?n que el fot?grafo Vicent M. Pastor y yo aprendimos aquella desventurada noche es que no hay desaf?o profesional que no comporte riesgo y abundantes dosis de sacrificio. Acceder a la zona escogida por la cuadrilla de criminales que secuestr?, viol? y asesin? a Desirée Hern?ndez, Miriam Garc?a y Antonia G?mez fue un infierno equiparable a la desaz?n que provoca a los escritores observar un folio en blanco. Fue una auténtica tortura transitar por aquellos confines monta?osos. Caminos pedregosos, escarpados y polvorientos cuyos desniveles retaban el discreto tama?o y la limitada potencia del modesto Renault 5 con el que emprendimos aquella funesta aventura. Acertar el itinerario ya fue un handicap may?sculo. El punto de destino se encontraba muy alejado de las carreteras convencionales. Se trataba de una zona agreste y poco transitada, un rinc?n boscoso aislado de la civilizaci?n que s?lo pod?an conocer los cazadores, los apicultores o alg?n excursionista que deseara desconectarse del mundo. Una vez perdida de vista la urbanizaci?n Lloma Molina de Catadau, el ?ltimo enclave colonizado por la especie humana, hab?a que adentrarse en un territorio desconocido plagado de desniveles, barrancos y una vegetaci?n habituada a ocupar todos los espacios que el hombre desde?a. La carretera, sin asfalto, era sinuosa y la oscuridad de la temprana noche invernal tampoco ayudaba a predecir el trayecto.

https://uc-4u.com/clip/c39c2d70-c299-4de6-8820-18ac524dcae4_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg 30 a?os del caso Alcàsser. |
Jam?s podré justificar c?mo alcanzamos el objetivo. No sé c?mo lo conseguimos. El vial se bifurcaba con frecuencia para desintegrarse en un complejo entramado de sendas por las que s?lo pod?amos concebir que marcaban el paso las alima?as. A los pocos kil?metros de haber dejado atr?s cualquier rastro de vida humana, la atm?sfera adquir?a pureza y el silencio ganaba espacios hasta dominar por completo la monta?a. El fot?grafo, acostumbrado a sortear obst?culos y a sublimar la orientaci?n para no perderse el plano que mejor retrata cada escena, delataba con una variado muestrario de resoplidos su ofuscaci?n y hasta admit?a con una naturalidad impropia de su car?cter que estaba preocupado y aturdido. En varias ocasiones, conscientes ambos de que nos hab?amos extraviado, convinimos que lo m?s oportuno era detener el coche, parar el motor y dejarnos guiar por cualquier sonido o rastro lum?nico que pudiera ofrecernos una gu?a, una esperanza a la que agarrarse. Sab?amos que, pronto o tarde, podr?amos seguir el rastro de cualquier patrulla de la Guardia Civil (https://uc-4u.com/tags/guardia-civil/) o del veh?culo de transporte f?nebre para alcanzar aquella insolente sepultura. Pero no hab?a manera de encontrar indicios. Durante m?s de una hora centramos nuestra agudeza visual en examinar las huellas de los autom?viles que nos hab?an precedido marcadas en las zonas m?s h?medas de la carretera. El fango nos ofreci? de vez en cuando alg?n vestigio.

Tras no pocas frustraciones, temores y desesperanzas que nos forzaban a avanzar muy lentamente obtuvimos, como siempre por casualidad, alg?n rédito. Al final se hizo la luz entre tantas tinieblas. Literalmente. Era un destello azul?n, intermitente y giratorio el que amplificaba nuestras pupilas a una distancia que, tras los abruptos kil?metros que hab?amos recorrido sin un itinerario definido, se nos antojaba muy asequible. Eran las se?ales luminosas de emergencia que desprend?a uno de los todoterrenos que hab?a desplazado la Guardia Civil. Enfilamos hacia ese faro estratégico y no tardamos en alcanzar la meta. La escena estaba dominada por los agentes y las sombras. La noche, ya cerrada, solo permit?an adivinar restos de una fosa excavada junto a tres cad?veres cubiertos con una funda de pl?stico que estaban sin identificar oficialmente, aunque todos los testigos de aquel desdichado hallazgo trabaj?bamos con la certeza de que eran las tres adolescentes de Alcàsser, a quienes las casualidades que determinan buena parte de la existencia hab?an reservado el 13 de noviembre de 1992 un amargo final por las atrocidades que es capaz de concebir la mente humana mientras hac?an autoestop con ?nimo de desplazarse a una fiesta estudiantil organizada en una discoteca de Picassent.

Los cuerpos, que estaban maniatados, apilados y envueltos con una alfombra muy grande, presentaban los inevitables signos de descomposici?n que exhibe el tejido humano a las diez semanas de fallecer. Hab?an sido enterrados en una fosa muy grande a quince kil?metros de la presa de Tous y una distancia equivalente de Catadau, el municipio m?s pr?ximo. Hab?an transcurrido 74 d?as desde la desaparici?n de las tres ni?as cuando un apicultor de 69 a?os que resid?a en Real de Montroi y su consuegro comprobaban a las diez y media de la ma?ana el estado de las colmenas que hab?an instalado junto al barranco de la Romana. Al desplazarse por la zona descubrieron un brazo humano semienterrado que llevaba un imponente reloj agarrado a la mu?eca. Tanto ellos como los polic?as que trataron después de desenterrar el cad?ver intuyeron que se trataba de un hombre hasta que la excavaci?n confirm? el peor de los presagios: en realidad eran las tres j?venes cuya desaparici?n alimentaba durante semanas tanto la zozobra social como los peores instintos period?sticos. El hallazgo, lejos de serenar el debate p?blico, elev? las dosis del morbo y el retorcimiento, al menos entre las covachuelas del mercado audiovisual m?s propenso a salpimentar el relato para avivar las audiencias. La compleja trama familiar y delictiva de algunos de los implicados y la huida de los principales sospechosos aportaban suficientes elementos para entretener a los adictos a las f?bulas.

Los cad?veres fueron introducidos en tres ata?des que se cargaron en dos Nissan Patrol de la Benemérita atados con cuerdas y correas ante la incapacidad del coche f?nebre para alcanzar la zona en la que se cav? la fosa. El juez titular del juzgado de instrucci?n n?mero seis de Alzira, José Miguel Bort, orden? un meticulosa exhumaci?n y autoriz? el traslado. No fue f?cil. Solo las linternas de los agentes permit?an iluminar la escena. Esos haces lum?nicos, que abr?an entre tanta oscuridad franjas poliédricas de una realidad estremecedora, helaban la sangre. No fue una buena noche por mucho que el instinto profesional incitara a so?ar con la relevancia que pudiera alcanzar la cr?nica. La bomba de la siempre caprichosa actualidad hab?a estallado cerca y hab?a que aprovechar las ventajas de convertirse en testigos privilegiados de un acontecimiento hist?rico, pero en lo alto de aquella sierra y ante un panorama tan tenebroso el prurito profesional no parec?a tan gratificante. Los féretros fueron trasladados al cuartel de la Guardia Civil de Llombai, desde donde se enviaron después al Instituto Anat?mico Forense de València. All? se practic? después la autopsia que confirm? la identidad. Una de las ni?as llevaba el reloj parado a las 11.10 horas.



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