الريــم
01-21-2023, 02:08 PM
“Aquel que conoci? el suplicio de verse asaltado por las Furias en cualquier lugar puede dar las gracias s?lo por vivir”. Rafael Cadenas, 'Obra entera'
Fueron dos tr?os sucesivos, aunque el primero se form? en la propia prisi?n del Estado Isl?mico. A comienzos de septiembre de 2013 fue secuestrado en Siria Marc Marginedas, enviado especial de El Peri?dico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica. Doce d?as después, el fot?grafo freelance Ricardo Garc?a Vilanova, y Javier Espinosa, reportero del diario El Mundo, que viajaban juntos. Los tres muy experimentados en conflictos, y muy cautelosos a la hora de tomar decisiones arriesgadas. Fueron liberados al cabo de seis meses atroces. Dos a?os después, también en Siria, en las cercan?as de Alepo, fueron secuestrados por Al Qaeda tres periodistas freelance, que trabajaban para distintos medios y viajaban juntos: Antonio Pampliega, ?ngel Sastre y José Manuel L?pez. Pasaron un a?o en penoso cautiverio.
Del mismo modo que en las facultades de periodismo no se ense?a el coste de asomarse al espanto y al dolor de los dem?s (y que perder la capacidad de compadecerte del dolor ajeno te incapacita para informar decentemente), una asignatura que no se imparte a quienes sue?an convertirse en reporteros de guerra es c?mo sobrevivir f?sica y ps?quicamente a un secuestro. Los seis periodistas fueron liberados después de laboriosas negociaciones que el Gobierno espa?ol, con extrema discreci?n, estableci? con intermediarios hasta persuadir, financieramente, a los secuestradores de que los pusieran en libertad.
'Negociar con el diablo'
Es muy recomendable el libro que Javier Espinosa escribi? con su compa?era M?nica Garc?a Prieto 'Siria, el pa?s de las almas rotas' y sobre todo lo que en el ?ltimo cap?tulo (Negociar con el diablo) ella cuenta para que se conociera el secuestro y los captores se avinieran a negociar: “Desde el mismo d?a de la desaparici?n, mi vida qued? engullida por miedos e incertidumbres”, y a?ade: “En pro de mi salud mental, me negaba a ser v?ctima y a comportarme como tal: haberlo hecho nos habr?a debilitado a m? y a mis propios hijos, que necesitaban un ejemplo de normalidad para evitar quedar marcados para siempre por el secuestro de su padre. Y si algo ten?a era herramientas para abordar algo as?. Opté por convertir la situaci?n en mi mejor investigaci?n period?stica, la mejor cobertura imaginable, una excusa para entrevistar a cualquiera que pudiese tener contacto, m?nimo o m?ximo, con el movimiento m?s opaco del mundo y con su secreto mejor guardado, el universo de los secuestrados”.
Frente a pa?ses como Estados Unidos y Reino Unido, que se niegan a negociar con terroristas (salvo que haya razones de Estado, en cuyo caso nada trascender?), pa?ses como Espa?a estiman que entre la vida de seis compatriotas (que han corrido adem?s el riesgo de asomarse al horror para contarlo) y fondos que pueden acabar alimentando la maquinaria de un engendro como el Estado Isl?mico el dilema pol?tico y moral es asumir la decisi?n menos mala, y salve a seres concretos. Poner cara, biograf?a, es la mejor manera de ayudar al ciudadano a ponerse en el lugar del otro. Algo que no siempre hacemos bien los periodistas.
El secuestro ha sido un arma propagand?stica del Estado Isl?mico y organizaciones afines, con efectos semejantes a una bomba de racimo: no solo difunde el miedo entre los periodistas (y entre las empresas, que prefieren no correr riesgos y optan a menudo por servirse, con menos gasto y ning?n compromiso en caso de accidente, muerte o secuestro, de 'freelances'), con lo que quedan en sombra sus fechor?as y los desastres de la guerra, sino que adem?s obtienen pingües beneficios econ?micos. Por no hablar de la capacidad reclutadora de la crueldad entre descerebrados y cautivos del mundo mesi?nico y maniqueo, por eso se han servido de rehenes anglosajones para someterlos a juicios farsa, y ejecutado ante las c?maras para regocijo de sus m?s cerriles partidarios, con puestas en escena impecables desde el punto de vista técnico e inmorales desde el punto de vista del contenido.
Fuera del mapa informativo
La consecuencia de esta estrategia del terror es que hace mucho tiempo que Siria ha desaparecido del mapa informativo, es tan solo un rumor de fondo, del que en raras ocasiones llegan episodios inconexos. La din?mica que suele adoptar la cobertura de la actualidad (ahora enfocada en Ucrania (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/tanques-leopardo-espanoles-ayudarian-ucrania-81537360), aunque empieza a languidecer) parece alimentada por la estética de la sociedad del espect?culo, de un consumo de eventos sin l?gica ni explicaci?n, que convierte al ciudadano en espectador inerme de hechos inexplicables que no atizan la conciencia, sino que la anestesian. Acaban inoculando dos virus conexos: todo va a peor, es incomprensible, y no hay nada que yo pueda hacer. Informarse cuesta, como dec?a Ignacio Ramonet, implica querer saber en qué mundo estamos y cu?les son las consecuencias de nuestros actos, de nuestras pol?ticas y de nuestras omisiones.
Ning?n ser humano es una isla. Pero tenemos miedo. Sin los peri?dicos, sin la buena prensa, sin reporteros que se la jueguen por nosotros, que nos ayuden a ponernos en el lugar del otro, estamos perdidos. Nuestra vida ser? menos valiosa, menos digna de ser vivida.
“El gran olvido se afianza. Tu voz se pierde, pues quienes van a ti llevan las manos llenas. ?Qué buscan ellos entre estas letras? Festejan tus versos cuando t? s?lo quer?as ser o?do como un viviente, como alguien que ha vuelto a casa, como quien puede reconducir a otro comienzo”. Rafael Cadenas ,'Obra entera'.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/secuestro-arma-destruccion-intima-masiva-81537600)
Fueron dos tr?os sucesivos, aunque el primero se form? en la propia prisi?n del Estado Isl?mico. A comienzos de septiembre de 2013 fue secuestrado en Siria Marc Marginedas, enviado especial de El Peri?dico de Catalunya, del grupo Prensa Ibérica. Doce d?as después, el fot?grafo freelance Ricardo Garc?a Vilanova, y Javier Espinosa, reportero del diario El Mundo, que viajaban juntos. Los tres muy experimentados en conflictos, y muy cautelosos a la hora de tomar decisiones arriesgadas. Fueron liberados al cabo de seis meses atroces. Dos a?os después, también en Siria, en las cercan?as de Alepo, fueron secuestrados por Al Qaeda tres periodistas freelance, que trabajaban para distintos medios y viajaban juntos: Antonio Pampliega, ?ngel Sastre y José Manuel L?pez. Pasaron un a?o en penoso cautiverio.
Del mismo modo que en las facultades de periodismo no se ense?a el coste de asomarse al espanto y al dolor de los dem?s (y que perder la capacidad de compadecerte del dolor ajeno te incapacita para informar decentemente), una asignatura que no se imparte a quienes sue?an convertirse en reporteros de guerra es c?mo sobrevivir f?sica y ps?quicamente a un secuestro. Los seis periodistas fueron liberados después de laboriosas negociaciones que el Gobierno espa?ol, con extrema discreci?n, estableci? con intermediarios hasta persuadir, financieramente, a los secuestradores de que los pusieran en libertad.
'Negociar con el diablo'
Es muy recomendable el libro que Javier Espinosa escribi? con su compa?era M?nica Garc?a Prieto 'Siria, el pa?s de las almas rotas' y sobre todo lo que en el ?ltimo cap?tulo (Negociar con el diablo) ella cuenta para que se conociera el secuestro y los captores se avinieran a negociar: “Desde el mismo d?a de la desaparici?n, mi vida qued? engullida por miedos e incertidumbres”, y a?ade: “En pro de mi salud mental, me negaba a ser v?ctima y a comportarme como tal: haberlo hecho nos habr?a debilitado a m? y a mis propios hijos, que necesitaban un ejemplo de normalidad para evitar quedar marcados para siempre por el secuestro de su padre. Y si algo ten?a era herramientas para abordar algo as?. Opté por convertir la situaci?n en mi mejor investigaci?n period?stica, la mejor cobertura imaginable, una excusa para entrevistar a cualquiera que pudiese tener contacto, m?nimo o m?ximo, con el movimiento m?s opaco del mundo y con su secreto mejor guardado, el universo de los secuestrados”.
Frente a pa?ses como Estados Unidos y Reino Unido, que se niegan a negociar con terroristas (salvo que haya razones de Estado, en cuyo caso nada trascender?), pa?ses como Espa?a estiman que entre la vida de seis compatriotas (que han corrido adem?s el riesgo de asomarse al horror para contarlo) y fondos que pueden acabar alimentando la maquinaria de un engendro como el Estado Isl?mico el dilema pol?tico y moral es asumir la decisi?n menos mala, y salve a seres concretos. Poner cara, biograf?a, es la mejor manera de ayudar al ciudadano a ponerse en el lugar del otro. Algo que no siempre hacemos bien los periodistas.
El secuestro ha sido un arma propagand?stica del Estado Isl?mico y organizaciones afines, con efectos semejantes a una bomba de racimo: no solo difunde el miedo entre los periodistas (y entre las empresas, que prefieren no correr riesgos y optan a menudo por servirse, con menos gasto y ning?n compromiso en caso de accidente, muerte o secuestro, de 'freelances'), con lo que quedan en sombra sus fechor?as y los desastres de la guerra, sino que adem?s obtienen pingües beneficios econ?micos. Por no hablar de la capacidad reclutadora de la crueldad entre descerebrados y cautivos del mundo mesi?nico y maniqueo, por eso se han servido de rehenes anglosajones para someterlos a juicios farsa, y ejecutado ante las c?maras para regocijo de sus m?s cerriles partidarios, con puestas en escena impecables desde el punto de vista técnico e inmorales desde el punto de vista del contenido.
Fuera del mapa informativo
La consecuencia de esta estrategia del terror es que hace mucho tiempo que Siria ha desaparecido del mapa informativo, es tan solo un rumor de fondo, del que en raras ocasiones llegan episodios inconexos. La din?mica que suele adoptar la cobertura de la actualidad (ahora enfocada en Ucrania (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/tanques-leopardo-espanoles-ayudarian-ucrania-81537360), aunque empieza a languidecer) parece alimentada por la estética de la sociedad del espect?culo, de un consumo de eventos sin l?gica ni explicaci?n, que convierte al ciudadano en espectador inerme de hechos inexplicables que no atizan la conciencia, sino que la anestesian. Acaban inoculando dos virus conexos: todo va a peor, es incomprensible, y no hay nada que yo pueda hacer. Informarse cuesta, como dec?a Ignacio Ramonet, implica querer saber en qué mundo estamos y cu?les son las consecuencias de nuestros actos, de nuestras pol?ticas y de nuestras omisiones.
Ning?n ser humano es una isla. Pero tenemos miedo. Sin los peri?dicos, sin la buena prensa, sin reporteros que se la jueguen por nosotros, que nos ayuden a ponernos en el lugar del otro, estamos perdidos. Nuestra vida ser? menos valiosa, menos digna de ser vivida.
“El gran olvido se afianza. Tu voz se pierde, pues quienes van a ti llevan las manos llenas. ?Qué buscan ellos entre estas letras? Festejan tus versos cuando t? s?lo quer?as ser o?do como un viviente, como alguien que ha vuelto a casa, como quien puede reconducir a otro comienzo”. Rafael Cadenas ,'Obra entera'.
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