الريــم
01-15-2023, 11:16 AM
Cuando Albert Rivera empez? a escuchar las intervenciones de Inés Arrimadas en Catalu?a tuvo un p?lpito. La jerezana, que hablaba un perfecto catal?n, entr? al Parlament en 2012 cuando Ciutadans —a?n era solo un partido de ?mbito catal?n— dio la primera sorpresa relevante en unas elecciones: 9 diputados (seis m?s que la convocatoria anterior). La formaci?n que hablaba claro contra el independentismo iba tomando cuerpo. Cuando en 2015 Rivera decidi? dar el salto a Madrid para concurrir a las generales decidi?, en contra del criterio de dirigentes veteranos y amigos personales, que Arrimadas le relevara como l?der en la cuna del partido.
Jordi Ca?as o Juan Carlos Girauta eran los nombres que m?s sonaban hasta entonces. Pero una dirigente nueva, mujer, menuda y t?mida aunque muchos no lo creyeran, estaba enganchando a los afiliados. Funcionaba muy bien delante de los micr?fonos y no fallaba nunca en la tribuna. Rivera lo vio claro, como también su verdadera guardia pretoriana en la direcci?n. “La apuesta era Inés. No hab?a m?s”, zanjan recordando.
Arrimadas creci? a una velocidad de vértigo en la pol?tica catalana, pero también despert? pronto mucho interés en el ?mbito nacional. Los medios se interesaban por ella y en reuniones de empresarios, colectivos, asociaciones su nombre no dejaba de sonar con aires de esperanza. Se convirti? en el gran referente contra el nacionalismo, incluso por delante de las siglas naranjas. Rivera llevaba peleando con el mismo mensaje muchos a?os m?s, pero no cal? igual. No lleg? adonde ella s?. El momento y las circunstancias fueron las justas, pero lo hizo.
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En 2017, Ciudadanos (ya con su nombre de pol?tica nacional) consigui? lo que era imposible a?os atr?s: ganar unas elecciones en Catalu?a, dejando arrasado al PP y, en menor medida, al PSC. Super? en votos al resto de opciones pol?ticas, incluidas las nacionalistas. La suma de esca?os, en todo caso, segu?a siendo mayoritaria para los independentistas. Ah? empez? el debate.*
Arrimadas nunca habr?a podido ser presidenta de la Generalitat, pero tampoco lo intent?. Sectores de su propio partido, el resto de formaciones constitucionalistas y, con el tiempo, muchos votantes terminaron reprochando que no hiciera m?s ruido yendo a una investidura. El argumento que esgrim?a Ciudadanos era obvio: los n?meros no daban y le iban a regalar una victoria al independentismo que, en realidad, no se hab?a producido en las urnas. Ante la creencia de que esa victoria ca?a en saco roto, aprovechando el momento de mayor debilidad del PP y una popularidad absoluta de Arrimadas, la dirigente abandon? Catalu?a para llegar al Congreso de los Diputados de la mano de Rivera.
"No era una l?der pero todos la miramos a ella"
El experimento sali? mal por muchos motivos y a la larga se vio que, con m?s o menos raz?n, la gloria empezaba a caer y se abr?a paso la decepci?n. Los bandazos estratégicos del partido y la err?tica pol?tica de pactos llev? a Ciudadanos a su peor resultado en la repetici?n de generales de 2019 con las consecuencias que ya se conocen: Rivera dimiti? y en ese mismo momento, cuando a?n pronunciaba su adi?s en una sede llena de l?grimas, todos se volv?an a mirar a Arrimadas.
mantiene
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“Lo quer?amos m?s los dem?s que ella misma. En realidad, no dimos opci?n. No hab?a otra persona y, sobre todo, si la hubiera habido, no la habr?amos escuchado. Ten?a que ser Arrimadas, era la sustituta natural. Nunca hubo debate”. La frase es la reconstrucci?n de distintos dirigentes que estaban en aquella ejecutiva: muchos ya est?n fuera del partido y otros siguen dentro. Arrimadas estuvo unos d?as en Jerez de la Frontera asumiendo lo que se le ven?a encima. Lo pas? mal y sufri? algo que le ha perseguido estos casi tres a?os: ese cargo no estaba hecho para ella. “Era y es la mejor portavoz. Pero no era una l?der org?nica”, zanjan personas muy cercanas a ella.
El desastre de la moci?n
El continuismo en su direcci?n y la cesi?n de poder absoluto a Carlos Cuadrado, evitando tomar decisiones en primera persona y delegando en exceso la estrategia del partido llev? al peor error cometido en la gesti?n de su presidencia, con consecuencias que el partido sigue pagando: una moci?n de censura en Murcia para romper el gobierno con el PP, que encima no sali? adelante.*
Los efectos de aquella operaci?n fallida fueron desastrosos: sigui? el presidente popular en la Regi?n, se rompi? el partido en esa comunidad, no consiguieron el Gobierno para emprender una nueva relaci?n con el PSOE, se debilit? por completo la relaci?n con los populares a pesar de que era un socio preferente e Isabel D?az Ayuso convoc? unas elecciones que elimin? a Ciudadanos del mapa madrile?o. Lo peor fue una falta de credibilidad entre los electores que nunca recuperaron.
Ni siquiera después de aquello hubo cambios tan profundos dentro de la ejecutiva. S? se produjeron salidas voluntarias relevantes como la de Marta Rivera de la Cruz (hoy consejera de Cultura de la Comunidad madrile?a), Toni Cant? (con varios viajes pol?ticos en medio), Luis Garicano (por razones acumuladas abandon? el esca?o en Europa) o Ignacio Aguado (no fue el candidato madrile?o y también se fue). Tras perder los gobiernos de Murcia y Madrid, las elecciones de Castilla y Le?n y Andaluc?a también dejaron fuera al partido con la excepci?n del esca?o de Paco Igea en el primer caso. El capital pol?tico y de presencia institucional qued? casi dilapidado con salvedades contadas como el de Bego?a Villac?s.
La moci?n de censura levant? un nivel de cr?tica y contestaci?n contra Arrimadas muy elevado, que nunca estall? por la falta de sustituto. Ese fue el ?nico motivo por el que realmente no implosion? el partido entonces. La OPA que lanz? el PP de Pablo Casado para destruir a los naranjas en distintas comunidades con fichajes muy agresivos fue el ?nico pegamento que encontraron los distintos sectores en Ciudadanos. Los ataques de su rival por la derecha provocaron una uni?n que habr?a sido imposible.
Pero el liderazgo de Arrimadas qued? demasiado tocado. Nunca volvi? a ser igual. El grupo parlamentario encabezado por ella en el Congreso representaba la resistencia y funcionaba como una pi?a después de que saliera Pablo Cambronero, el parlamentario andaluz que decidi? irse al Grupo Mixto. Arrimadas y su escudero, Edmundo Bal (hoy el m?s cr?tico con la expresidenta) lideraban el ?nico escaparate real del partido. Hasta que después del verano y con el desastre andaluz incrustado en el est?mago del partido la presidenta anunci? una asamblea general. Iban a llegar cambios. Lo que nunca pens? es que el grupo del Congreso saltar?a por los aires como lo ha hecho o que tuviera que dejar claro en su ?ltimo discurso como presidenta, casi tres a?os después, que no le mover?n la silla de portavoz parlamentaria.*
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/nacional/arrimadas-triunfo-historico-catalan-mocion-81199660)
Jordi Ca?as o Juan Carlos Girauta eran los nombres que m?s sonaban hasta entonces. Pero una dirigente nueva, mujer, menuda y t?mida aunque muchos no lo creyeran, estaba enganchando a los afiliados. Funcionaba muy bien delante de los micr?fonos y no fallaba nunca en la tribuna. Rivera lo vio claro, como también su verdadera guardia pretoriana en la direcci?n. “La apuesta era Inés. No hab?a m?s”, zanjan recordando.
Arrimadas creci? a una velocidad de vértigo en la pol?tica catalana, pero también despert? pronto mucho interés en el ?mbito nacional. Los medios se interesaban por ella y en reuniones de empresarios, colectivos, asociaciones su nombre no dejaba de sonar con aires de esperanza. Se convirti? en el gran referente contra el nacionalismo, incluso por delante de las siglas naranjas. Rivera llevaba peleando con el mismo mensaje muchos a?os m?s, pero no cal? igual. No lleg? adonde ella s?. El momento y las circunstancias fueron las justas, pero lo hizo.
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En 2017, Ciudadanos (ya con su nombre de pol?tica nacional) consigui? lo que era imposible a?os atr?s: ganar unas elecciones en Catalu?a, dejando arrasado al PP y, en menor medida, al PSC. Super? en votos al resto de opciones pol?ticas, incluidas las nacionalistas. La suma de esca?os, en todo caso, segu?a siendo mayoritaria para los independentistas. Ah? empez? el debate.*
Arrimadas nunca habr?a podido ser presidenta de la Generalitat, pero tampoco lo intent?. Sectores de su propio partido, el resto de formaciones constitucionalistas y, con el tiempo, muchos votantes terminaron reprochando que no hiciera m?s ruido yendo a una investidura. El argumento que esgrim?a Ciudadanos era obvio: los n?meros no daban y le iban a regalar una victoria al independentismo que, en realidad, no se hab?a producido en las urnas. Ante la creencia de que esa victoria ca?a en saco roto, aprovechando el momento de mayor debilidad del PP y una popularidad absoluta de Arrimadas, la dirigente abandon? Catalu?a para llegar al Congreso de los Diputados de la mano de Rivera.
"No era una l?der pero todos la miramos a ella"
El experimento sali? mal por muchos motivos y a la larga se vio que, con m?s o menos raz?n, la gloria empezaba a caer y se abr?a paso la decepci?n. Los bandazos estratégicos del partido y la err?tica pol?tica de pactos llev? a Ciudadanos a su peor resultado en la repetici?n de generales de 2019 con las consecuencias que ya se conocen: Rivera dimiti? y en ese mismo momento, cuando a?n pronunciaba su adi?s en una sede llena de l?grimas, todos se volv?an a mirar a Arrimadas.
mantiene
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“Lo quer?amos m?s los dem?s que ella misma. En realidad, no dimos opci?n. No hab?a otra persona y, sobre todo, si la hubiera habido, no la habr?amos escuchado. Ten?a que ser Arrimadas, era la sustituta natural. Nunca hubo debate”. La frase es la reconstrucci?n de distintos dirigentes que estaban en aquella ejecutiva: muchos ya est?n fuera del partido y otros siguen dentro. Arrimadas estuvo unos d?as en Jerez de la Frontera asumiendo lo que se le ven?a encima. Lo pas? mal y sufri? algo que le ha perseguido estos casi tres a?os: ese cargo no estaba hecho para ella. “Era y es la mejor portavoz. Pero no era una l?der org?nica”, zanjan personas muy cercanas a ella.
El desastre de la moci?n
El continuismo en su direcci?n y la cesi?n de poder absoluto a Carlos Cuadrado, evitando tomar decisiones en primera persona y delegando en exceso la estrategia del partido llev? al peor error cometido en la gesti?n de su presidencia, con consecuencias que el partido sigue pagando: una moci?n de censura en Murcia para romper el gobierno con el PP, que encima no sali? adelante.*
Los efectos de aquella operaci?n fallida fueron desastrosos: sigui? el presidente popular en la Regi?n, se rompi? el partido en esa comunidad, no consiguieron el Gobierno para emprender una nueva relaci?n con el PSOE, se debilit? por completo la relaci?n con los populares a pesar de que era un socio preferente e Isabel D?az Ayuso convoc? unas elecciones que elimin? a Ciudadanos del mapa madrile?o. Lo peor fue una falta de credibilidad entre los electores que nunca recuperaron.
Ni siquiera después de aquello hubo cambios tan profundos dentro de la ejecutiva. S? se produjeron salidas voluntarias relevantes como la de Marta Rivera de la Cruz (hoy consejera de Cultura de la Comunidad madrile?a), Toni Cant? (con varios viajes pol?ticos en medio), Luis Garicano (por razones acumuladas abandon? el esca?o en Europa) o Ignacio Aguado (no fue el candidato madrile?o y también se fue). Tras perder los gobiernos de Murcia y Madrid, las elecciones de Castilla y Le?n y Andaluc?a también dejaron fuera al partido con la excepci?n del esca?o de Paco Igea en el primer caso. El capital pol?tico y de presencia institucional qued? casi dilapidado con salvedades contadas como el de Bego?a Villac?s.
La moci?n de censura levant? un nivel de cr?tica y contestaci?n contra Arrimadas muy elevado, que nunca estall? por la falta de sustituto. Ese fue el ?nico motivo por el que realmente no implosion? el partido entonces. La OPA que lanz? el PP de Pablo Casado para destruir a los naranjas en distintas comunidades con fichajes muy agresivos fue el ?nico pegamento que encontraron los distintos sectores en Ciudadanos. Los ataques de su rival por la derecha provocaron una uni?n que habr?a sido imposible.
Pero el liderazgo de Arrimadas qued? demasiado tocado. Nunca volvi? a ser igual. El grupo parlamentario encabezado por ella en el Congreso representaba la resistencia y funcionaba como una pi?a después de que saliera Pablo Cambronero, el parlamentario andaluz que decidi? irse al Grupo Mixto. Arrimadas y su escudero, Edmundo Bal (hoy el m?s cr?tico con la expresidenta) lideraban el ?nico escaparate real del partido. Hasta que después del verano y con el desastre andaluz incrustado en el est?mago del partido la presidenta anunci? una asamblea general. Iban a llegar cambios. Lo que nunca pens? es que el grupo del Congreso saltar?a por los aires como lo ha hecho o que tuviera que dejar claro en su ?ltimo discurso como presidenta, casi tres a?os después, que no le mover?n la silla de portavoz parlamentaria.*
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