الريــم
01-11-2023, 07:00 PM
Vamos a terminar hablando de luciérnagas como met?fora de lo maravilloso, un ser que para amar se transforma en luz.*Gustavo Mart?n Garzo*es lo que podr?amos llamar un cl?sico, sin serlo a?n (Valladolid, febrero del 48): un escritor que aborda asuntos atemporales y universales observados siempre desde lo invisible. Dice que hay dos vidas, la que se ve y la que no, y que poner en primer plano la fantas?a y la imaginaci?n, lejos de ser una huida, es una bella forma de enriquecer lo real.
De ah? que sus narraciones se dirijan a un lector que no tiene edad ni género, pero s? ha de sentir un profundo amor por la literatura y el ensue?o, porque tal es la tarea de la escritura elevada a arte: dar cuenta de la realidad oculta, aquella que el ni?o percibe incluso antes del lenguaje y no alcanza a expresar; ese “mundo de la posibilidad que nos salva de la realidad como c?rcel” y que él, como buen cl?sico, s? conserva. El escritor nos invita a adentrarnos en*El pa?s de los ni?os perdidos*(Siruela), un libro que nace de la curiosidad de su nieto mayor.
*“En el colegio le hab?an pedido que llevara fotos de sus abuelos cuando eran ni?os. Gabriel (10 a?os) se queda mirando mi foto y le dice a su madre: “?Sabes?, me imagino que entro ah? y juego con el*nono*cuando era un ni?o como yo, y vivimos aventuras”. ?l nunca hab?a pensado que yo pudiera haber sido un ni?o, y entonces quiere conocerlo. No creo en esa idealizaci?n de conservar al ni?o que fuimos; no, no, perdemos la conexi?n con él: se convierte en un enigma para nosotros mismos, porque entonces viv?as en un mundo diferente”.
P. Gustavo, ?en qué consiste la fantas?a de lo real?
R. La realidad es el lugar com?n en el que te encuentras y compartes con los dem?s, y el mundo fant?stico es complementario; son nuestros anhelos y deseos, y es lo que da significado a la vida. Si pierdes esa capacidad de desear y anhelar se produce una desconexi?n con el mundo real, puesto que es ya nada es significativo. Es lo que sucede en la depresi?n y nos produce un sufrimiento atroz.
P. Usted nos envuelve con palabras e historias maravillosas pero ?no es peligroso confundir realidad y fantas?a?, ?no es esto lo que la gente teme?
R. Eso es un error. Todo depende de a qué llamamos realidad. ?Lo tangible? Y nuestros deseos y pensamientos, ?no son reales? Hay una vida que vemos y otra invisible, que es ésta de la imaginaci?n y la fantas?a, que lejos de ser una huida del mundo real es una forma de ampliarlo. Chesterton dec?a que el verdadero realismo son los cuentos de hadas, porque no solo hablan de lo que vemos y palpamos, sino de la realidad de nuestros deseos y afectos, del espacio interior, aquella vida invisible a la que tanto se refiere Rilke. Por eso en muchos cuentos aparecen esas puertas y pasadizos que conducen a otro territorio, el desconocido.
P. ?Necesitamos creer en esos otros mundos para manejarnos en la realidad?
R. Claro, son tanto como todo lo que callamos y no hemos vivido a?n: los deseos, los sue?os. Como contaba Juan Ram?n Jiménez, si en el momento de la muerte a uno le preguntasen qué le gustar?a ver de su propia vida, probablemente elegir?a lo que no ha llegado a vivir pero s? ha so?ado. El mundo de la fantas?a conecta con esa parte de nosotros mismos que no hemos llegado a vivir pero que deseamos.
“El mayor regalo que se puede hacer a un hijo es que se sienta el elegido, el que nace del amor”
P. Y ?es ese precisamente el valor de la literatura, del arte en general, acercarnos a nuestra realidad invisible, oculta?
R. Clar?simamente. En cada uno de nosotros hay una realidad oculta, y la tarea de la literatura es dar cuenta de esa realidad, no contarnos lo que ya sabemos. Hay lectores o espectadores temerosos que solo buscan identificarse de manera inmediata con lo que leen o ven, que le hablen de lo que ya conoce y piensa, lo obvio, porque el terreno de lo incierto les da miedo. Pero el verdadero espectador o lector lo que desea es que le lleven a lo desconocido, que no son necesariamente dragones: en el mundo de lo cotidiano est?n presentes lo oculto y los sue?os, se trata de dar cuenta de ello.
P. Es usted uno de los raros escritores que escribe indistintamente para adultos y ni?os y todo es un mismo universo literario. ?C?mo lo consigue?
R. Creyendo en lo que cuento, y no creo que el mundo de las hadas pueda interesar solo a los ni?os. No me planteo de forma diferente un cuento de lo maravilloso y una novela supuestamente para adultos.
P. ?Nos convendr?a leer m?s literatura fant?stica?
R. S?. Si el adulto no tiene esta capacidad es porque sufre una pérdida, como quien pierde el pelo o la figura al envejecer. Nadie celebra una pérdida, sino aquello que le enriquece.
P. ?Qué ser?a lo que los adultos admiramos de los ni?os?
R. El ni?o es un modelo de vida, el mundo de la posibilidad y el asombro, que el adulto transforma en un mundo donde todo es lo que debe ser, encogiendo la realidad a una especie de c?rcel terrible sin sue?os ni posibilidades. La puerta pintada en el muro de esa c?rcel (La puerta en el muro, de H.G. Wells) es la met?fora de la literatura que te permite acceder a otras realidades, que te conecta con el mundo interior. ?Qué ser?an las relaciones humanas sin ese mundo? Y esto explica por qué necesitamos el arte.
P. Gustavo, ?El pa?s de los ni?os perdidos*es lo que su t?tulo indica, una met?fora de la infancia perdida?
R. No exactamente. La infancia es un territorio al que no podemos regresar, y la fantas?a nos permite una aproximaci?n. La gran cualidad de la imaginaci?n es vincular realidades que la raz?n separa: el mundo de lo real y el sue?o; establecer puentes entre lo humano y lo animal, los vivos y los muertos. Y la literatura fant?stica nos permite viajar a todos esos mundos perdidos, y uno de ellos es la infancia, y otro, el mundo anterior al lenguaje. Ese mundo mudo pervive en nuestro interior, es de alg?n modo el universo de la sexualidad, del amor, que nos devuelve al bosque de lo no controlable. Banalizar la sexualidad como si fuera una clase de pilates es olvidar lo maravilloso que puede ser. Es el territorio del lobo, ojo, hay que transitarlo con precauci?n.*
P. ?También el amor es un sentimiento imaginario? “Un lugar que no existe pero en el que todo es posible y al que todos podemos ir”, escribe en su cuento.
R. En gran parte s?. Vinculo el mundo amoroso al arte: para m? son lo mismo. Amar a alguien es decirle t? nunca morir?s, lo que es mentira, porque se va a morir, pero el amor nos pide que mintamos. Claro que el amor rom?ntico es una mentira, creemos que es algo que nunca nos ha pasado antes ni nos volver? a suceder: la persona de tu vida. Es decir, bellas mentiras que necesitamos para vivir, y todo el arte est? lleno de bellas mentiras.
“El mundo de la fantas?a conecta con esa parte de nosotros mismos que no hemos llegado a vivir pero que deseamos”
P. ?Por qué es tan femenino el error de enamorarse del ser menos conveniente, el que menos felicidad y m?s dolor nos va a procurar?
R. Los hombres también se enamoran y son vapuleados en el amor. No es verdad que seamos due?os de nuestra vida y nuestros deseos, y pensarlo es caer en la decepci?n. Los momentos m?s plenos de la vida son los de la entrega ciega. Pero claro que el amor es una mentira: los amantes necesitan mentirse. ?Son peligrosas las mentiras? S?, pero las necesitamos para darle sentido a la insignificancia de la vida. El amor es la intuici?n de lo maravilloso, que es disruptiva, todo lo desordena.
P. ?Las mujeres disciernen mejor el peligro que los hombres, se dice en*El pa?s de ni?os perdidos. ?La realidad no indica precisamente lo contrario?
R. El hombre y la mujer antes de serlo son personas, obviamente. La diferencia sexual tampoco es tal, hasta que aparece esa llamada de la otra orilla, el*sexus, la separaci?n, de la que solo somos conscientes cuando hay deseo. El problema es cuando se utiliza la diferencia para machacar al otro, que es lo que ocurre con el abuso, el racismo, etcétera.
P. ?Buscamos en las artes pl?sticas y la literatura lo que am?bamos y hemos perdido?
R. En cierto modo s?, y lo que no hemos tenido nunca. El arte es deseo y se confunde con el mundo amoroso. Por eso insisto en que el amor es una de las bellas artes.
P. ?Usted quiere mucho?
R. Eso parece, llevo con mi mujer (la también escritora Esperanza Ortega) m?s de 40 a?os.
P. Se pregunta la ni?a fil?sofa: “Yo, ?por qué existiré?” ?Por qué es tan necesaria esta pregunta?
R. Porque es inevitable, es eso tan perturbador que tenemos los humanos y llamamos conciencia. Esa pregunta me la hizo mi nieto Adrianito, uno de los dos protagonistas de la novela. Y lo terrible es que los adultos nos dejamos de preguntar, pero la literatura y el deseo nos devuelven a las preguntas: sin ellas, se acab? la vida.
P. Gustavo, ?es el hecho de no haber abandonado su coraz?n de ni?o lo que hace posible este universo literario suyo?
R. No est? mal la apreciaci?n, pero la infancia es una cosa muy seria, y no se puede volver a ella. El ni?o antes de serlo fue un animal, que ser? para siempre su protector, pero es inaccesible, no podemos saber c?mo era esa vida. A un ciervo puedes mirarle pero nunca sabr?s c?mo es su vida, porque es misterio y silencio, absolutos, y de ah? procede su belleza. Y en cierta forma, el ni?o participa de esa belleza animal, de ese pensamiento impenetrable. Hay una puerta que se cierra del ni?o al adulto, y solo nos queda la posibilidad de fabular, de llevar ese mundo mudo a la historia que habitamos. La palabra “f?bula” viene de “hablar”, y ese es el movimiento que realiza la literatura, llevando lo mudo al tiempo que habitamos, a través del lenguaje.
P. Le pregunto como psic?logo, ?esa memoria de peces o p?jaros anterior al lenguaje, forma parte de nosotros mismos sin ser conscientes?
R. Esa memoria est? en nuestro inconsciente, claro, y ?a saber los dep?sitos que hay ah? a lo largo de tan larga evoluci?n! He sido un ni?o, he sido un pez, que escribi? Borges. S?, todas esas existencias anteriores est?n en nuestro cuerpo. No puedes volver pero tampoco deshacerte de ellas, forman parte de ti.
“El mundo mudo pervive en nuestro interior, anterior al lenguaje, es el universo de la sexualidad y del amor, que nos devuelve al bosque de lo no controlable”
P. ?C?mo era usted de ni?o? ?C?mo eran sus padres?
R. Era uno de esos ni?os que viven fuera del mundo; siempre perdido en la enso?aci?n, mis fantas?as y juegos. En el colegio era un estudiante corriente, me bastaba con despertar un momento para salir adelante. Porque en realidad en las clases no me enteraba de nada, estaba en mis cosas. Jugaba constantemente, invent?ndome todas las historias del mundo con aquellos soldaditos de goma. Y sobre todo, me sent?a muy querido, lo que es el mejor regalo que se le puede hacer a un hijo: hacerle sentir el elegido, el nacido del amor de sus padres. Los ni?os que perciben esto adquieren una confianza b?sica que les capacita para la vida; y al contrario, el ni?o que se siente rechazado siempre dudar? de lo que es.
P. ?Preguntaba mucho usted?
R. Supongo, pero curiosamente no tengo muchos recuerdos de mi infancia, tal vez porque estaba fuera. Y percib?a que hab?a una vida de los adultos que desconoc?a: todos llegamos tarde a la vida de nuestros padres. Mi padre era muy bondadoso pero viv?a separado de nuestro universo infantil; y mi madre era muy amorosa y entregada, tuvo 6 hijos y le gustaba mucho su papel aunque no pudo vivir otras vidas que hubiera deseado, como todas las mujeres entonces.
P. ?Qué y c?mo le?a?
R. Lo cierto es que no fui muy lector hasta la adolescencia; Salgari,*Guillermo Brown*y los libros que hab?a por casa. Era m?s un ni?o cinéfilo, el cine me parec?a lo m?s fascinante: el lugar a donde vas a ver la luz, que se transformaba en historias, met?fora del deseo de transfiguraci?n, de “abandonar las sucias caba?as de la realidad”, como escribi? Ionesco, y mostrarse a los dem?s como te gustar?a ser contemplado y como realmente eres. Todo ser humano por insignificante que sea guarda algo esplendoroso en su interior, el problema es que la mayor?a no sabe c?mo mostrarlo. Es el momento Cenicienta, la plenitud.
P. Gustavo, ?son las luciérnagas el alma de los ni?os perdidos? Somos muchos los que guardamos una memoria infantil de estos insectos, ?por qué?
R. Porque es un insecto deslumbrante: una luz que surg?a en la oscuridad, y cuando descubr?as que proced?a de un insecto y averiguabas que ten?a que ver con el deseo, porque era su forma de aparearse, se convert?a en lo m?s asombroso. Es una met?fora de la luz que desprende el ser del que te enamoras. Todo cuerpo amado se transforma en luciérnaga.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/gustavo-martin-garzo-arte-literatura-81048301)
De ah? que sus narraciones se dirijan a un lector que no tiene edad ni género, pero s? ha de sentir un profundo amor por la literatura y el ensue?o, porque tal es la tarea de la escritura elevada a arte: dar cuenta de la realidad oculta, aquella que el ni?o percibe incluso antes del lenguaje y no alcanza a expresar; ese “mundo de la posibilidad que nos salva de la realidad como c?rcel” y que él, como buen cl?sico, s? conserva. El escritor nos invita a adentrarnos en*El pa?s de los ni?os perdidos*(Siruela), un libro que nace de la curiosidad de su nieto mayor.
*“En el colegio le hab?an pedido que llevara fotos de sus abuelos cuando eran ni?os. Gabriel (10 a?os) se queda mirando mi foto y le dice a su madre: “?Sabes?, me imagino que entro ah? y juego con el*nono*cuando era un ni?o como yo, y vivimos aventuras”. ?l nunca hab?a pensado que yo pudiera haber sido un ni?o, y entonces quiere conocerlo. No creo en esa idealizaci?n de conservar al ni?o que fuimos; no, no, perdemos la conexi?n con él: se convierte en un enigma para nosotros mismos, porque entonces viv?as en un mundo diferente”.
P. Gustavo, ?en qué consiste la fantas?a de lo real?
R. La realidad es el lugar com?n en el que te encuentras y compartes con los dem?s, y el mundo fant?stico es complementario; son nuestros anhelos y deseos, y es lo que da significado a la vida. Si pierdes esa capacidad de desear y anhelar se produce una desconexi?n con el mundo real, puesto que es ya nada es significativo. Es lo que sucede en la depresi?n y nos produce un sufrimiento atroz.
P. Usted nos envuelve con palabras e historias maravillosas pero ?no es peligroso confundir realidad y fantas?a?, ?no es esto lo que la gente teme?
R. Eso es un error. Todo depende de a qué llamamos realidad. ?Lo tangible? Y nuestros deseos y pensamientos, ?no son reales? Hay una vida que vemos y otra invisible, que es ésta de la imaginaci?n y la fantas?a, que lejos de ser una huida del mundo real es una forma de ampliarlo. Chesterton dec?a que el verdadero realismo son los cuentos de hadas, porque no solo hablan de lo que vemos y palpamos, sino de la realidad de nuestros deseos y afectos, del espacio interior, aquella vida invisible a la que tanto se refiere Rilke. Por eso en muchos cuentos aparecen esas puertas y pasadizos que conducen a otro territorio, el desconocido.
P. ?Necesitamos creer en esos otros mundos para manejarnos en la realidad?
R. Claro, son tanto como todo lo que callamos y no hemos vivido a?n: los deseos, los sue?os. Como contaba Juan Ram?n Jiménez, si en el momento de la muerte a uno le preguntasen qué le gustar?a ver de su propia vida, probablemente elegir?a lo que no ha llegado a vivir pero s? ha so?ado. El mundo de la fantas?a conecta con esa parte de nosotros mismos que no hemos llegado a vivir pero que deseamos.
“El mayor regalo que se puede hacer a un hijo es que se sienta el elegido, el que nace del amor”
P. Y ?es ese precisamente el valor de la literatura, del arte en general, acercarnos a nuestra realidad invisible, oculta?
R. Clar?simamente. En cada uno de nosotros hay una realidad oculta, y la tarea de la literatura es dar cuenta de esa realidad, no contarnos lo que ya sabemos. Hay lectores o espectadores temerosos que solo buscan identificarse de manera inmediata con lo que leen o ven, que le hablen de lo que ya conoce y piensa, lo obvio, porque el terreno de lo incierto les da miedo. Pero el verdadero espectador o lector lo que desea es que le lleven a lo desconocido, que no son necesariamente dragones: en el mundo de lo cotidiano est?n presentes lo oculto y los sue?os, se trata de dar cuenta de ello.
P. Es usted uno de los raros escritores que escribe indistintamente para adultos y ni?os y todo es un mismo universo literario. ?C?mo lo consigue?
R. Creyendo en lo que cuento, y no creo que el mundo de las hadas pueda interesar solo a los ni?os. No me planteo de forma diferente un cuento de lo maravilloso y una novela supuestamente para adultos.
P. ?Nos convendr?a leer m?s literatura fant?stica?
R. S?. Si el adulto no tiene esta capacidad es porque sufre una pérdida, como quien pierde el pelo o la figura al envejecer. Nadie celebra una pérdida, sino aquello que le enriquece.
P. ?Qué ser?a lo que los adultos admiramos de los ni?os?
R. El ni?o es un modelo de vida, el mundo de la posibilidad y el asombro, que el adulto transforma en un mundo donde todo es lo que debe ser, encogiendo la realidad a una especie de c?rcel terrible sin sue?os ni posibilidades. La puerta pintada en el muro de esa c?rcel (La puerta en el muro, de H.G. Wells) es la met?fora de la literatura que te permite acceder a otras realidades, que te conecta con el mundo interior. ?Qué ser?an las relaciones humanas sin ese mundo? Y esto explica por qué necesitamos el arte.
P. Gustavo, ?El pa?s de los ni?os perdidos*es lo que su t?tulo indica, una met?fora de la infancia perdida?
R. No exactamente. La infancia es un territorio al que no podemos regresar, y la fantas?a nos permite una aproximaci?n. La gran cualidad de la imaginaci?n es vincular realidades que la raz?n separa: el mundo de lo real y el sue?o; establecer puentes entre lo humano y lo animal, los vivos y los muertos. Y la literatura fant?stica nos permite viajar a todos esos mundos perdidos, y uno de ellos es la infancia, y otro, el mundo anterior al lenguaje. Ese mundo mudo pervive en nuestro interior, es de alg?n modo el universo de la sexualidad, del amor, que nos devuelve al bosque de lo no controlable. Banalizar la sexualidad como si fuera una clase de pilates es olvidar lo maravilloso que puede ser. Es el territorio del lobo, ojo, hay que transitarlo con precauci?n.*
P. ?También el amor es un sentimiento imaginario? “Un lugar que no existe pero en el que todo es posible y al que todos podemos ir”, escribe en su cuento.
R. En gran parte s?. Vinculo el mundo amoroso al arte: para m? son lo mismo. Amar a alguien es decirle t? nunca morir?s, lo que es mentira, porque se va a morir, pero el amor nos pide que mintamos. Claro que el amor rom?ntico es una mentira, creemos que es algo que nunca nos ha pasado antes ni nos volver? a suceder: la persona de tu vida. Es decir, bellas mentiras que necesitamos para vivir, y todo el arte est? lleno de bellas mentiras.
“El mundo de la fantas?a conecta con esa parte de nosotros mismos que no hemos llegado a vivir pero que deseamos”
P. ?Por qué es tan femenino el error de enamorarse del ser menos conveniente, el que menos felicidad y m?s dolor nos va a procurar?
R. Los hombres también se enamoran y son vapuleados en el amor. No es verdad que seamos due?os de nuestra vida y nuestros deseos, y pensarlo es caer en la decepci?n. Los momentos m?s plenos de la vida son los de la entrega ciega. Pero claro que el amor es una mentira: los amantes necesitan mentirse. ?Son peligrosas las mentiras? S?, pero las necesitamos para darle sentido a la insignificancia de la vida. El amor es la intuici?n de lo maravilloso, que es disruptiva, todo lo desordena.
P. ?Las mujeres disciernen mejor el peligro que los hombres, se dice en*El pa?s de ni?os perdidos. ?La realidad no indica precisamente lo contrario?
R. El hombre y la mujer antes de serlo son personas, obviamente. La diferencia sexual tampoco es tal, hasta que aparece esa llamada de la otra orilla, el*sexus, la separaci?n, de la que solo somos conscientes cuando hay deseo. El problema es cuando se utiliza la diferencia para machacar al otro, que es lo que ocurre con el abuso, el racismo, etcétera.
P. ?Buscamos en las artes pl?sticas y la literatura lo que am?bamos y hemos perdido?
R. En cierto modo s?, y lo que no hemos tenido nunca. El arte es deseo y se confunde con el mundo amoroso. Por eso insisto en que el amor es una de las bellas artes.
P. ?Usted quiere mucho?
R. Eso parece, llevo con mi mujer (la también escritora Esperanza Ortega) m?s de 40 a?os.
P. Se pregunta la ni?a fil?sofa: “Yo, ?por qué existiré?” ?Por qué es tan necesaria esta pregunta?
R. Porque es inevitable, es eso tan perturbador que tenemos los humanos y llamamos conciencia. Esa pregunta me la hizo mi nieto Adrianito, uno de los dos protagonistas de la novela. Y lo terrible es que los adultos nos dejamos de preguntar, pero la literatura y el deseo nos devuelven a las preguntas: sin ellas, se acab? la vida.
P. Gustavo, ?es el hecho de no haber abandonado su coraz?n de ni?o lo que hace posible este universo literario suyo?
R. No est? mal la apreciaci?n, pero la infancia es una cosa muy seria, y no se puede volver a ella. El ni?o antes de serlo fue un animal, que ser? para siempre su protector, pero es inaccesible, no podemos saber c?mo era esa vida. A un ciervo puedes mirarle pero nunca sabr?s c?mo es su vida, porque es misterio y silencio, absolutos, y de ah? procede su belleza. Y en cierta forma, el ni?o participa de esa belleza animal, de ese pensamiento impenetrable. Hay una puerta que se cierra del ni?o al adulto, y solo nos queda la posibilidad de fabular, de llevar ese mundo mudo a la historia que habitamos. La palabra “f?bula” viene de “hablar”, y ese es el movimiento que realiza la literatura, llevando lo mudo al tiempo que habitamos, a través del lenguaje.
P. Le pregunto como psic?logo, ?esa memoria de peces o p?jaros anterior al lenguaje, forma parte de nosotros mismos sin ser conscientes?
R. Esa memoria est? en nuestro inconsciente, claro, y ?a saber los dep?sitos que hay ah? a lo largo de tan larga evoluci?n! He sido un ni?o, he sido un pez, que escribi? Borges. S?, todas esas existencias anteriores est?n en nuestro cuerpo. No puedes volver pero tampoco deshacerte de ellas, forman parte de ti.
“El mundo mudo pervive en nuestro interior, anterior al lenguaje, es el universo de la sexualidad y del amor, que nos devuelve al bosque de lo no controlable”
P. ?C?mo era usted de ni?o? ?C?mo eran sus padres?
R. Era uno de esos ni?os que viven fuera del mundo; siempre perdido en la enso?aci?n, mis fantas?as y juegos. En el colegio era un estudiante corriente, me bastaba con despertar un momento para salir adelante. Porque en realidad en las clases no me enteraba de nada, estaba en mis cosas. Jugaba constantemente, invent?ndome todas las historias del mundo con aquellos soldaditos de goma. Y sobre todo, me sent?a muy querido, lo que es el mejor regalo que se le puede hacer a un hijo: hacerle sentir el elegido, el nacido del amor de sus padres. Los ni?os que perciben esto adquieren una confianza b?sica que les capacita para la vida; y al contrario, el ni?o que se siente rechazado siempre dudar? de lo que es.
P. ?Preguntaba mucho usted?
R. Supongo, pero curiosamente no tengo muchos recuerdos de mi infancia, tal vez porque estaba fuera. Y percib?a que hab?a una vida de los adultos que desconoc?a: todos llegamos tarde a la vida de nuestros padres. Mi padre era muy bondadoso pero viv?a separado de nuestro universo infantil; y mi madre era muy amorosa y entregada, tuvo 6 hijos y le gustaba mucho su papel aunque no pudo vivir otras vidas que hubiera deseado, como todas las mujeres entonces.
P. ?Qué y c?mo le?a?
R. Lo cierto es que no fui muy lector hasta la adolescencia; Salgari,*Guillermo Brown*y los libros que hab?a por casa. Era m?s un ni?o cinéfilo, el cine me parec?a lo m?s fascinante: el lugar a donde vas a ver la luz, que se transformaba en historias, met?fora del deseo de transfiguraci?n, de “abandonar las sucias caba?as de la realidad”, como escribi? Ionesco, y mostrarse a los dem?s como te gustar?a ser contemplado y como realmente eres. Todo ser humano por insignificante que sea guarda algo esplendoroso en su interior, el problema es que la mayor?a no sabe c?mo mostrarlo. Es el momento Cenicienta, la plenitud.
P. Gustavo, ?son las luciérnagas el alma de los ni?os perdidos? Somos muchos los que guardamos una memoria infantil de estos insectos, ?por qué?
R. Porque es un insecto deslumbrante: una luz que surg?a en la oscuridad, y cuando descubr?as que proced?a de un insecto y averiguabas que ten?a que ver con el deseo, porque era su forma de aparearse, se convert?a en lo m?s asombroso. Es una met?fora de la luz que desprende el ser del que te enamoras. Todo cuerpo amado se transforma en luciérnaga.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/cultura/gustavo-martin-garzo-arte-literatura-81048301)