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مشاهدة النسخة كاملة : "Los abusos sexuales cuando eres una ni?a te revientan"


الريــم
01-10-2023, 11:51 AM
"Es la lucha de mi vida. Quiero que mi historia les sirva a otras v?ctimas de abusos". Es la declaraci?n de intenciones de una joven, residente en Ibiza, que sufri? abusos sexuales por parte de alguien de su entorno familiar durante a?os. Es ya adulta. Supera los 30 a?os. Lleva a sus espaldas mucho trabajo personal para sanar la herida. Y quiere ayudar a quienes se encuentren en una situaci?n similar. En estos momentos, puede ya cruzarse con su agresor por la calle sin desmoronarse. Podr?a, incluso, si fuera necesario, enfrentarse a él.*

Conseguir eso no ha sido f?cil. Los obst?culos han sido muchos. Por el camino se ha encontrado con la reticencia de los suyos, que prefer?an que todo quedara bajo la alfombra, con abogados que la trataron como a un cajero autom?tico y con la propia justicia, que le ha mostrado su cara m?s dura. A pesar de eso, no se arrepiente de haber dado el paso de denunciar lo que pas?. El recorrido, aunque crudo, le ha servido. Para liberarse, para sanar, para ganar confianza. Es m?s fuerte ahora. Por eso insiste en que la dureza de lo que sigue a la denuncia no deber?a desanimar a ninguna v?ctima a denunciar.*

Los abusos comenzaron cuando esta joven, que resid?a a caballo entre Ibiza y Madrid, ten?a 12 a?os. Un hombre de su entorno familiar se col? en su habitaci?n. Y abus? de ella. "Le quer?a, era alguien de extrema confianza. Era una figura de referencia en mi infancia", recuerda mientras sujeta las dos sentencias que se han dictado sobre su caso. "El proceso judicial ha durado casi m?s que los abusos", ironiza. La primera sentencia, del Tribunal Superior de Justicia de las Islas Baleares, de noviembre de 2019, declar? culpable a su agresor, al que conden? a pena de prisi?n de ocho a?os, seis meses y un d?a al considerar probado un delito continuado de abuso sexual "con prevalimiento de superioridad o parentesco". El tribunal detalla en los "hechos probados" que el hombre abus? de ella durante nueve a?os y realiz? "de forma indiscriminada, reiterada y sin su consentimiento, tocamientos". El Tribunal Supremo, en cambio, absuelve a su agresor, que recurri? la primera sentencia, en una resoluci?n de abril de este mismo a?o.*

"Es que de algo as? no hay testigos", comenta la v?ctima, que tiene claro que su lucha, tras esa segunda sentencia contra la que no puede hacer ya nada m?s, pasa a ser social, no judicial. "Mi lucha personal termin?. No quedan fuerzas ni recursos después de nueve a?os de proceso jur?dico, pero mi lucha social aumenta porque ahora me doy de bruces contra el sistema contra un nuevo monstruo disfrazado de justicia", escrib?a poco después de recibir la sentencia. "Denunciar es dif?cil para las v?ctimas", reconoce la joven. Es complicado, incluso, llegar al primer pelda?o: ser consciente de que se est?n produciendo esos abusos. Ella misma, confiesa, tard? tiempo en darse cuenta, verbalizarlo. Era ya adulta. "Viv? muchos a?os sin querer ser consciente de ello, como si aquello no hubiera ocurrido", relata. Dio el paso de acudir a la polic?a cuando todo hab?a pasado, ten?a unos 25 a?os, y se hab?a marchado a vivir a Madrid. Los ?ltimos abusos se hab?an producido cuando ella ten?a 21 a?os. Denunci?. Y comenz? terapia con una psic?loga del Centro de Atenci?n Integral a Mujeres V?ctimas de violencia Sexual de la Comunidad de Madrid (Cimascam). "Me salvaron la vida", afirma.

El cataclismo

A?n recuerda el momento en el que se produjo el cataclismo definitivo. Estaba paseando a su perro por un parque en Madrid cuando, en una llamada, alguien de su familia le hizo una pregunta: "?Ser?as capaz de hablar de eso?". No acab? la conversaci?n. Grit? y colg? el teléfono. Aquella misma pregunta, formulada de otra forma, por otra persona, en una playa en la isla, volvi? a darle otro mordisco semanas después. "Eso" eran los abusos. Y al menos una persona de su entorno era consciente de que los hab?a sufrido.

Regres? a Madrid, donde viv?a, con todo eso d?ndole vueltas a la cabeza. Y una noche, a las dos de madrugada, sali? todo. Dej? de odiar a quien, sabiéndolo, no la protegi?, y comenz? a odiar a su agresor. Al hombre del sombrero de copa. Una figura oscura y amenazante "acechando detr?s de un ?rbol" que surgi? durante la visualizaci?n de las im?genes del test de Rorschach en una de las sesiones con su psic?loga, a la que, tras diagnosticarle diabetes, acudi? porque le costaba controlar esta enfermedad, que*usaba para autocastigarse, confiesa. La aparici?n de esa figura hizo que se cerrara en banda en la terapia. No quer?a abrir esa puerta. Hasta esa noche de a?os después. Esa madrugada en Madrid en la que se desbloquearon dos recuerdos de la tarde en la que bautiz? a su agresor como "el hombre del sombrero de copa". El primero, un enfrentamiento con su propio agresor, al que empuj? y recrimin? lo que le estaba haciendo. El segundo, la huida a casa de su mejor amiga, a la que le cont? lo que pudo y como pudo.

Esa madrugada abri? de forma definitivamente la puerta que hab?a mantenido cerrada. Se lo cont? a la que hab?a sido su psic?loga. "La llamé, le pregunté si se acordaba del hombre del sombrero y le dije que era él, el hombre que abus? de m?". Y a su novio, polic?a nacional, que la anim? a denunciar. Acudi? a la comisar?a. Y denunci? a su agresor. Los tocamientos a los que la obligada. Los que le hac?a él a ella. Y c?mo, a veces, los grababa con una c?mara de v?deo. "Y ah? comenz? mi periplo judicial y emocional", relata. No sabe qué hubiera sido de ella sin la ayuda de las profesionales del Cimascam en esa temporada tan dura. La atendieron muy r?pido. Y estuvo en tratamiento psicol?gico. "Los abusos sexuales en la infancia te revientan por dentro. Cuando eres ni?a necesitas tus puntos de apoyo, tu hogar, tus referentes. Cuando abusan de ti rompen todo eso", relata la joven, que recuerda que los abusos se mantuvieron desde los 12 a?os hasta los 21 a?os, cuando explot?. Aunque desde los 18 estudiaba fuera, continuaban cuando volv?a a la isla en vacaciones o fines de semana. Por muy "trabajado y sanado" que tiene todo lo que le ha pasado, es consciente de que es algo que la acompa?ar? de por vida. "Me robaron todo. Absolutamente todo. Y me regalaron culpa, vergüenza y rabia contenida", escribe.

"No s?lo pasa en las pel?culas"

Uno de los motivos de contar su historia, aunque no ha acabado como esperaba, es hacer ver que los abusos sexuales a menores "no s?lo pasan en las pel?culas o en el seno de la iglesia". "La mayor?a ocurren en el entorno familiar. Y son los que menos se denuncian. Si acusas a alguien ajeno tienes el apoyo familiar, pero si es alguien de la familia, a menudo no", indica la v?ctima, que recuerda c?mo la decisi?n de denunciar acarre? dos a?os sin cruzar palabra con su familia, que no quer?a que lo hiciera. "No quer?an que siguiera adelante, que lo rompiera todo. Porque al denunciar lo pones todo patas arriba", recuerda. Antes de ese silencio hubo muchos "déjalo estar", "hace ya muchos a?os de eso", "pero si ya est?s bien" o "déjalo, que ya no te va a hacer da?o".

Semanas después de denunciar, la llamaron a declarar aqu? en la isla. También a algunos de sus familiares. Hab?a contratado un abogado, pero esa primera parte del proceso la afront? sola. "Desapareci? de la isla debiendo dinero a mucha gente. No hab?a pagado ni al procurador a pesar de que me hab?a dicho que s? y hasta ten?a un recibo", explica la mujer, que acudi? al forense sin haberse preparado nada: "Iba con la verdad, con lo que me hab?a hecho ese hombre. Estaba muy confiada porque era la verdad. Pero entonces te das cuenta de que el mundo no funciona as?". Lo del primer abogado no es lo ?nico que no funcion? como deb?a. La v?ctima se?ala que al comunicarle las autoridades policiales a su agresor, sin ning?n tipo de investigaci?n previa, que estaba denunciado, éste tuvo tiempo de deshacerse de los v?deos que hab?a grabado. El proceso, adem?s, se demor? un a?o porque varios juzgados se estuvieron pasando el caso. Se sinti? muy acogida y comprendida por la jueza a la que lleg? su denuncia, "pero consider? que hab?a pasado en un ?mbito de malos tratos y deb?a pasarlo al juzgado de violencia de género". Esto, recuerda, chirri? a su entonces novio, que estaba convencido de que era un caso de abuso sexual a menores, algo que confirmaron primero las abogadas del Cimascam de Madrid y, un a?o después, el propio juzgado de violencia de género, que lo devolvi? a instrucci?n.

Cruzarse con su abusador

En esa situaci?n, rememora, vuelve a quedarse sin abogado, ya que el segundo que hab?a contratado se march? a vivir a Barcelona y se desentendi? de ella. Entonces, una amiga le recomend? al profesional que la ha acompa?ado hasta el final en este caso. Coincidi? con el momento en el que, tras diez a?os fuera de Ibiza, decide volver a vivir en la isla, donde ten?a que volver a enfrentarse a su familia y a la posibilidad de cruzarse con su agresor. "Llev?bamos cuatro o cinco a?os y el procedimiento no hab?a avanzado nada", comenta la joven, a la que le volvieron a llover las propuestas de su familia para que se olvidara del caso. Por un momento se lo pens? seriamente. Llegar a un acuerdo, dejar esto atr?s, olvidarse de todo. "Pero entonces la fiscal?a vio indicios de delito y lo pas? a la Audiencia y seguimos", relata.*

El juicio, en noviembre de 2019, no fue una buena experiencia. "No fue duro, fue lo siguiente. Tremendo", afirma. "Si no es suficiente con vivir el puto horror, también te encuentras con enormes rocas en el camino", reflexiona. As? como se acercaba el d?a, la ansiedad aumentaba. No quiso mampara de separaci?n: "Quer?a que me viera. Que viera que estaba rota, que viera lo que me hab?a hecho". Tras las primeras preguntas de su abogada le dio un ataque de ansiedad por el que tuvo que abandonar la sala. Se sinti? c?moda con los jueces de la audiencia, pero no as? con la fiscal?a. "Fue m?s dura que el abogado de mi agresor", afirma. "No entend?a c?mo me hac?a algunas preguntas, c?mo me hac?a pasar por eso. Me pregunt? c?mo pod?a haber trabajado para él si abusaba de m?… ?No ha le?do ning?n estudio sobre la psicolog?a de las v?ctimas?", se pregunta la joven. Desde la Oficina de la Dona de Ibiza han explicado en incontables ocasiones lo dif?cil que resulta a las v?ctimas ser conscientes de que est?n sufriendo esos abusos, ya que quien los causa es una persona a la que quieren y que, supuestamente, les quiere. Una relaci?n que cuesta romper incluso cuando han dado el paso de denunciar.*

Cuando lleg? la sentencia que condenaba a su agresor, sinti? alivio. Se sinti? comprendida. Sinti? que haber contado "mil veces" su historia hab?a servido para algo. "Culpable. Una palabra con la que llevo so?ando m?s de seis a?os", sinti?. Pero tanto ella como su abogado esperaban que el agresor presentara un recurso.*

El mazazo lleg? cuando dos a?os y medio después el Tribunal Supremo le absolv?a. Se vino abajo. Le cost? digerirlo. Asimilar c?mo es posible que se absuelva a una persona que es culpable. "Aunque la injusticia la llevo viviendo desde hace ya m?s de 20 a?os, esta vez el pu?al que siento retorcer en mi espalda es a?n mayor al que me destruy? la vida", escribi? esos d?as en un texto que contin?a: "Los tres jueces que me dieron la oportunidad de expresarme, que me miraron a los ojos y que detectaron la verdad en mis palabras han visto rebatido su fallo condenatorio por otros cuatro se?ores. Cuatro se?ores que me imagino sentados en sus butacas, delante de cientos de pruebas y papeles, jugando al p?ker con ellos. Y gana escalera. La escalera que le dar? la libertad para siempre a mi abusador".*

"La sentencia dice que no hay testigos, ?c?mo va a haber testigos de unos abusos?", reflexiona la joven, que no quiere que las mujeres y ni?as que hayan pasado por lo mismo que ella tengan miedo de denunciar. "Para las v?ctimas es muy dif?cil dar ese paso. Sientes vergüenza, te sientes culpable a veces. Tienes que repetir todo lo que te ha pasado muchas veces, a muchas personas, y se te pone en duda", explica. Reconoce que el proceso ha sido duro, pero le ha servido para cerrar. Para sanar. Para dejar atr?s. Para saber que si un d?a, en una calle de Ibiza, se cruza con el hombre que abus? de ella durante nueve a?os, no se va a venir abajo. "Hay que seguir luchando no s?lo por visibilizar la lacra de los abusos sexuales a ni?as y ni?os sino por cambiar el sistema. Que nos revictimiza. Que no nos protege. Y que nos vuelve a destrozar", clama. "Tenemos que denunciar", insiste.



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