الريــم
12-24-2022, 12:10 PM
Eran muchos y avanzaban r?pido. Demasiados –pensaban— para la escasa oposici?n que les har?a frente. A plena luz del d?a, actuaron como un enjambre de abejas abalanz?ndose sobre miel. Su objetivo: tomar la capital de una Ucrania que, a pesar de las alertas estadounidenses, nunca crey? posible una invasi?n total.
Tampoco pudieron creer en Mosc? que soldados armados con lanzamisiles port?tiles derribaran helic?pteros con destacamentos de élite en su interior. Kiev resisti?. En aquella defensa heroica, el 1129 regimiento antiaéreo de Bila Tserkva, del Ejército de Tierra, tuvo un papel fundamental. Algunos de sus miembros abatieron hasta cinco aeronaves, dando tiempo a una ciudad que se prepar? para el asedio. Era el ?ltimo fin de semana de febrero y cada v?deo de helic?pteros en llamas se aplaudi? como un gol.
"Esta invasi?n ha cambiado la manera de entender c?mo se hace la guerra", explica el teniente coronel Pavlo Semenov. "Antes del 24 de febrero atac?bamos drones, durante las primeras semanas, en cambio, fueron todo aviones y helic?pteros".
300 d?as después, sus hombres se han convertido en una de las unidades m?s exitosas, con varios centenares de objetivos enemigos destruidos. Las tres divisiones que constituyen el regimiento escudan Kiev, Bajmut y el resto de la provincia de Donetsk. Su misi?n: evitar que las tropas del Kremlin operen en los cielos de Ucrania y se hagan con el control del aire.
Entrega de Patriot
Para ello, Volod?mir Zelenski lleva meses exigiendo a sus aliados aumentar el suministro de armamento antiaéreo. M?s a?n, desde que comenzaron los asaltos indiscriminados contra la infraestructura energética. La mayor de sus victorias ha llegado esta semana: Joe Biden se ha comprometido a entregar misiles Patriot, el sistema m?s avanzado del mercado. Una ayuda a la que se suman, desde hace tiempo, otras armas de gran potencia como los seis lanzadores Hawk enviados por Espa?a.
Los resultados est?n a la vista. Si al inicio de octubre el 54% de los ataques eran interceptados, en los distintos ataques masivos de diciembre, el porcentaje no ha bajado del 78%, seg?n Kiev.
Para lograrlo, el regimiento de Bila Tserkva –y otras unidades— forman un paraguas protector que cobija a la infanter?a, artiller?a y poblaci?n. "Con que el enemigo aborte el ataque, o sea incapaz de alcanzar su objetivo, nosotros hemos cumplido", explica el capit?n Sergey Borisov, en una casa perdida en la regi?n de Donetsk.
Pero en la guerra por el cielo, no existen ?ngeles de la guarda. "Tenemos claro que cada misil no puede ser interceptado, yo trabajo con cada soldado para hacerle entender que tiene que seguir. Hay un segundo y un tercero que necesitamos frenar", confiesa.
Lo cuenta a escasos kil?metros de la primera l?nea, en una ubicaci?n que solicita no revelar. No muy lejos, se oculta, entre la niebla y la maleza, una de las tres bater?as de su divisi?n. Son el tipo de unidad m?s peque?a, y trabajan con un 9k33 Osa (que significa avispa tanto en ucraniano como en ruso).
Radar apagado
En el interior de este blindado soviético con misiles tierra-aire trabajan cinco soldados. Con una pick up y lanzamisiles port?tiles, les escoltan otros tres. Sin embargo, la potente se?al que emiten les vuelve vulnerables. "Para que te hagas una idea, es como encender un ?rbol de navidad", r?e Borisov.
Por eso apagan el radar e intentan apartarse de su localizaci?n nada m?s disparar. Si consiguen desplazarse unos cientos de metros, se habr?n librado. Si apenas avanzan una decena, la metralla golpear? el exterior, pero evitar?n ser aniquilados.
En la batalla por la supervivencia, esconder el 'Osa' es una operaci?n vital. Tanto que, desde 2016, al menos una vez al mes, los equipos aéreos y antiaéreos ucranianos disputan lo que llaman "juegos de guerra". Unos se ocultan y otros tratan de situar las coordenadas. En caso de descubrir el refugio de la unidad, los jefes reciben un tir?n de orejas.
18 meses lejos de casa
Ocho meses antes del comienzo de la invasi?n, las unidades del frente recibieron la orden de cambiar todas las posiciones de sus bater?as. Para cuando el mundo vio las columnas de humo por televisi?n, muchos de los sistemas antiaéreos llevaban tiempo a buen recaudo. Quiz?s por eso, la guerra del aire nunca se decant? del lado de Mosc?.
Sin embargo, hay un coste que han pagado ya unidades como esta. La mayor?a de los hombres desplegados deb?a regresar a sus hogares en marzo de este a?o, pero la agresi?n de Putin les oblig? mantenerse en sus puestos y suman 18 meses consecutivos lejos de casa. Un sacrificio que todos asumen con el fin de alcanzar la ansiada libertad.
"El Ejército est? preparado para morir, pero la victoria depende de dos factores: que la poblaci?n resista el invierno y que el env?o de armas no se detenga", afirma el teniente coronel Ivan Dubei. "A mis hombres les digo que todos los pa?ses de Europa han derramado sangre por su independencia. Ahora nos toca a nosotros pagar el precio".
Lo dice en una sala en la que cuelgan 10 cuadros de compa?eros fallecidos en combate. Un altar que todos honran, pero al que nadie se quiere sumar.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/avispas-ucranianas-salvaron-kiev-ahora-80365070)
Tampoco pudieron creer en Mosc? que soldados armados con lanzamisiles port?tiles derribaran helic?pteros con destacamentos de élite en su interior. Kiev resisti?. En aquella defensa heroica, el 1129 regimiento antiaéreo de Bila Tserkva, del Ejército de Tierra, tuvo un papel fundamental. Algunos de sus miembros abatieron hasta cinco aeronaves, dando tiempo a una ciudad que se prepar? para el asedio. Era el ?ltimo fin de semana de febrero y cada v?deo de helic?pteros en llamas se aplaudi? como un gol.
"Esta invasi?n ha cambiado la manera de entender c?mo se hace la guerra", explica el teniente coronel Pavlo Semenov. "Antes del 24 de febrero atac?bamos drones, durante las primeras semanas, en cambio, fueron todo aviones y helic?pteros".
300 d?as después, sus hombres se han convertido en una de las unidades m?s exitosas, con varios centenares de objetivos enemigos destruidos. Las tres divisiones que constituyen el regimiento escudan Kiev, Bajmut y el resto de la provincia de Donetsk. Su misi?n: evitar que las tropas del Kremlin operen en los cielos de Ucrania y se hagan con el control del aire.
Entrega de Patriot
Para ello, Volod?mir Zelenski lleva meses exigiendo a sus aliados aumentar el suministro de armamento antiaéreo. M?s a?n, desde que comenzaron los asaltos indiscriminados contra la infraestructura energética. La mayor de sus victorias ha llegado esta semana: Joe Biden se ha comprometido a entregar misiles Patriot, el sistema m?s avanzado del mercado. Una ayuda a la que se suman, desde hace tiempo, otras armas de gran potencia como los seis lanzadores Hawk enviados por Espa?a.
Los resultados est?n a la vista. Si al inicio de octubre el 54% de los ataques eran interceptados, en los distintos ataques masivos de diciembre, el porcentaje no ha bajado del 78%, seg?n Kiev.
Para lograrlo, el regimiento de Bila Tserkva –y otras unidades— forman un paraguas protector que cobija a la infanter?a, artiller?a y poblaci?n. "Con que el enemigo aborte el ataque, o sea incapaz de alcanzar su objetivo, nosotros hemos cumplido", explica el capit?n Sergey Borisov, en una casa perdida en la regi?n de Donetsk.
Pero en la guerra por el cielo, no existen ?ngeles de la guarda. "Tenemos claro que cada misil no puede ser interceptado, yo trabajo con cada soldado para hacerle entender que tiene que seguir. Hay un segundo y un tercero que necesitamos frenar", confiesa.
Lo cuenta a escasos kil?metros de la primera l?nea, en una ubicaci?n que solicita no revelar. No muy lejos, se oculta, entre la niebla y la maleza, una de las tres bater?as de su divisi?n. Son el tipo de unidad m?s peque?a, y trabajan con un 9k33 Osa (que significa avispa tanto en ucraniano como en ruso).
Radar apagado
En el interior de este blindado soviético con misiles tierra-aire trabajan cinco soldados. Con una pick up y lanzamisiles port?tiles, les escoltan otros tres. Sin embargo, la potente se?al que emiten les vuelve vulnerables. "Para que te hagas una idea, es como encender un ?rbol de navidad", r?e Borisov.
Por eso apagan el radar e intentan apartarse de su localizaci?n nada m?s disparar. Si consiguen desplazarse unos cientos de metros, se habr?n librado. Si apenas avanzan una decena, la metralla golpear? el exterior, pero evitar?n ser aniquilados.
En la batalla por la supervivencia, esconder el 'Osa' es una operaci?n vital. Tanto que, desde 2016, al menos una vez al mes, los equipos aéreos y antiaéreos ucranianos disputan lo que llaman "juegos de guerra". Unos se ocultan y otros tratan de situar las coordenadas. En caso de descubrir el refugio de la unidad, los jefes reciben un tir?n de orejas.
18 meses lejos de casa
Ocho meses antes del comienzo de la invasi?n, las unidades del frente recibieron la orden de cambiar todas las posiciones de sus bater?as. Para cuando el mundo vio las columnas de humo por televisi?n, muchos de los sistemas antiaéreos llevaban tiempo a buen recaudo. Quiz?s por eso, la guerra del aire nunca se decant? del lado de Mosc?.
Sin embargo, hay un coste que han pagado ya unidades como esta. La mayor?a de los hombres desplegados deb?a regresar a sus hogares en marzo de este a?o, pero la agresi?n de Putin les oblig? mantenerse en sus puestos y suman 18 meses consecutivos lejos de casa. Un sacrificio que todos asumen con el fin de alcanzar la ansiada libertad.
"El Ejército est? preparado para morir, pero la victoria depende de dos factores: que la poblaci?n resista el invierno y que el env?o de armas no se detenga", afirma el teniente coronel Ivan Dubei. "A mis hombres les digo que todos los pa?ses de Europa han derramado sangre por su independencia. Ahora nos toca a nosotros pagar el precio".
Lo dice en una sala en la que cuelgan 10 cuadros de compa?eros fallecidos en combate. Un altar que todos honran, pero al que nadie se quiere sumar.
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