الريــم
12-19-2022, 11:23 AM
A las 08:30 de la ma?ana, como cada d?a en el taller, Cissokho ten?a que revisar varios coches. El primero un Renault, y luego un BMW. El gato era peque?o como para levantar bien el veh?culo, y para poder meter la mano hab?a que usar una peque?a cu?a. Pero esa ma?ana la madera resbal?, y el coche cay? encima de este inmigrante senegalés atrap?ndole el dedo. Al llevarle al hospital, su jefe, que lo ten?a sin contrato ni seguro, le oblig? a mentir y decir que "estaba en un descampado".
El dedo lo ha perdido, y su empleador, también un inmigrante b?lgaro, le pag? 2.000 euros porque se olvidara del tema. Pero Cissokho, después de a?os soportando maltrato en distintos trabajos, decidi? poner una denuncia por primera vez. Ahora no sabe si podr? trabajar de mec?nico, su oficio en Senegal. Dice que tendr? que probar sin el dedo.
Su caso es un ejemplo de fracaso del sistema de acogida espa?ol, porque, a diferencia de la gran mayor?a de inmigrantes, él s? que tiene papeles y permiso de trabajo. Fue acogido por los servicios sociales del ayuntamiento de València y después en un centro de Aldaia, hizo cursos, pr?cticas, se form?, aprendi? el idioma y todo lo que le pidieron para seguir el camino que se supone que deb?a seguir. Pero ni con esas ha logrado escapar de la explotaci?n.
"Da lo mismo que tenga los papeles, me siguen tratando igual de mal que cuando estaba indocumentado", denuncia Cissokho en una entrevista desde el local de la Federaci?n Uni?n Africana en València. Su historia es frustrante, porque ha pasado todos los obst?culos burocr?ticos que muy pocos tienen la suerte de pasar, pero su vida no ha mejorado.
Es mec?nico de oficio, y sali? de Senegal en 2018. Cogi? un avi?n a Nador (Marruecos) y all? se vio obligado a cruzar en patera a Espa?a ya que no pudo conseguir un visado para volar a Europa. Lleg? a M?laga, donde fue acogido por Cruz Roja, y después fue a C?diz. A los pocos d?as, cuando le dijeron que no le pod?an acoger m?s y sin tener sitio a d?nde ir, la propia oenegé le aconsej? venir a València.
Los primeros d?as no fueron f?ciles. Durmi? en la puerta del Centro de Atenci?n a la Inmigraci?n (CAI) del Ayuntamiento de València durante 4 semanas. Después de casi un mes en la calle consigui? que servicios sociales le atendiera, y le pasaron durante 6 meses a un albergue de Rocafort, donde pudo estudiar el idioma y hacer algunas pr?cticas en talleres mec?nicos.
Entr? en el sistema de acogida y consigui? que le tramitaran el asilo. Después de m?s de un a?o se lo concedieron y ahora mismo es receptor de protecci?n internacional, con permiso de trabajo y residencia que tiene que renovar cada 6 meses. Pero documentaci?n al fin y al cabo.
https://www.uc-4u.com/clip/fee41b8b-07b8-4a03-806f-338473bab0f5_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Cissokho ense?a su dedo amputado en el local de la Federaci?n Uni?n Africana. | GONZALO S?NCHEZ
Buscar la vida
Sali? del sistema de acogida y se peg? un golpe de realidad. Aunque ten?a papeles, cursos, idioma, recomendaciones, y todo lo que da el sistema de acogida, no encontraba trabajo. As? que pas? por la econom?a sumergida, y como la mayor?a, por el campo. Sus compa?eros no ten?an documentos ni permiso de trabajo, y él s?. Aunque poco parec?a importar, porque todos iban sentados en el maletero de la misma furgoneta.
S?lo tuvo un contrato, en el que figuraba un sueldo de 1.100 euros pero le pagaban poco m?s de 900. En el contrato también figuraban 6 horas, pero hac?a casi 11 diarias. Otra cosa que sal?a en el contrato pero era mentira: de lunes a viernes. Curraba todos los s?bados, pero nunca le pagaron por ello. Lo echaron por pedir una semana de vacaciones después de m?s de un a?o en ese trabajo.
Trabaj? en la naranja y en la mandarina. Su jefe -también un inmigrante rumano- les cobraba 16 euros a cada uno por el trayecto en furgoneta desde la parada de Jes?s (València) hasta el campo. Las jornadas era de sol a sol, y le pagaban 1.10 euros por capazo. Cissokho explica que, dependiendo del campo y de las condiciones, si uno era muy r?pido, pod?a cortar 30 capazos al d?a. Es decir, trabajaba jornadas de 12 horas por 15 euros diarios.
A?ade que, por si fuera poco, las cuentas nunca sal?an a final de mes. De los 300 y pico euros, siempre faltaba algo. "Sumaba todo y siempre ten?a que reclamar porque me quitaban 20 o 30 euros", recuerda. Un d?a descubrieron que unos jornaleros cobraban por igual y sin calcular el precio por capazo, y consigui? convencer a sus compa?eros de esa reivindicaci?n. Al final su jefe rechaz? y ellos tuvieron que volver caminando y en metro hasta valencia. Con y sin papeles, misma situaci?n.
Ahora Cissokho se recupera de las operaciones para amputarle el dedo, no tiene demasiados ahorros y dice que no puede dejar pasar mucho tiempo hasta ponerse a trabajar de nuevo. Han tenido que pasar a?os, maltrato en el campo y en distintos trabajos, y un sistema de acogida fallido para que este senegalés reivindique. Ha tenido que perder un dedo para denunciar su derecho a tener derechos.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/ofrecen-2-000-euros-migrante-80164848)
El dedo lo ha perdido, y su empleador, también un inmigrante b?lgaro, le pag? 2.000 euros porque se olvidara del tema. Pero Cissokho, después de a?os soportando maltrato en distintos trabajos, decidi? poner una denuncia por primera vez. Ahora no sabe si podr? trabajar de mec?nico, su oficio en Senegal. Dice que tendr? que probar sin el dedo.
Su caso es un ejemplo de fracaso del sistema de acogida espa?ol, porque, a diferencia de la gran mayor?a de inmigrantes, él s? que tiene papeles y permiso de trabajo. Fue acogido por los servicios sociales del ayuntamiento de València y después en un centro de Aldaia, hizo cursos, pr?cticas, se form?, aprendi? el idioma y todo lo que le pidieron para seguir el camino que se supone que deb?a seguir. Pero ni con esas ha logrado escapar de la explotaci?n.
"Da lo mismo que tenga los papeles, me siguen tratando igual de mal que cuando estaba indocumentado", denuncia Cissokho en una entrevista desde el local de la Federaci?n Uni?n Africana en València. Su historia es frustrante, porque ha pasado todos los obst?culos burocr?ticos que muy pocos tienen la suerte de pasar, pero su vida no ha mejorado.
Es mec?nico de oficio, y sali? de Senegal en 2018. Cogi? un avi?n a Nador (Marruecos) y all? se vio obligado a cruzar en patera a Espa?a ya que no pudo conseguir un visado para volar a Europa. Lleg? a M?laga, donde fue acogido por Cruz Roja, y después fue a C?diz. A los pocos d?as, cuando le dijeron que no le pod?an acoger m?s y sin tener sitio a d?nde ir, la propia oenegé le aconsej? venir a València.
Los primeros d?as no fueron f?ciles. Durmi? en la puerta del Centro de Atenci?n a la Inmigraci?n (CAI) del Ayuntamiento de València durante 4 semanas. Después de casi un mes en la calle consigui? que servicios sociales le atendiera, y le pasaron durante 6 meses a un albergue de Rocafort, donde pudo estudiar el idioma y hacer algunas pr?cticas en talleres mec?nicos.
Entr? en el sistema de acogida y consigui? que le tramitaran el asilo. Después de m?s de un a?o se lo concedieron y ahora mismo es receptor de protecci?n internacional, con permiso de trabajo y residencia que tiene que renovar cada 6 meses. Pero documentaci?n al fin y al cabo.
https://www.uc-4u.com/clip/fee41b8b-07b8-4a03-806f-338473bab0f5_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Cissokho ense?a su dedo amputado en el local de la Federaci?n Uni?n Africana. | GONZALO S?NCHEZ
Buscar la vida
Sali? del sistema de acogida y se peg? un golpe de realidad. Aunque ten?a papeles, cursos, idioma, recomendaciones, y todo lo que da el sistema de acogida, no encontraba trabajo. As? que pas? por la econom?a sumergida, y como la mayor?a, por el campo. Sus compa?eros no ten?an documentos ni permiso de trabajo, y él s?. Aunque poco parec?a importar, porque todos iban sentados en el maletero de la misma furgoneta.
S?lo tuvo un contrato, en el que figuraba un sueldo de 1.100 euros pero le pagaban poco m?s de 900. En el contrato también figuraban 6 horas, pero hac?a casi 11 diarias. Otra cosa que sal?a en el contrato pero era mentira: de lunes a viernes. Curraba todos los s?bados, pero nunca le pagaron por ello. Lo echaron por pedir una semana de vacaciones después de m?s de un a?o en ese trabajo.
Trabaj? en la naranja y en la mandarina. Su jefe -también un inmigrante rumano- les cobraba 16 euros a cada uno por el trayecto en furgoneta desde la parada de Jes?s (València) hasta el campo. Las jornadas era de sol a sol, y le pagaban 1.10 euros por capazo. Cissokho explica que, dependiendo del campo y de las condiciones, si uno era muy r?pido, pod?a cortar 30 capazos al d?a. Es decir, trabajaba jornadas de 12 horas por 15 euros diarios.
A?ade que, por si fuera poco, las cuentas nunca sal?an a final de mes. De los 300 y pico euros, siempre faltaba algo. "Sumaba todo y siempre ten?a que reclamar porque me quitaban 20 o 30 euros", recuerda. Un d?a descubrieron que unos jornaleros cobraban por igual y sin calcular el precio por capazo, y consigui? convencer a sus compa?eros de esa reivindicaci?n. Al final su jefe rechaz? y ellos tuvieron que volver caminando y en metro hasta valencia. Con y sin papeles, misma situaci?n.
Ahora Cissokho se recupera de las operaciones para amputarle el dedo, no tiene demasiados ahorros y dice que no puede dejar pasar mucho tiempo hasta ponerse a trabajar de nuevo. Han tenido que pasar a?os, maltrato en el campo y en distintos trabajos, y un sistema de acogida fallido para que este senegalés reivindique. Ha tenido que perder un dedo para denunciar su derecho a tener derechos.
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