الريــم
12-13-2022, 11:17 AM
Hace un a?o el volc?n de La Palma se apag? s?bitamente. Hab?a pasado 85 d?as escupiendo lava, cenizas y rocas desde las profundidades del manto. 85 d?as en los que los r?os de fuego, las cenizas y los gases t?xicos arrollaron pueblos enteros, obligaron a m?s de 7.000 personas a abandonar sus hogares y desolaron la biodiversidad que encontraron a su paso. Tan solo dos d?as después de convertirse en la mayor erupci?n de La Palma de los ?ltimos 500 a?os, el Valle de Aridane se qued? en silencio.
Tras una poderosa traca final de lava y piroclastos, el volc?n acab? con la emergencia m?s complicada a la que ha hecho frente Canarias en su historia reciente. Un proceso largo de un fen?meno del que apenas se ten?an precedentes, y que desemboc?, casi en paralelo, en un drama humano, una atracci?n tur?stica y una oportunidad para ampliar el conocimiento cient?fico. En la incertidumbre y el temor que causaba emergencia, la ciencia gan? un papel protagonista tanto para arrojar luz sobre aquel fen?meno al que la sociedad canaria hab?a dado la espalda durante muchos a?os, como para ayudar a las autoridades a tomar las medidas adecuadas y as? evitar v?ctimas mortales.
Hoy, cuando se cumple un a?o del fin de la erupci?n, los cient?ficos siguen aprendiendo de las ense?anzas que les dej? Tajogaite. Un volc?n muy parecido a otros que han emergido de las profundidades de las Islas, pero singular por el riesgo tan alto al que expuso a los canarios debido al intenso crecimiento poblacional del Archipiélago en los ?ltimos 50 a?os.
El lugar y la duraci?n de los volcanes en Canarias son a?n inc?gnitas asociadas a la gesti?n del riesgo
Las visitas a la isla se han convertido en una parte importante del trabajo de campo de todas las instituciones cient?ficas del Archipiélago. Como m?nimo una vez al mes, los cient?ficos de los centros de investigaci?n de Canarias recogen datos de la fase posteruptiva, observan la evoluci?n de los ecosistemas terrestres y marinos, miden el calor de las coladas de lava y calculan las concentraciones de gases t?xicos. Un trabajo en el que adem?s destaca un an?lisis pormenorizado de la gesti?n de la emergencia volc?nica en aras de mejorar la respuesta de cara a la pr?xima erupci?n que suceda en Canarias.
La vida un a?o después
Un a?o después de que el volc?n se quedara en silencio, la flora y la fauna ha empezado a emerger, t?midamente, en el lugar; mientras que en el océano no queda rastro del paisaje submarino asolador que generaba la ca?da de cenizas ni de los da?os que ocasion? la llegada de la lava al mar. «La zona ha tenido un progresivo aumento de la tasa de colonizaci?n», explica el investigador del Instituto Espa?ol de Oceanograf?a (IEO), Eugenio Fraile. Pero no todo ha vuelto a la normalidad. Los gases t?xicos no paran de emanar en los barrios de La Bombilla y Puerto Naos, manteniéndolas como zona de exclusi?n. Y lluvias intensas como la de hace una semana recuerdan que el interior de las coladas permanece a?n a cientos de grados de temperatura.
Desde que culmin? la erupci?n los cient?ficos de todas las instituciones participantes est?n realizando un ejercicio de autoevaluaci?n de lo sucedido durante aquellos 85 d?as. Para el Instituto Geogr?fico Nacional (IGN), instituci?n encargada de la vigilancia volc?nica en Espa?a, esta erupci?n ha supuesto una notable mejora de los procesos de vigilancia. Las redes desplegadas son ya muy amplias, pero falta, a ojos de Itahiza Dom?nguez, sism?logo del IGN, «automatizar» el sistema de gesti?n de emergencias. «Hoy en d?a, por ejemplo, los terremotos se localizan de forma manual», explica. Aunque en un contexto de calma esto no suele ser un problema, en la erupci?n rob? «tiempo» para interpretar los datos, dado que los técnicos ten?an que enfocarse «en el an?lisis». Y aunque as? se pudo dar cobertura a la emergencia, el investigador considera que «se puede mejorar».
Otro de los aspectos en el que los cient?ficos coinciden que se deber?a perfeccionar, es el Pevolca (siglas de Plan de Emergencias Volc?nicas de Canarias). «Al igual que ocurri? tras la erupci?n de El Hierro, tenemos que evaluar qué cosas funcionan y cu?les no», insiste Dom?nguez, que destaca la necesidad de actualizar tanto este plan de actuaci?n como los planes insulares de riesgo volc?nico. No en vano, se trata de un recurso que ha demostrado tener un gran valor para afrontar este tipo de emergencias. «Tomar decisiones en base al consenso cient?fico ha sido un punto a favor que nos ha convertido en referentes mundiales», insiste Nogales.
En la mejora de estos planes se encuentra volcada la C?tedra de Riesgos de Desastre y Ciudades Resilientes de la Universidad de La Laguna (ULL), que en las ?ltimas semanas ha participado en las jornadas T-Alerta impulsadas por el Cabildo de Tenerife para avanzar en la Estrategia de Implantaci?n del Plan de Actuaci?n Volc?nica Insular. En las jornadas participaron todas las entidades que se vinculan al operativo del plan, operativos y técnicos municipales relacionados con la protecci?n civil, adem?s de empresas de servicios esenciales, expertos en prensa y comunicaci?n, as? como representantes del sector educativo y del tercer sector.
De problemas a aprendizajes
Muchos de los aprendizajes que servir?n para el futuro, fueron durante la erupci?n un problema muy dif?cil de resolver. Para los ocean?grafos –que ya ten?an experiencia con la erupci?n de 2011 en El Hierro–, la mayor dificultad estuvo en las caracter?sticas subaéreas del volc?n, dado que no conoc?an exactamente las consecuencias la lava al llegar al mar. Los bi?logos, por su parte, se tuvieron que «inventar» en mitad de la emergencia una metodolog?a para hacer seguimiento de la biodiversidad, dado que era la primera erupci?n del mundo en la que se iba a realizar.
El peligro intr?nseco de la erupci?n fue una dificultad a?adida. «Fue complicado, especialmente por la emanaci?n de gases», explica el bi?logo Manuel Nogales, delegado canario del Consejo Superior de Investigaciones Cient?ficas (CSIC). Como rese?a, la calidad del aire «interrumpi? much?simo la actividad cient?fica», pero también les oblig? a trabajar con un equipo multidisciplinar que permiti? «mejorar la interpretaci?n» de lo que ocurr?a durante el proceso eruptivo. En aquel momento tampoco se sab?an interpretar el comportamiento del volc?n activo. Nadie se atrev?a a prever en qué derivar?a una deformaci?n del terreno o un pico de sismicidad, unos indicadores que, gracias al Tajogaite, podr?n entenderse mejor en el futuro
Si bien muchas de estas nuevas situaciones se fueron resolviendo con la experiencia, hay otras cuestiones que a?n hoy son dif?ciles de resolver. El lugar en el que emergen y la duraci?n de los volcanes en Canarias son dos de estas inc?gnitas. «En casi ning?n lugar del mundo se puede pronosticar una erupci?n», rese?a Dom?nguez. En el caso de Canarias, adem?s, las previsiones se complican porque tampoco es f?cil saber d?nde va a emerger un volc?n –por su car?cter monogenético–. «Obviamente tienes precursores, pero en La Palma, por ejemplo, al final surgi? algo m?s al norte de lo que se cre?a», insiste el sism?logo. Desde el IGN se est? tratando de incluir en sus procesos de vigilancia todo el conocimiento cient?fico mundial y local para entender mejor el vulcanismo isle?o. «Estamos incorporando todas las innovaciones que van surgiendo en el mundo», insiste Dom?nguez.
Pero si en algo ha contribuido la erupci?n de La Palma es en conseguir que la poblaci?n isle?a comprenda el riesgo que conlleva vivir en islas volc?nicas. «Nos vendieron durante muchos a?os que las erupciones canarias eran tranquilas, y este volc?n ha demostrado que existe un riesgo y que hay que invertir en mejorar todos los sistemas», resalta Dom?nguez. «Hemos aprendido que cualquier erupci?n puede ser un problema importante», resume, por su parte Jaime D?az, ge?grafo de la C?tedra de Reducci?n de Riesgos de Desastres de la ULL, que advierte que esa percepci?n del riesgo puede disminuir con el tiempo. «Si una amenaza lleva a?os sin manifestarse puede atenuar la percepci?n del riesgo», por lo que, a su juicio, no se debe permitir «que el paso del tiempo aten?e nuestra atenci?n hacia la amenaza volc?nica».
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Tras una poderosa traca final de lava y piroclastos, el volc?n acab? con la emergencia m?s complicada a la que ha hecho frente Canarias en su historia reciente. Un proceso largo de un fen?meno del que apenas se ten?an precedentes, y que desemboc?, casi en paralelo, en un drama humano, una atracci?n tur?stica y una oportunidad para ampliar el conocimiento cient?fico. En la incertidumbre y el temor que causaba emergencia, la ciencia gan? un papel protagonista tanto para arrojar luz sobre aquel fen?meno al que la sociedad canaria hab?a dado la espalda durante muchos a?os, como para ayudar a las autoridades a tomar las medidas adecuadas y as? evitar v?ctimas mortales.
Hoy, cuando se cumple un a?o del fin de la erupci?n, los cient?ficos siguen aprendiendo de las ense?anzas que les dej? Tajogaite. Un volc?n muy parecido a otros que han emergido de las profundidades de las Islas, pero singular por el riesgo tan alto al que expuso a los canarios debido al intenso crecimiento poblacional del Archipiélago en los ?ltimos 50 a?os.
El lugar y la duraci?n de los volcanes en Canarias son a?n inc?gnitas asociadas a la gesti?n del riesgo
Las visitas a la isla se han convertido en una parte importante del trabajo de campo de todas las instituciones cient?ficas del Archipiélago. Como m?nimo una vez al mes, los cient?ficos de los centros de investigaci?n de Canarias recogen datos de la fase posteruptiva, observan la evoluci?n de los ecosistemas terrestres y marinos, miden el calor de las coladas de lava y calculan las concentraciones de gases t?xicos. Un trabajo en el que adem?s destaca un an?lisis pormenorizado de la gesti?n de la emergencia volc?nica en aras de mejorar la respuesta de cara a la pr?xima erupci?n que suceda en Canarias.
La vida un a?o después
Un a?o después de que el volc?n se quedara en silencio, la flora y la fauna ha empezado a emerger, t?midamente, en el lugar; mientras que en el océano no queda rastro del paisaje submarino asolador que generaba la ca?da de cenizas ni de los da?os que ocasion? la llegada de la lava al mar. «La zona ha tenido un progresivo aumento de la tasa de colonizaci?n», explica el investigador del Instituto Espa?ol de Oceanograf?a (IEO), Eugenio Fraile. Pero no todo ha vuelto a la normalidad. Los gases t?xicos no paran de emanar en los barrios de La Bombilla y Puerto Naos, manteniéndolas como zona de exclusi?n. Y lluvias intensas como la de hace una semana recuerdan que el interior de las coladas permanece a?n a cientos de grados de temperatura.
Desde que culmin? la erupci?n los cient?ficos de todas las instituciones participantes est?n realizando un ejercicio de autoevaluaci?n de lo sucedido durante aquellos 85 d?as. Para el Instituto Geogr?fico Nacional (IGN), instituci?n encargada de la vigilancia volc?nica en Espa?a, esta erupci?n ha supuesto una notable mejora de los procesos de vigilancia. Las redes desplegadas son ya muy amplias, pero falta, a ojos de Itahiza Dom?nguez, sism?logo del IGN, «automatizar» el sistema de gesti?n de emergencias. «Hoy en d?a, por ejemplo, los terremotos se localizan de forma manual», explica. Aunque en un contexto de calma esto no suele ser un problema, en la erupci?n rob? «tiempo» para interpretar los datos, dado que los técnicos ten?an que enfocarse «en el an?lisis». Y aunque as? se pudo dar cobertura a la emergencia, el investigador considera que «se puede mejorar».
Otro de los aspectos en el que los cient?ficos coinciden que se deber?a perfeccionar, es el Pevolca (siglas de Plan de Emergencias Volc?nicas de Canarias). «Al igual que ocurri? tras la erupci?n de El Hierro, tenemos que evaluar qué cosas funcionan y cu?les no», insiste Dom?nguez, que destaca la necesidad de actualizar tanto este plan de actuaci?n como los planes insulares de riesgo volc?nico. No en vano, se trata de un recurso que ha demostrado tener un gran valor para afrontar este tipo de emergencias. «Tomar decisiones en base al consenso cient?fico ha sido un punto a favor que nos ha convertido en referentes mundiales», insiste Nogales.
En la mejora de estos planes se encuentra volcada la C?tedra de Riesgos de Desastre y Ciudades Resilientes de la Universidad de La Laguna (ULL), que en las ?ltimas semanas ha participado en las jornadas T-Alerta impulsadas por el Cabildo de Tenerife para avanzar en la Estrategia de Implantaci?n del Plan de Actuaci?n Volc?nica Insular. En las jornadas participaron todas las entidades que se vinculan al operativo del plan, operativos y técnicos municipales relacionados con la protecci?n civil, adem?s de empresas de servicios esenciales, expertos en prensa y comunicaci?n, as? como representantes del sector educativo y del tercer sector.
De problemas a aprendizajes
Muchos de los aprendizajes que servir?n para el futuro, fueron durante la erupci?n un problema muy dif?cil de resolver. Para los ocean?grafos –que ya ten?an experiencia con la erupci?n de 2011 en El Hierro–, la mayor dificultad estuvo en las caracter?sticas subaéreas del volc?n, dado que no conoc?an exactamente las consecuencias la lava al llegar al mar. Los bi?logos, por su parte, se tuvieron que «inventar» en mitad de la emergencia una metodolog?a para hacer seguimiento de la biodiversidad, dado que era la primera erupci?n del mundo en la que se iba a realizar.
El peligro intr?nseco de la erupci?n fue una dificultad a?adida. «Fue complicado, especialmente por la emanaci?n de gases», explica el bi?logo Manuel Nogales, delegado canario del Consejo Superior de Investigaciones Cient?ficas (CSIC). Como rese?a, la calidad del aire «interrumpi? much?simo la actividad cient?fica», pero también les oblig? a trabajar con un equipo multidisciplinar que permiti? «mejorar la interpretaci?n» de lo que ocurr?a durante el proceso eruptivo. En aquel momento tampoco se sab?an interpretar el comportamiento del volc?n activo. Nadie se atrev?a a prever en qué derivar?a una deformaci?n del terreno o un pico de sismicidad, unos indicadores que, gracias al Tajogaite, podr?n entenderse mejor en el futuro
Si bien muchas de estas nuevas situaciones se fueron resolviendo con la experiencia, hay otras cuestiones que a?n hoy son dif?ciles de resolver. El lugar en el que emergen y la duraci?n de los volcanes en Canarias son dos de estas inc?gnitas. «En casi ning?n lugar del mundo se puede pronosticar una erupci?n», rese?a Dom?nguez. En el caso de Canarias, adem?s, las previsiones se complican porque tampoco es f?cil saber d?nde va a emerger un volc?n –por su car?cter monogenético–. «Obviamente tienes precursores, pero en La Palma, por ejemplo, al final surgi? algo m?s al norte de lo que se cre?a», insiste el sism?logo. Desde el IGN se est? tratando de incluir en sus procesos de vigilancia todo el conocimiento cient?fico mundial y local para entender mejor el vulcanismo isle?o. «Estamos incorporando todas las innovaciones que van surgiendo en el mundo», insiste Dom?nguez.
Pero si en algo ha contribuido la erupci?n de La Palma es en conseguir que la poblaci?n isle?a comprenda el riesgo que conlleva vivir en islas volc?nicas. «Nos vendieron durante muchos a?os que las erupciones canarias eran tranquilas, y este volc?n ha demostrado que existe un riesgo y que hay que invertir en mejorar todos los sistemas», resalta Dom?nguez. «Hemos aprendido que cualquier erupci?n puede ser un problema importante», resume, por su parte Jaime D?az, ge?grafo de la C?tedra de Reducci?n de Riesgos de Desastres de la ULL, que advierte que esa percepci?n del riesgo puede disminuir con el tiempo. «Si una amenaza lleva a?os sin manifestarse puede atenuar la percepci?n del riesgo», por lo que, a su juicio, no se debe permitir «que el paso del tiempo aten?e nuestra atenci?n hacia la amenaza volc?nica».
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