الريــم
12-12-2022, 06:50 PM
Lo que sufri? ese d?a en una clase de tercero de ESO de los Maristas de la Inmaculada de Barcelona no fue algo nuevo, pero s? m?s grave. Y también fue lo que sumi? a Paula en el desconsuelo, que no pudo seguir ocultando en casa. Fue durante el curso escolar de 1999-2000. Las clases hab?an terminado y Paula, mochila a la espalda, andaba a las cinco de la tarde junto al resto de alumnos por uno de los pasillos del colegio, en direcci?n a la calle. Al pasar por delante de la puerta de un aula vac?a, la agarraron por la fuerza del brazo y la metieron en aquella clase a oscuras. "Eran los chicos de mi clase", recuerda en una entrevista con EL PERI?DICO, del grupo Prensa Ibérica, que tiene lugar en una cafeter?a de Barcelona, m?s de veinte a?os después. La acorralaron en una esquina y comenzaron a meterle mano. También por dentro de la ropa. "Unos me sujetaban los brazos por detr?s para que no pudiera moverme y los otros me tocaban", explica.
Paula no sabe cu?nto dur? aquella agresi?n grupal. Pero no ha olvidado que en alg?n momento fue capaz de alzar la vista y de ver, mientras la acosaban, a varias de sus compa?eras de clase junto a la puerta: "Se estaban riendo de m?".
El desconsuelo
Para desvestirla, los chicos tuvieron que soltar sus brazos, un instante que aprovech? para zafarse y huir. Natalia, una compa?era de Paula que ese d?a la esperaba al final del pasillo para salir juntas del colegio y que no sab?a por qué se demoraba, mantiene grabada con nitidez en la memoria la secuencia de su amiga apareciendo al fin, con ojos de terror, corriendo. Natalia acompa?a a Paula durante la entrevista con este diario. Y confirma que, muchas de las cosas que cuenta Paula, ella las presenci? y sucedieron tal como las relata.
"Esa tarde me senté en el sof? y comencé a llorar. No pod?a parar", prosigue Paula. La madre de Paula, que también ha accedido a acudir al encuentro con EL PERI?DICO, explica que encontr? a su hija en el sof? "con la cara desencajada". "?Qué te pasa?", dice que le pregunt? una y otra vez, hasta que al fin Paula se rindi? y se lo cont?, todo: lo que hab?a sucedido aquella tarde y lo que llevaba viviendo desde que comenz? el curso.
El cambio
"Con 12 o 13 a?os mi cuerpo cambi?, dej? de ser el de una ni?a para ser el de una mujer", detalla Paula, que no era de las chicas populares de la clase pero que, al desarrollar aquellas curvas antes que el resto, se coloc? en el punto de mira de los chicos que mandaban. "Me persegu?an cada d?a, a todas horas, para tocarme", asegura. "Ten?a que huir de ellos incluso durante la clase. Recuerdo un d?a, creo que era durante la asignatura de Matem?ticas, que tuve que escapar saltando de un pupitre a otro. Y el profesor acab? rega??ndome a m?".
"Le dije que hab?a saltado por las mesas porque quer?an tocarme y me respondi? que eso era porque yo los provocaba. Tuve que sentarme y quedarme quieta mientas cuatro de ellos siguieron toc?ndome hasta que termin? la clase". Esa fue quiz? la peor parte de los abusos: que cuanto sufri? aconteci? frente a los ojos de los profesores y, aunque algunos trataron de ayudarla, otros parec?an ser c?mplices de su hostigamiento, ante el cual la direcci?n se puso de perfil. "Un hermano marista hizo que me asomara al recreo desde una barandilla. Me dijo: 'desde aqu?, se te ve todo'", recuerda que le solt?, aseverando que la persegu?an por c?mo vest?a.
El alejamiento
Los padres de Paula, tras el grave acorralamiento que fractur? un silencio que hasta entonces hab?a sido gran?tico porque viv?a atenazada por la culpa, acudieron al colegio. El tutor los escuch? y, al cabo de unos d?as, "avergonzado", subraya la madre de Paula, les dijo "que ni los padres de los chicos lo ve?an tan grave ni el colegio ve?a con buenos ojos denunciar los hechos".
La direcci?n de la Inmaculada instaur? durante el curso siguiente, el ?ltimo que Paula estudi? en los Maristas, una orden de alejamiento de los implicados con la menor. "Ten?an prohibido acercarse a menos de un metro", asegura Paula, que dej? de estar perseguida pero que en lugar de sentirse acompa?ada not? que se hab?a convertido en un problema para el colegio.
El cuerpo
Paula trat? de combatir sus cambios corporales con camisetas anchas y jerséis holgados. E incluso lleg? a vendarse los senos para disimularlos. No sirvi? nunca de nada. Hasta la agresi?n grupal, fue perseguida en cada recreo y también durante las clases. "Se habla mucho de las secuelas que dejan los abusos a corto plazo. Pero también los dejan a largo plazo. Y afectan también a las personas que tienes al lado. He sufrido yo, sufrieron mis padres. Y ha sufrido mi pareja", relata ahora Paula, tras meses de terapia iniciados al desarrollar un grave trastorno alimentario. "El psic?logo indag? en qué pod?a estar provoc?ndome ese trastorno y acab? encontrando lo que pas? en los Maristas", explica. "Culpaba a mi cuerpo por haber provocado que me hicieran da?o".
Esa ha sido la secuela a largo plazo, de la que ya se recupera poco a poco. A corto plazo, se convirti? "en una mala persona", admite. Un a?o después sali? de los Maristas e ingres? en un instituto, del que fue expulsada por mal comportamiento y tras hacer da?o a compa?eros de clase. "Si pudiera, les pedir?a perd?n por lo que les hice", asegura. "Pensé que si siendo buena me hab?a pasado eso, siendo mala lo evitar?a", lamenta.
Edu Carratalà es psicoterapeuta sistémico y es quien ha tratado a Paula. "Los problemas de relaci?n con la propia imagen son frecuentes entre personas que han sufrido abusos sexuales en la infancia", afirma. Cuando estos abusos, adem?s, se dan frente a "figura protectoras" que los consienten, "se consolida el trauma". "Las v?ctimas, si fallan estos protectores –que en un colegio son los profesores– pasan de creer que el mundo es un lugar que tiene a peligros a creer que se merecen lo que han sufrido", argumenta.
Paula, un nombre falso para una mujer que ahora también es madre, hab?a seguido de lejos la investigaci?n de EL PERI?DICO del 'caso Maristas', que descubri? abusos sexuales sufridos por m?s de un centenar de alumnos y que se zanj? con 51 denuncias policiales contra 18 docentes. Ha contactado con este diario porque quiere saber si también hay m?s casos como el suyo, de alumnos agredidos sexualmente por compa?eros de clase ante profesores que culparon a las v?ctimas.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sucesos/exalumna-agredida-sexualmente-companeros-maristas-79869716)
Paula no sabe cu?nto dur? aquella agresi?n grupal. Pero no ha olvidado que en alg?n momento fue capaz de alzar la vista y de ver, mientras la acosaban, a varias de sus compa?eras de clase junto a la puerta: "Se estaban riendo de m?".
El desconsuelo
Para desvestirla, los chicos tuvieron que soltar sus brazos, un instante que aprovech? para zafarse y huir. Natalia, una compa?era de Paula que ese d?a la esperaba al final del pasillo para salir juntas del colegio y que no sab?a por qué se demoraba, mantiene grabada con nitidez en la memoria la secuencia de su amiga apareciendo al fin, con ojos de terror, corriendo. Natalia acompa?a a Paula durante la entrevista con este diario. Y confirma que, muchas de las cosas que cuenta Paula, ella las presenci? y sucedieron tal como las relata.
"Esa tarde me senté en el sof? y comencé a llorar. No pod?a parar", prosigue Paula. La madre de Paula, que también ha accedido a acudir al encuentro con EL PERI?DICO, explica que encontr? a su hija en el sof? "con la cara desencajada". "?Qué te pasa?", dice que le pregunt? una y otra vez, hasta que al fin Paula se rindi? y se lo cont?, todo: lo que hab?a sucedido aquella tarde y lo que llevaba viviendo desde que comenz? el curso.
El cambio
"Con 12 o 13 a?os mi cuerpo cambi?, dej? de ser el de una ni?a para ser el de una mujer", detalla Paula, que no era de las chicas populares de la clase pero que, al desarrollar aquellas curvas antes que el resto, se coloc? en el punto de mira de los chicos que mandaban. "Me persegu?an cada d?a, a todas horas, para tocarme", asegura. "Ten?a que huir de ellos incluso durante la clase. Recuerdo un d?a, creo que era durante la asignatura de Matem?ticas, que tuve que escapar saltando de un pupitre a otro. Y el profesor acab? rega??ndome a m?".
"Le dije que hab?a saltado por las mesas porque quer?an tocarme y me respondi? que eso era porque yo los provocaba. Tuve que sentarme y quedarme quieta mientas cuatro de ellos siguieron toc?ndome hasta que termin? la clase". Esa fue quiz? la peor parte de los abusos: que cuanto sufri? aconteci? frente a los ojos de los profesores y, aunque algunos trataron de ayudarla, otros parec?an ser c?mplices de su hostigamiento, ante el cual la direcci?n se puso de perfil. "Un hermano marista hizo que me asomara al recreo desde una barandilla. Me dijo: 'desde aqu?, se te ve todo'", recuerda que le solt?, aseverando que la persegu?an por c?mo vest?a.
El alejamiento
Los padres de Paula, tras el grave acorralamiento que fractur? un silencio que hasta entonces hab?a sido gran?tico porque viv?a atenazada por la culpa, acudieron al colegio. El tutor los escuch? y, al cabo de unos d?as, "avergonzado", subraya la madre de Paula, les dijo "que ni los padres de los chicos lo ve?an tan grave ni el colegio ve?a con buenos ojos denunciar los hechos".
La direcci?n de la Inmaculada instaur? durante el curso siguiente, el ?ltimo que Paula estudi? en los Maristas, una orden de alejamiento de los implicados con la menor. "Ten?an prohibido acercarse a menos de un metro", asegura Paula, que dej? de estar perseguida pero que en lugar de sentirse acompa?ada not? que se hab?a convertido en un problema para el colegio.
El cuerpo
Paula trat? de combatir sus cambios corporales con camisetas anchas y jerséis holgados. E incluso lleg? a vendarse los senos para disimularlos. No sirvi? nunca de nada. Hasta la agresi?n grupal, fue perseguida en cada recreo y también durante las clases. "Se habla mucho de las secuelas que dejan los abusos a corto plazo. Pero también los dejan a largo plazo. Y afectan también a las personas que tienes al lado. He sufrido yo, sufrieron mis padres. Y ha sufrido mi pareja", relata ahora Paula, tras meses de terapia iniciados al desarrollar un grave trastorno alimentario. "El psic?logo indag? en qué pod?a estar provoc?ndome ese trastorno y acab? encontrando lo que pas? en los Maristas", explica. "Culpaba a mi cuerpo por haber provocado que me hicieran da?o".
Esa ha sido la secuela a largo plazo, de la que ya se recupera poco a poco. A corto plazo, se convirti? "en una mala persona", admite. Un a?o después sali? de los Maristas e ingres? en un instituto, del que fue expulsada por mal comportamiento y tras hacer da?o a compa?eros de clase. "Si pudiera, les pedir?a perd?n por lo que les hice", asegura. "Pensé que si siendo buena me hab?a pasado eso, siendo mala lo evitar?a", lamenta.
Edu Carratalà es psicoterapeuta sistémico y es quien ha tratado a Paula. "Los problemas de relaci?n con la propia imagen son frecuentes entre personas que han sufrido abusos sexuales en la infancia", afirma. Cuando estos abusos, adem?s, se dan frente a "figura protectoras" que los consienten, "se consolida el trauma". "Las v?ctimas, si fallan estos protectores –que en un colegio son los profesores– pasan de creer que el mundo es un lugar que tiene a peligros a creer que se merecen lo que han sufrido", argumenta.
Paula, un nombre falso para una mujer que ahora también es madre, hab?a seguido de lejos la investigaci?n de EL PERI?DICO del 'caso Maristas', que descubri? abusos sexuales sufridos por m?s de un centenar de alumnos y que se zanj? con 51 denuncias policiales contra 18 docentes. Ha contactado con este diario porque quiere saber si también hay m?s casos como el suyo, de alumnos agredidos sexualmente por compa?eros de clase ante profesores que culparon a las v?ctimas.
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