الريــم
12-11-2022, 11:00 AM
Abajo de todo, en la sala de m?quinas, bajo el nivel del agua, estruendo de motores, calor y ni una ventana, Nurettin est? celoso. Es injusto, dice mientras r?e, porque él es el coraz?n de este barco, o mejor, el cardi?logo, el que lo mantiene a flote y en marcha, pero el protagonista siempre es el capit?n, el de arriba.
“Soy yo la persona m?s importante de este ferri. Yo controlo sus entra?as. Pero el capit?n se lleva todos los méritos, aunque él solo mueva la direcci?n. Derecha, izquierda y poco m?s”, se queja, a gritos, Nurettin. Si lo hiciese con un tono m?s bajo, el rugir de los motores se adue?ar?a de sus palabras.
Nurettin es cardi?logo de barcos y doctor de nav?os, y su paciente desde hace cinco a?os es ‘Fatih’, una de las decenas de ferris que, como hormigas que siguen su ruta marcada, pululan y recorren el estrecho del B?sforo, que parte la ciudad de Estambul por la mitad. Su trabajo es necesario: en una ciudad de 17 millones de habitantes, las carreteras, metros y autobuses no bastan para que todos lleguen al trabajo. Algunos —los que tienen suerte— van a trabajar en barco.
En este d?a de principios de diciembre, el ‘Fatih’ navega perezoso por el B?sforo, esquivando sin apuros pesqueros peque?os y cargueros enormes. La ruta que sigue es la que transita entre los distritos de Besiktas y Kadikoy. Veinte minutos cada trayecto.
Arriba, en el puente de mando, el capit?n r?e. “?Quién te ha dicho esto? Con que solo la direcci?n… Dime su nombre y lo solucionamos r?pido”, dice Ahmet mientras mueve ligeramente, algo so?oliento, el mando del ‘Fatih’. “No, pero en serio, aqu? todos hacemos nuestro papel, y sin el otro nuestro trabajo no funcionar?a. Para nosotros es un orgullo poder contribuir al funcionamiento de toda la ciudad, llevar a la gente al trabajo. Y, adem?s, este es uno de los trabajos m?s bonitos del mundo. Desde aqu? arriba las vistas son incre?bles. Uno se acostumbra, ya no mira tanto, pero es incre?ble, y a veces me pongo a curiosear, a ver hacia ad?nde va ese carguero, este de donde viene”, dice el capit?n Ahmet.
http://uc-4u.com/clip/acbd618a-4344-423f-a92b-e86547514385_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Un hombre mira al B?sforo desde el 'Fatih'. | Adri? Rocha
Un piso m?s abajo, Sena no tiene tanto tiempo para mirar por la ventana. Sus clientes esperan, hacen cola, a veces le apremian. Ella funciona a toda m?quina, ahora rellenando los vasos, ahora cobrando, ahora limpiando la cafetera. Sena es la responsable del, ahora s?, coraz?n del ‘Fatih’: su cafeter?a. “Del barco no sé, pero para los trabajadores, nosotros somos los m?s importantes. Somos nosotros los que les dopamos cada ma?ana con el café”, dice Sena.
“Me gusta este trabajo, y he acabado conociendo a mucha gente que cada ma?ana va a trabajar en el barco y como ya sé a qué hora van a subir, ya preparo una tostada y el café para que esté listo justo cuando suben”, explica Sena. A veces, cuando la cosa est? tranquila, consigue mirar algo por la ventana, hacia los edificios milenarios y minaretes centenarios de la pen?nsula hist?rica de la ciudad: “A veces veo los delfines. Un d?a hasta consegu? ver una foca. A saber de d?nde habr?a salido…”.
http://uc-4u.com/clip/6583f800-3f31-4381-973e-5a78e2741be6_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Un pasajero y una pasajera bebén su café con Estambul al fondo. | Adrià Rocha
Vuelta al pasado
Para el ‘Fatih’, sus compa?eros y antepasados de ruta, todo cambi? en 1973. En ese a?o se inaugur? el primer puente del B?sforo, que uni? Asia y Europa por primera vez y cre? una nueva competencia directa a los ferris.
“El trayecto que hacemos en barco ya no es tan tan crucial para la ciudad, porque antes no hab?a otra forma de cruzar el B?sforo -recuerda el capit?n Ahmet-. Ahora est?n los puentes [hay tres], el metro y el t?nel. Nosotros nos hemos convertido en un medio de transporte algo m?s nost?lgico. El ferri casi nunca se llena del todo; antes era imposible sentarse”.
Es ya tarde, el sol se esconde y decenas de personas se agolpan en el puerto para entrar al ‘Fatih’ y volver a casa. Canan y sus dos compa?eros se preparan: ellos, guitarra y bombo en mano; ella, un micr?fono, el altavoz y, a sus pies, una cesta con algunos billetes y monedas. “Bienvenidos todos a bordo, y esperamos que pasen un buen trayecto”, dice Canan antes de empezar. Muchos se giran a escuchar; algunos, sacan el teléfono para grabar las vistas con la m?sica de fondo.
“Por la ma?ana no trabajamos porque la gente va a trabajar y tampoco queremos molestar, pero por la tarde s? que a muchos les gusta escuchar m?sica. Cuando la gente vuelve a casa, nosotros amenizamos su viaje. Nos lo pasamos bien, y participamos en crear esta idea de nostalgia en los trayectos en barco”, explica la cantante.
“Podemos hacer conciertos de 20 minutos en los que sabemos que las personas sentadas delante nuestro van a tener que escucharnos durante todo el trayecto”, dice Canan sobre sus conciertos 'forzosos'. "As? que se gana mucho m?s dinero en los ferris que en cualquier otro lugar. Pero no lo hacemos todo por el dinero, ?eh? Lo hacemos porque nos gusta ”, afirma.
Es ya de noche, y los pasajeros abandonan el barco. Canan y sus compa?eros agradecen a los que les dan algo de dinero. La pasarela baja, la puerta se abre y todos los viajantes salen en masa. Para ellos, el d?a ha terminado; al ‘Fatih’, sin embargo, a?n le quedan varios continentes que conectar.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/cronica-estambul-trabajo-veces-viaje-79822742)
“Soy yo la persona m?s importante de este ferri. Yo controlo sus entra?as. Pero el capit?n se lleva todos los méritos, aunque él solo mueva la direcci?n. Derecha, izquierda y poco m?s”, se queja, a gritos, Nurettin. Si lo hiciese con un tono m?s bajo, el rugir de los motores se adue?ar?a de sus palabras.
Nurettin es cardi?logo de barcos y doctor de nav?os, y su paciente desde hace cinco a?os es ‘Fatih’, una de las decenas de ferris que, como hormigas que siguen su ruta marcada, pululan y recorren el estrecho del B?sforo, que parte la ciudad de Estambul por la mitad. Su trabajo es necesario: en una ciudad de 17 millones de habitantes, las carreteras, metros y autobuses no bastan para que todos lleguen al trabajo. Algunos —los que tienen suerte— van a trabajar en barco.
En este d?a de principios de diciembre, el ‘Fatih’ navega perezoso por el B?sforo, esquivando sin apuros pesqueros peque?os y cargueros enormes. La ruta que sigue es la que transita entre los distritos de Besiktas y Kadikoy. Veinte minutos cada trayecto.
Arriba, en el puente de mando, el capit?n r?e. “?Quién te ha dicho esto? Con que solo la direcci?n… Dime su nombre y lo solucionamos r?pido”, dice Ahmet mientras mueve ligeramente, algo so?oliento, el mando del ‘Fatih’. “No, pero en serio, aqu? todos hacemos nuestro papel, y sin el otro nuestro trabajo no funcionar?a. Para nosotros es un orgullo poder contribuir al funcionamiento de toda la ciudad, llevar a la gente al trabajo. Y, adem?s, este es uno de los trabajos m?s bonitos del mundo. Desde aqu? arriba las vistas son incre?bles. Uno se acostumbra, ya no mira tanto, pero es incre?ble, y a veces me pongo a curiosear, a ver hacia ad?nde va ese carguero, este de donde viene”, dice el capit?n Ahmet.
http://uc-4u.com/clip/acbd618a-4344-423f-a92b-e86547514385_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Un hombre mira al B?sforo desde el 'Fatih'. | Adri? Rocha
Un piso m?s abajo, Sena no tiene tanto tiempo para mirar por la ventana. Sus clientes esperan, hacen cola, a veces le apremian. Ella funciona a toda m?quina, ahora rellenando los vasos, ahora cobrando, ahora limpiando la cafetera. Sena es la responsable del, ahora s?, coraz?n del ‘Fatih’: su cafeter?a. “Del barco no sé, pero para los trabajadores, nosotros somos los m?s importantes. Somos nosotros los que les dopamos cada ma?ana con el café”, dice Sena.
“Me gusta este trabajo, y he acabado conociendo a mucha gente que cada ma?ana va a trabajar en el barco y como ya sé a qué hora van a subir, ya preparo una tostada y el café para que esté listo justo cuando suben”, explica Sena. A veces, cuando la cosa est? tranquila, consigue mirar algo por la ventana, hacia los edificios milenarios y minaretes centenarios de la pen?nsula hist?rica de la ciudad: “A veces veo los delfines. Un d?a hasta consegu? ver una foca. A saber de d?nde habr?a salido…”.
http://uc-4u.com/clip/6583f800-3f31-4381-973e-5a78e2741be6_16-9-aspect-ratio_default_0.jpg Un pasajero y una pasajera bebén su café con Estambul al fondo. | Adrià Rocha
Vuelta al pasado
Para el ‘Fatih’, sus compa?eros y antepasados de ruta, todo cambi? en 1973. En ese a?o se inaugur? el primer puente del B?sforo, que uni? Asia y Europa por primera vez y cre? una nueva competencia directa a los ferris.
“El trayecto que hacemos en barco ya no es tan tan crucial para la ciudad, porque antes no hab?a otra forma de cruzar el B?sforo -recuerda el capit?n Ahmet-. Ahora est?n los puentes [hay tres], el metro y el t?nel. Nosotros nos hemos convertido en un medio de transporte algo m?s nost?lgico. El ferri casi nunca se llena del todo; antes era imposible sentarse”.
Es ya tarde, el sol se esconde y decenas de personas se agolpan en el puerto para entrar al ‘Fatih’ y volver a casa. Canan y sus dos compa?eros se preparan: ellos, guitarra y bombo en mano; ella, un micr?fono, el altavoz y, a sus pies, una cesta con algunos billetes y monedas. “Bienvenidos todos a bordo, y esperamos que pasen un buen trayecto”, dice Canan antes de empezar. Muchos se giran a escuchar; algunos, sacan el teléfono para grabar las vistas con la m?sica de fondo.
“Por la ma?ana no trabajamos porque la gente va a trabajar y tampoco queremos molestar, pero por la tarde s? que a muchos les gusta escuchar m?sica. Cuando la gente vuelve a casa, nosotros amenizamos su viaje. Nos lo pasamos bien, y participamos en crear esta idea de nostalgia en los trayectos en barco”, explica la cantante.
“Podemos hacer conciertos de 20 minutos en los que sabemos que las personas sentadas delante nuestro van a tener que escucharnos durante todo el trayecto”, dice Canan sobre sus conciertos 'forzosos'. "As? que se gana mucho m?s dinero en los ferris que en cualquier otro lugar. Pero no lo hacemos todo por el dinero, ?eh? Lo hacemos porque nos gusta ”, afirma.
Es ya de noche, y los pasajeros abandonan el barco. Canan y sus compa?eros agradecen a los que les dan algo de dinero. La pasarela baja, la puerta se abre y todos los viajantes salen en masa. Para ellos, el d?a ha terminado; al ‘Fatih’, sin embargo, a?n le quedan varios continentes que conectar.
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