الريــم
12-02-2022, 09:22 PM
En la azotea de un edificio de Kobani, en la regi?n aut?noma de Rojava, en octubre de 2014. A través del visor de su Dragunov, Azad Cudi sigue los movimientos de dos combatientes del Estado Isl?mico, un hombre mayor y un adolescente, a través de las ruinas de la ciudad. ?Matar? al adolescente? A?os después, en sus memorias de aquella batalla escribir?a: “Supe lo que ten?a que hacer. Y sent? que me desmoronaba mentalmente por la carga que supon?a”.
– Ten?amos que reprimir nuestras emociones –dice ahora, por teléfono, con una voz pausada y reflexiva, desde alg?n lugar de Inglaterra–. Ten?amos que ser mec?nicos. No puedes llorar porque alguien muere o resulta herido, porque entonces también te matan a ti. Hemos sido ense?ados a tener consideraci?n por cierto tipo de personas, ancianos, bebés, ni?os, discapacitados, pero cuando un joven aparece ante ti con un arma, ya no es la misma l?gica, ya no puedes sentir lo que la sociedad te ha ense?ado a sentir. ?Tiene un arma! Tiene un arma y quiere matarte. Visto con perspectiva, quiz? sienta remordimiento, pero si miro el contexto… No puedes pasar por una experiencia como esa sin sacrificar una parte de ti.
De familia kurda y nacido en 1983 en Sardasht (Ir?n), en las monta?as donde confluyen las fronteras de Ir?n, Irak y Turqu?a, Azad form? parte del grupo de 2.000 combatientes que entre septiembre de 2014 y marzo de 2015 protagonizaron la épica batalla que expuls? a los islamistas de Kobani. Su n?mero: 12.000. Algunos periodistas la han comparado con la batalla de Stalingrado. “La derrota que les infligimos inici? su hundimiento”, cuenta Azad en ‘Largo alcance’, el crudo relato de aquellos seis meses recién publicado en Espa?a por Capit?n Swing.
–Stalingrado tuvo lugar hace muchos a?os, pero creo que hay muchas similitudes: una batalla en una ciudad finalmente destruida, la importancia de los francotiradores, la resistencia de la gente. También fue parecida la din?mica, el hecho de que primero los contuvimos y luego los hicimos retroceder, barrio por barrio, calle por calle, puerta por puerta, hasta expulsarlos de la ciudad. Llegado un punto dijimos, si hemos de morir aqu?, moriremos, pero no daremos ni un paso atr?s. Es dif?cil de entender: entender lo que el ser humano puede hacer en situaciones extremas. A veces miro atr?s y pienso: ?realmente hicimos eso? ?Fuimos nosotros? A menos que hayas estado all?, no se entiende. Fue una situaci?n extrema de no rendirse y resistir.
Aquellos que est?n familiarizados con las armas de fuego saben del largo historial del fusil de precisi?n para francotiradores Dragunov, dise?ado en la Uni?n Soviética en 1963. De la guerra de Vietnam a la de Siria, de Afganist?n a Irak, de Somalia a Chechenia, el Dragunov ha estado all? donde seres humanos se han dedicado a matar seres humanos. Por las razones que sea. En el libro, cuando describe el momento en que finalmente abandona el frente para sumarse a tareas administrativas, Azad escribe con elocuencia sobre su arma: “Dejaba por fin el frente y necesitaba un momento para asimilarlo. Limpié mi Dragunov por ?ltima vez y luego sub? con él a la azotea. Me puse el arma en las rodillas y la acaricié (…) Respetaba esa m?quina”.
–Mi arma me dio la confianza que necesitaba para hacer lo que ten?a que hacer. Y no ten?amos otra alternativa que defendernos: ellos atacaron nuestra tierra, a nuestra gente, ellos nos atacaron a nosotros, nos invadieron, y no ten?amos otra alternativa que defendernos con esas armas. S?, era una cuesti?n de defensa, pero aun as?, tienes un arma en las manos que arrebata vidas. Es un sentimiento extra?o: en la medida en que te da confianza estableces una relaci?n de amistad con ella, pero al final del d?a te das cuenta de que es una amistad con el diablo, con esa sucia m?quina que tiene la capacidad de matar. Es un sentimiento extra?o, repito, querer algo y odiarlo al mismo tiempo. No sé si eso tiene sentido.
Rojava es el nombre que recibi? el Kurdist?n sirio en la Constituci?n proclamada ‘de facto’ en el marco de la guerra civil. Azad la describe como “un ejemplo de sociedad pac?fica, estable, libre y justa”, y recuerda que fue feminista desde su origen. Pero en la pr?ctica sus instituciones son fr?giles y viven bajo la amenaza de los pa?ses vecinos, entre ellos Turqu?a. Por eso, Azad lamenta que una vez derrotado el Estado Isl?mico, la coalici?n se desentendiera.
–El apoyo aéreo de la coalici?n fue esencial. Habr?a sido imposible detener al ISIS sin ese apoyo. Si hubieran tomado Kobani habr?an tenido f?cil acceso a Turqu?a, y de ah? a Europa, y eso la coalici?n de aliados que nos apoy? lo entendi? perfectamente. EEUU, Europa, Rusia, Jap?n, todos entendieron lo que estaba en juego y todos aportaron para ganar esa batalla. Pero cuando el jefe del ISIS fue abatido todo el mundo de olvid? de nosotros. Tenemos un cuchillo en la garganta todo el tiempo y no hay comunidad internacional para decir nada porque ahora sus intereses con Turqu?a son m?s importantes que nuestra libertad. La comunidad internacional siempre vela por sus intereses.
“De nuestros 17 francotiradores, cuatro estaban malheridos, cuatro hab?an enloquecido y uno, Servan, estaba muerto. Ocho hab?amos sobrevivido”, escribe Azad. La guerra enloquece, siempre ha sido as?. All? arriba, solo en el tejado, dejando pasar las horas sin moverse, mirando todo el tiempo por el visor, ?tiene m?s posibilidad de enloquecer el francotirador?
–Creo que el dolor que te producen las cosas que ves en una guerra es tan grande que a veces tu peque?o entendimiento de la vida y la muerte no es suficiente para gestionarlo, de modo que me sorprender?a mucho si en una situaci?n as? la gente no perdiera la cabeza. La gente pierde la raz?n y enloquece y va al psiquiatra viviendo en el m?s confortable de los estilos de vida, en esta Europa del confort y el placer y la vida feliz, as? que enloquecer en una guerra me parece normal. Pero los francotiradores tienen una mentalidad fuerte, un esp?ritu fuerte, individualmente y como equipo: est?n acostumbrados a operar en soledad y tienen una cabeza lo bastante amueblada como para superar las dificultades. Tienen confianza en lo que son y en lo que pueden hacer. De hecho, suelen ser personas con una fortaleza superior.
–D?game: esas tres “balas salvadoras” que llevaba en el bolsillo para quitarse la vida antes de que lo apresaran, ?alguna vez lleg? a estar a punto de usarlas?
–La verdad es que no, no viv? ese momento, pero s? tuve muchos momentos en que me aseguré de que estaban en el bolsillo, antes de salir a una operaci?n. Pero en ning?n momento pensé en usarlas.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/yihadistas-mira-francotirador-estado-islamico-79478031)
– Ten?amos que reprimir nuestras emociones –dice ahora, por teléfono, con una voz pausada y reflexiva, desde alg?n lugar de Inglaterra–. Ten?amos que ser mec?nicos. No puedes llorar porque alguien muere o resulta herido, porque entonces también te matan a ti. Hemos sido ense?ados a tener consideraci?n por cierto tipo de personas, ancianos, bebés, ni?os, discapacitados, pero cuando un joven aparece ante ti con un arma, ya no es la misma l?gica, ya no puedes sentir lo que la sociedad te ha ense?ado a sentir. ?Tiene un arma! Tiene un arma y quiere matarte. Visto con perspectiva, quiz? sienta remordimiento, pero si miro el contexto… No puedes pasar por una experiencia como esa sin sacrificar una parte de ti.
De familia kurda y nacido en 1983 en Sardasht (Ir?n), en las monta?as donde confluyen las fronteras de Ir?n, Irak y Turqu?a, Azad form? parte del grupo de 2.000 combatientes que entre septiembre de 2014 y marzo de 2015 protagonizaron la épica batalla que expuls? a los islamistas de Kobani. Su n?mero: 12.000. Algunos periodistas la han comparado con la batalla de Stalingrado. “La derrota que les infligimos inici? su hundimiento”, cuenta Azad en ‘Largo alcance’, el crudo relato de aquellos seis meses recién publicado en Espa?a por Capit?n Swing.
–Stalingrado tuvo lugar hace muchos a?os, pero creo que hay muchas similitudes: una batalla en una ciudad finalmente destruida, la importancia de los francotiradores, la resistencia de la gente. También fue parecida la din?mica, el hecho de que primero los contuvimos y luego los hicimos retroceder, barrio por barrio, calle por calle, puerta por puerta, hasta expulsarlos de la ciudad. Llegado un punto dijimos, si hemos de morir aqu?, moriremos, pero no daremos ni un paso atr?s. Es dif?cil de entender: entender lo que el ser humano puede hacer en situaciones extremas. A veces miro atr?s y pienso: ?realmente hicimos eso? ?Fuimos nosotros? A menos que hayas estado all?, no se entiende. Fue una situaci?n extrema de no rendirse y resistir.
Aquellos que est?n familiarizados con las armas de fuego saben del largo historial del fusil de precisi?n para francotiradores Dragunov, dise?ado en la Uni?n Soviética en 1963. De la guerra de Vietnam a la de Siria, de Afganist?n a Irak, de Somalia a Chechenia, el Dragunov ha estado all? donde seres humanos se han dedicado a matar seres humanos. Por las razones que sea. En el libro, cuando describe el momento en que finalmente abandona el frente para sumarse a tareas administrativas, Azad escribe con elocuencia sobre su arma: “Dejaba por fin el frente y necesitaba un momento para asimilarlo. Limpié mi Dragunov por ?ltima vez y luego sub? con él a la azotea. Me puse el arma en las rodillas y la acaricié (…) Respetaba esa m?quina”.
–Mi arma me dio la confianza que necesitaba para hacer lo que ten?a que hacer. Y no ten?amos otra alternativa que defendernos: ellos atacaron nuestra tierra, a nuestra gente, ellos nos atacaron a nosotros, nos invadieron, y no ten?amos otra alternativa que defendernos con esas armas. S?, era una cuesti?n de defensa, pero aun as?, tienes un arma en las manos que arrebata vidas. Es un sentimiento extra?o: en la medida en que te da confianza estableces una relaci?n de amistad con ella, pero al final del d?a te das cuenta de que es una amistad con el diablo, con esa sucia m?quina que tiene la capacidad de matar. Es un sentimiento extra?o, repito, querer algo y odiarlo al mismo tiempo. No sé si eso tiene sentido.
Rojava es el nombre que recibi? el Kurdist?n sirio en la Constituci?n proclamada ‘de facto’ en el marco de la guerra civil. Azad la describe como “un ejemplo de sociedad pac?fica, estable, libre y justa”, y recuerda que fue feminista desde su origen. Pero en la pr?ctica sus instituciones son fr?giles y viven bajo la amenaza de los pa?ses vecinos, entre ellos Turqu?a. Por eso, Azad lamenta que una vez derrotado el Estado Isl?mico, la coalici?n se desentendiera.
–El apoyo aéreo de la coalici?n fue esencial. Habr?a sido imposible detener al ISIS sin ese apoyo. Si hubieran tomado Kobani habr?an tenido f?cil acceso a Turqu?a, y de ah? a Europa, y eso la coalici?n de aliados que nos apoy? lo entendi? perfectamente. EEUU, Europa, Rusia, Jap?n, todos entendieron lo que estaba en juego y todos aportaron para ganar esa batalla. Pero cuando el jefe del ISIS fue abatido todo el mundo de olvid? de nosotros. Tenemos un cuchillo en la garganta todo el tiempo y no hay comunidad internacional para decir nada porque ahora sus intereses con Turqu?a son m?s importantes que nuestra libertad. La comunidad internacional siempre vela por sus intereses.
“De nuestros 17 francotiradores, cuatro estaban malheridos, cuatro hab?an enloquecido y uno, Servan, estaba muerto. Ocho hab?amos sobrevivido”, escribe Azad. La guerra enloquece, siempre ha sido as?. All? arriba, solo en el tejado, dejando pasar las horas sin moverse, mirando todo el tiempo por el visor, ?tiene m?s posibilidad de enloquecer el francotirador?
–Creo que el dolor que te producen las cosas que ves en una guerra es tan grande que a veces tu peque?o entendimiento de la vida y la muerte no es suficiente para gestionarlo, de modo que me sorprender?a mucho si en una situaci?n as? la gente no perdiera la cabeza. La gente pierde la raz?n y enloquece y va al psiquiatra viviendo en el m?s confortable de los estilos de vida, en esta Europa del confort y el placer y la vida feliz, as? que enloquecer en una guerra me parece normal. Pero los francotiradores tienen una mentalidad fuerte, un esp?ritu fuerte, individualmente y como equipo: est?n acostumbrados a operar en soledad y tienen una cabeza lo bastante amueblada como para superar las dificultades. Tienen confianza en lo que son y en lo que pueden hacer. De hecho, suelen ser personas con una fortaleza superior.
–D?game: esas tres “balas salvadoras” que llevaba en el bolsillo para quitarse la vida antes de que lo apresaran, ?alguna vez lleg? a estar a punto de usarlas?
–La verdad es que no, no viv? ese momento, pero s? tuve muchos momentos en que me aseguré de que estaban en el bolsillo, antes de salir a una operaci?n. Pero en ning?n momento pensé en usarlas.
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