الريــم
11-28-2022, 03:37 PM
"Tengo 63 a?os y casi 40 cotizados. Estoy a puntito de caramelo [para la jubilaci?n], pero ahora me queda lo m?s dif?cil. Porque a mi edad que te vuelvan a contratar es muy dif?cil". As? se presenta José, natural de Barcelona y un todoterreno laboral. A su edad no es la primera vez que ve -y sufre- los actuales niveles de inflaci?n. La crisis del petr?leo de los 80 ya lo pill? dentro del mercado de trabajo, ejerciendo en lo que aquel entonces se conoc?a como maestro industrial. La entrada de Espa?a al mercado com?n europeo y la desindustrializaci?n que la acompa?? lo desbancaron y se reinvent? en la log?stica. Se especializ?, consigui? capear la crisis del 2008 pero estall? la pandemia y "me dieron la patada", recuerda.
En los ?ltimos dos a?os ha estado sin empleo, salvando un par de contratos temporales como conserje que duraron poco. “Tienes la traba de la edad. Muy buen curr?culo, lo tienes todo, pero aunque digan lo contrario las empresas no te llaman por la edad. No valoran la experiencia", afirma. Sentir que todav?a tienes cosas que aportar y no te dan oportunidades es uno de los lamentos m?s repetidos entre los veteranos que han perdido su empleo en la recta final de su carrera profesional. "Impotencia", as? lo define José. "No ves lo que implica estar en paro hasta que lo est?s, porque antes no te dabas cuenta y pensabas ‘a mi no me va a pasar’. Al principio me sent?a un extraterrestre”, a?ade.
Estrés, angustia, depresi?n o ansiedad son algunos de los s?ntomas de no tener trabajo o de tener uno en malas condiciones. Desde el estallido de la pandemia el cuidado de la salud mental ha adquirido una preponderancia que hasta ahora no hab?a tenido. La precariedad es un desencadenante y agravante de dolencias f?sicas que hist?ricamente no se hab?an asociado a la misma. Hasta el punto de que el Ministerio de Trabajo est? ultimando un informe -con expectativa de publicarlo antes de finalizar el a?o- sobre esa relaci?n entre vulnerabilidad laboral y psique.
Lorien, de 28 a?os y dise?adora industrial, lleg? hace apenas un mes desde Venezuela con su marido, para que este cursara unas pr?cticas como médico traumat?logo en un reputado hospital barcelonés. Vendieron todo lo que ten?an all? –"estuvimos muchos a?os trabajando para tener nuestra casita", rememora- para iniciar una nueva vida en la capital catalana. Lo que les dej?, al cambio, un colch?n para aguantar cuatro meses con el coste de la vida en Barcelona.
"Cada euro que gastas te genera una angustia terrible. Mi esposo no cobra por sus pr?cticas, as? que los dos estamos sin ingresar nada. No tenemos esa lucecita a final de mes que te permite decir ‘ya cobro y repongo lo que gasté’. Todo son gastos”, afirma la joven.
Juli?n, de 29 a?os, vino hace algo menos de un a?o con su esposa desde Colombia en busca de oportunidades y huyendo de amenazas de chantaje. Sin permiso de trabajo por el momento, de nada le vale su t?tulo y experiencia de ingeniero mecatr?nico, una profesi?n demandada por las empresas. "Genera mucha impotencia. Después de haber estado form?ndome siete a?os… llegar a un pa?s a pintar casas, a cargar escombros, a hornear pan… No tengo problema con ello, son oficios honrados, pero yo no he estudiado para eso y golpea", cuenta Juli?n.
En ‘B’ va cogiendo todos los trabajos que le salen para poder ir tirando, a la espera de poder regularizar su situaci?n. Muchas horas, sin seguro ni garant?a de que le volver?n a llamar. Unas condiciones que le pasan factura, f?sica y mentalmente. "Intento verlo como algo temporal. Es un tema de resistencia", afirma.
José, Lorien y Juli?n ven que el mundo sigue girando, que a sus ojos todo se mueve y que ellos se quedan quietos. "Sin hacer nada", dicen, aunque no paran en todo el d?a. Buscar trabajo, pese a que desde fuera es algo que pueda parecer poco exigente, es un ejercicio que consume much?sima energ?a. "Tienes que buscar la manera de ayudarte. No importa si es de dise?adora, de camarera, de dependienta… de lo que sea. Ir dejando y dejando curr?culos y que no te llamen genera mucho estrés. Mi marido va al hospital, pero yo estoy sola, sin hacer nada, y llega un punto que eso te deja como anémica", explica Lorien.
"Cuando est?s en paro los d?as son eternos, tienes la sensaci?n de que el tiempo vale m?s que nunca y que t? no lo est?s aprovechando", apunta Juli?n. "Trabajar te permite ser independiente. Y cuando no trabajas te conviertes en carga para otra gente. Mi primo, que nos ha acogido cuando llegamos, tengo la sensaci?n de que dejan de hacer cosas porque estamos nosotros ac?. Tienen una ni?a y pienso que dejan de ir al cine porque nosotros no podemos pagarlo y no quieren hacernos sentir inc?modos", explica Lorien.
Unidos por T'Acompanyem
José, Lorien y Juli?n se conocieron en T’Acompanyem, una asociaci?n con sede en la calle Biscaia de Barcelona que ayuda a personas en desempleo. Tanto a encontrar uno nuevo, como en el mientras tanto. Se explican sus penas, comparten c?mo se sienten y ven que no tener trabajo no es fruto en la gran mayor?a de casos de malas decisiones personales, sino de falta de oportunidades. Es una bombona de ox?geno, un salvavidas para cuando las fuerzas fallan, coinciden.
"Cuando alguien dice que ‘solo’ hay tres millones de parados se le deber?a de caer la cara de vergüenza. Son tres millones de personas con sus historias y muchos problemas", denuncia José, disgustado mientras escucha las historias de Lorien y Juli?n. Sus dos hijas también tuvieron que marcharse fuera de su pa?s para buscarse la vida. Hoy tienen buenos empleos en Suiza. ?l explica que el lunes empieza en un nuevo trabajo, como conductor para una conocida multinacional de transporte urbano. No es ni mucho menos el trabajo de su vida. “Es duro”, afirma desde el conocimiento de haber trabajado ya para otra hace a?os. Pero es lo que ha podido conseguir. "Con lo que pueda ahorrar al cabo de un a?o en vez de irme una semana a Blanes a la playa me iré a ver a mis hijas. A estas alturas lo que no quiero es ser una carga para ellas", comenta.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/economia/paro-afecta-salud-mental-euro-79189893)
En los ?ltimos dos a?os ha estado sin empleo, salvando un par de contratos temporales como conserje que duraron poco. “Tienes la traba de la edad. Muy buen curr?culo, lo tienes todo, pero aunque digan lo contrario las empresas no te llaman por la edad. No valoran la experiencia", afirma. Sentir que todav?a tienes cosas que aportar y no te dan oportunidades es uno de los lamentos m?s repetidos entre los veteranos que han perdido su empleo en la recta final de su carrera profesional. "Impotencia", as? lo define José. "No ves lo que implica estar en paro hasta que lo est?s, porque antes no te dabas cuenta y pensabas ‘a mi no me va a pasar’. Al principio me sent?a un extraterrestre”, a?ade.
Estrés, angustia, depresi?n o ansiedad son algunos de los s?ntomas de no tener trabajo o de tener uno en malas condiciones. Desde el estallido de la pandemia el cuidado de la salud mental ha adquirido una preponderancia que hasta ahora no hab?a tenido. La precariedad es un desencadenante y agravante de dolencias f?sicas que hist?ricamente no se hab?an asociado a la misma. Hasta el punto de que el Ministerio de Trabajo est? ultimando un informe -con expectativa de publicarlo antes de finalizar el a?o- sobre esa relaci?n entre vulnerabilidad laboral y psique.
Lorien, de 28 a?os y dise?adora industrial, lleg? hace apenas un mes desde Venezuela con su marido, para que este cursara unas pr?cticas como médico traumat?logo en un reputado hospital barcelonés. Vendieron todo lo que ten?an all? –"estuvimos muchos a?os trabajando para tener nuestra casita", rememora- para iniciar una nueva vida en la capital catalana. Lo que les dej?, al cambio, un colch?n para aguantar cuatro meses con el coste de la vida en Barcelona.
"Cada euro que gastas te genera una angustia terrible. Mi esposo no cobra por sus pr?cticas, as? que los dos estamos sin ingresar nada. No tenemos esa lucecita a final de mes que te permite decir ‘ya cobro y repongo lo que gasté’. Todo son gastos”, afirma la joven.
Juli?n, de 29 a?os, vino hace algo menos de un a?o con su esposa desde Colombia en busca de oportunidades y huyendo de amenazas de chantaje. Sin permiso de trabajo por el momento, de nada le vale su t?tulo y experiencia de ingeniero mecatr?nico, una profesi?n demandada por las empresas. "Genera mucha impotencia. Después de haber estado form?ndome siete a?os… llegar a un pa?s a pintar casas, a cargar escombros, a hornear pan… No tengo problema con ello, son oficios honrados, pero yo no he estudiado para eso y golpea", cuenta Juli?n.
En ‘B’ va cogiendo todos los trabajos que le salen para poder ir tirando, a la espera de poder regularizar su situaci?n. Muchas horas, sin seguro ni garant?a de que le volver?n a llamar. Unas condiciones que le pasan factura, f?sica y mentalmente. "Intento verlo como algo temporal. Es un tema de resistencia", afirma.
José, Lorien y Juli?n ven que el mundo sigue girando, que a sus ojos todo se mueve y que ellos se quedan quietos. "Sin hacer nada", dicen, aunque no paran en todo el d?a. Buscar trabajo, pese a que desde fuera es algo que pueda parecer poco exigente, es un ejercicio que consume much?sima energ?a. "Tienes que buscar la manera de ayudarte. No importa si es de dise?adora, de camarera, de dependienta… de lo que sea. Ir dejando y dejando curr?culos y que no te llamen genera mucho estrés. Mi marido va al hospital, pero yo estoy sola, sin hacer nada, y llega un punto que eso te deja como anémica", explica Lorien.
"Cuando est?s en paro los d?as son eternos, tienes la sensaci?n de que el tiempo vale m?s que nunca y que t? no lo est?s aprovechando", apunta Juli?n. "Trabajar te permite ser independiente. Y cuando no trabajas te conviertes en carga para otra gente. Mi primo, que nos ha acogido cuando llegamos, tengo la sensaci?n de que dejan de hacer cosas porque estamos nosotros ac?. Tienen una ni?a y pienso que dejan de ir al cine porque nosotros no podemos pagarlo y no quieren hacernos sentir inc?modos", explica Lorien.
Unidos por T'Acompanyem
José, Lorien y Juli?n se conocieron en T’Acompanyem, una asociaci?n con sede en la calle Biscaia de Barcelona que ayuda a personas en desempleo. Tanto a encontrar uno nuevo, como en el mientras tanto. Se explican sus penas, comparten c?mo se sienten y ven que no tener trabajo no es fruto en la gran mayor?a de casos de malas decisiones personales, sino de falta de oportunidades. Es una bombona de ox?geno, un salvavidas para cuando las fuerzas fallan, coinciden.
"Cuando alguien dice que ‘solo’ hay tres millones de parados se le deber?a de caer la cara de vergüenza. Son tres millones de personas con sus historias y muchos problemas", denuncia José, disgustado mientras escucha las historias de Lorien y Juli?n. Sus dos hijas también tuvieron que marcharse fuera de su pa?s para buscarse la vida. Hoy tienen buenos empleos en Suiza. ?l explica que el lunes empieza en un nuevo trabajo, como conductor para una conocida multinacional de transporte urbano. No es ni mucho menos el trabajo de su vida. “Es duro”, afirma desde el conocimiento de haber trabajado ya para otra hace a?os. Pero es lo que ha podido conseguir. "Con lo que pueda ahorrar al cabo de un a?o en vez de irme una semana a Blanes a la playa me iré a ver a mis hijas. A estas alturas lo que no quiero es ser una carga para ellas", comenta.
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