الريــم
11-27-2022, 10:50 AM
Las coles anuncian el invierno pequinés. Las apilan los vendedores llegados de los suburbios en cualquier rinc?n, metros de coles al aire libre, esperando el desfile de vecinos. La tradici?n habla de 25 kilos por familia para aguantar hasta febrero.*Contra el fr?o no hay mejor remedio que esa col barata, resistente y vers?til. No necesita de nevera, basta con retirar las hojas heladas externas y acompa?arla de tofu o cerdo, hervida o salteada.*Asaltar? pronto China el trono global estadounidense y persiste ese s?mbolo de recientes estrecheces.
Las barrigas al aire anuncian el verano pequinés. Aprieta el calor y muchos levantan su camiseta, anudada sobre el ombligo o hasta cimas sobaqueras, siempre con desprecio al decoro. Contra esa pulsi?n han luchado las autoridades durante a?os, convencidas de que castigan la estética de la capital de la segunda econom?a mundial, nunca con éxito.
Las coles y las barrigas son, aclarémoslo ya, exclusivas de los 'hutongs'. No las ver?n entre los arrogantes rascacielos de Guomao, el distrito financiero, ni entre los restaurantes refinados de Sanlitun, epicentro del ocio.*Los 'hutongs' son los barrios de casas bajas y calles enmadejadas por los que ha transpirado Pek?n durante siglos. Sus vecinos sacan tres sillas y una mesa en verano para cenar al fresco o pasean en pijama y en oto?o necesitan un rayo de sol para improvisar una partida de mahjong, algo parecido al domin?. Los 'hutongs' son la ?ltima trinchera de esa jovial, ca?tica y deliciosa espontaneidad china frente al avance imparable de la globalizaci?n y el miedo al qué dir?n.
Los primeros 'hutongs' se levantaron alrededor de la Ciudad Prohibida y a?n hoy conservan el gris que subrayaba el contraste con el amarillo y rojo del hogar imperial. Es ubicuo el acento pequinés, sucio y estruendoso al arrastrar las erres finales. A?n hoy los 'hutongs' vacunan contra la rutina. Un peque?o huerto aqu?, un criador de grillos o jilgueros all?, el afilador de cuchillos en triciclo…
Los 'hutongs' son una vasta extensi?n de viviendas de baja calidad en el centro y habitadas en su mayor?a por un sector social poco boyante. La piqueta se afan? en resolver a las bravas esa anomal?a.*Una mezcla de codicia, corrupci?n y desprecio hist?rico arras? muchos de ellos en las v?speras de los Juegos Ol?mpicos de 2008. La ciudad se preparaba para recibir a millones de visitantes y los 'hutongs' chirriaban con la modernidad pretendida. Miles de fachadas amanecieron con la palabra “chai” (demolici?n en mandar?n) en un c?rculo rojo que identificaba las v?ctimas al bulld?zer. La campa?a se ejecut? sin criterio: a la piqueta no le gustaba ning?n 'hutong', ni las estructuras din?sticas ni el puro barraquismo.
Solo un pu?ado de asociaciones proteccionistas, siempre formadas por extranjeros, luchaban contra aquel atropello. Compart?an con la piqueta su falta de criterio: les gustaban todos.*La mayor?a de los chinos estaban encantados con la compensaci?n econ?mica que les permit?a mudarse a una vivienda en condiciones en cualquier suburbio alejado. Ocurre que los 'hutongs' van tan sobrados de encanto como escasos de comodidades. Carecen de calefacci?n centralizada en una ciudad con inviernos heladores y ba?os privados. Una vieja amiga explot? ante mi enésimo paseo en bicicleta por los hutongs. Los extranjeros, sugiri?, necesitar?amos vivir un par de semanas en uno para tener m?s perspectiva: “La primera salida al ba?o p?blico de madrugada en invierno y se os quita la tonter?a”. Irrebatible.
Solo un pu?ado de asociaciones proteccionistas, siempre formadas por extranjeros, luchaban contra aquel atropello. Compart?an con la piqueta su falta de criterio: les gustaban todos.*La mayor?a de los chinos estaban encantados con la compensaci?n econ?mica que les permit?a mudarse a una vivienda en condiciones en cualquier suburbio alejado. Ocurre que los 'hutongs' van tan sobrados de encanto como escasos de comodidades. Carecen de calefacci?n centralizada en una ciudad con inviernos heladores y ba?os privados. Una vieja amiga explot? ante mi enésimo paseo en bicicleta por los hutongs. Los extranjeros, sugiri?, necesitar?amos vivir un par de semanas en uno para tener m?s perspectiva: “La primera salida al ba?o p?blico de madrugada en invierno y se os quita la tonter?a”. Irrebatible.
La amenaza actual para los 'hutongs', tan grave como la piqueta, es la gentrificaci?n. Son a?n pocos pero el proceso es imparable. Algunas de mis primeras cr?nicas, 17 a?os atr?s, salieron de un peque?o café de Nanluoguxiang, por cuya ventana ve?a cada d?a al loro del vendedor de papel higiénico ofreciendo la mercanc?a. Aquel polvoriento 'hutong' es hoy un amasijo irrecuperable de bares occidentales, tiendas de recuerdos con material mao?sta, galer?as de arte pretenciosas e incluso un Starbucks.
En los m?s célebres 'hutongs' se amontonan los fines de semana los 'influencers' en busca del enfoque m?s auténtico. Las coles que apuntalaron la dieta invernal pequinesa sirven ahora también de fondo de selfis.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/cronica-pekin-hutongs-ultima-trinchera-79175007)
Las barrigas al aire anuncian el verano pequinés. Aprieta el calor y muchos levantan su camiseta, anudada sobre el ombligo o hasta cimas sobaqueras, siempre con desprecio al decoro. Contra esa pulsi?n han luchado las autoridades durante a?os, convencidas de que castigan la estética de la capital de la segunda econom?a mundial, nunca con éxito.
Las coles y las barrigas son, aclarémoslo ya, exclusivas de los 'hutongs'. No las ver?n entre los arrogantes rascacielos de Guomao, el distrito financiero, ni entre los restaurantes refinados de Sanlitun, epicentro del ocio.*Los 'hutongs' son los barrios de casas bajas y calles enmadejadas por los que ha transpirado Pek?n durante siglos. Sus vecinos sacan tres sillas y una mesa en verano para cenar al fresco o pasean en pijama y en oto?o necesitan un rayo de sol para improvisar una partida de mahjong, algo parecido al domin?. Los 'hutongs' son la ?ltima trinchera de esa jovial, ca?tica y deliciosa espontaneidad china frente al avance imparable de la globalizaci?n y el miedo al qué dir?n.
Los primeros 'hutongs' se levantaron alrededor de la Ciudad Prohibida y a?n hoy conservan el gris que subrayaba el contraste con el amarillo y rojo del hogar imperial. Es ubicuo el acento pequinés, sucio y estruendoso al arrastrar las erres finales. A?n hoy los 'hutongs' vacunan contra la rutina. Un peque?o huerto aqu?, un criador de grillos o jilgueros all?, el afilador de cuchillos en triciclo…
Los 'hutongs' son una vasta extensi?n de viviendas de baja calidad en el centro y habitadas en su mayor?a por un sector social poco boyante. La piqueta se afan? en resolver a las bravas esa anomal?a.*Una mezcla de codicia, corrupci?n y desprecio hist?rico arras? muchos de ellos en las v?speras de los Juegos Ol?mpicos de 2008. La ciudad se preparaba para recibir a millones de visitantes y los 'hutongs' chirriaban con la modernidad pretendida. Miles de fachadas amanecieron con la palabra “chai” (demolici?n en mandar?n) en un c?rculo rojo que identificaba las v?ctimas al bulld?zer. La campa?a se ejecut? sin criterio: a la piqueta no le gustaba ning?n 'hutong', ni las estructuras din?sticas ni el puro barraquismo.
Solo un pu?ado de asociaciones proteccionistas, siempre formadas por extranjeros, luchaban contra aquel atropello. Compart?an con la piqueta su falta de criterio: les gustaban todos.*La mayor?a de los chinos estaban encantados con la compensaci?n econ?mica que les permit?a mudarse a una vivienda en condiciones en cualquier suburbio alejado. Ocurre que los 'hutongs' van tan sobrados de encanto como escasos de comodidades. Carecen de calefacci?n centralizada en una ciudad con inviernos heladores y ba?os privados. Una vieja amiga explot? ante mi enésimo paseo en bicicleta por los hutongs. Los extranjeros, sugiri?, necesitar?amos vivir un par de semanas en uno para tener m?s perspectiva: “La primera salida al ba?o p?blico de madrugada en invierno y se os quita la tonter?a”. Irrebatible.
Solo un pu?ado de asociaciones proteccionistas, siempre formadas por extranjeros, luchaban contra aquel atropello. Compart?an con la piqueta su falta de criterio: les gustaban todos.*La mayor?a de los chinos estaban encantados con la compensaci?n econ?mica que les permit?a mudarse a una vivienda en condiciones en cualquier suburbio alejado. Ocurre que los 'hutongs' van tan sobrados de encanto como escasos de comodidades. Carecen de calefacci?n centralizada en una ciudad con inviernos heladores y ba?os privados. Una vieja amiga explot? ante mi enésimo paseo en bicicleta por los hutongs. Los extranjeros, sugiri?, necesitar?amos vivir un par de semanas en uno para tener m?s perspectiva: “La primera salida al ba?o p?blico de madrugada en invierno y se os quita la tonter?a”. Irrebatible.
La amenaza actual para los 'hutongs', tan grave como la piqueta, es la gentrificaci?n. Son a?n pocos pero el proceso es imparable. Algunas de mis primeras cr?nicas, 17 a?os atr?s, salieron de un peque?o café de Nanluoguxiang, por cuya ventana ve?a cada d?a al loro del vendedor de papel higiénico ofreciendo la mercanc?a. Aquel polvoriento 'hutong' es hoy un amasijo irrecuperable de bares occidentales, tiendas de recuerdos con material mao?sta, galer?as de arte pretenciosas e incluso un Starbucks.
En los m?s célebres 'hutongs' se amontonan los fines de semana los 'influencers' en busca del enfoque m?s auténtico. Las coles que apuntalaron la dieta invernal pequinesa sirven ahora también de fondo de selfis.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/cronica-pekin-hutongs-ultima-trinchera-79175007)