الريــم
11-15-2022, 10:02 AM
El consumo de riesgo y compulsivo de alcohol aument? en 2021, seg?n la ?ltima Encuesta de Salud de la Agencia de Salud P?blica de Barcelona (Aspb). El contexto de crisis pandémica ha jugado un papel clave.
Pero detr?s de las cifras que manejan las instituciones hay personas que sufren. Esta es la historia de dos usuarias an?nimas del centro de atenci?n y seguimiento (CAS) de las drogodependencias de Horta, en Barcelona.
"Me daba vergüenza contarle al psic?logo que beb?a"
Marta (nombre ficticio), de 42 a?os, siempre hab?a bebido. "Pero nunca pensé que ten?a un problema". La pandemia, dice, desat? la verdadera adicci?n. "Tuve problemas familiares. Muri? mi suegro. Me fui cargando... Y empecé a beber", cuenta esta mujer que pide anonimato. Marta comenz? a asustarse cuando se dio cuenta de que se pod?a beber hasta una botella de vino al d?a. Y de que lo hac?a a escondidas.
"Yo ya iba a un psic?logo privado para tratarme la ansiedad. Me daba vergüenza decirle que beb?a. As? que se lo conté a la psic?loga de mi CAP, quien me deriv? al CAS Horta", cuenta Marta. Se considera de riesgo el consumo de 17 unidades semanales o m?s en mujeres y 28 semanales o m?s en hombres, entendiendo que una copa de vino, una cerveza o un chupito equivalen a una unidad, mientras que una copa o combinado con whisky o licor similar equivale a dos.
Marta recuerda la primera pregunta que hizo al llegar al CAS Horta, hace un a?o y medio ya: "?Soy alcoh?lica?". Su problema, que era una adicci?n al vino, consist?a en que pod?a llegar a beber al d?a una botella o botella y media. "Yo hab?a d?as que pod?a estar sin beber", asegura. A Marta le recetaron Antabus, una medicaci?n que es incompatible con el alcohol. Eso le ayud?. Igual que lo hizo comenzar con la terapia de grupo. "Fue mi tabla de salvaci?n, poder hablar con mujeres que han pasado lo mismo que yo y que no me juzgaban", relata. A?n sigue yendo.
?C?mo influy? el alcoholismo en su vida? "Cuando beb?a, estaba adormecida. No quer?a ver a la gente, estaba muy bien en mi casa. Olvidaba mis problemas... Eso s?, después me levantaba con malestar corporal, dolor de cabeza", recuerda. Ahora todo aquello qued? atr?s y asegura sentirse "muy bien". No echa de menos el alcohol y tiene "herramientas" para gestionar los malos momentos.
M?s cambios positivos en su vida: Marta dej? el trabajo en el que llevaba 11 a?os y en el que no era feliz. Empez? de cero y ahora trabaja en la atenci?n al cliente de una empresa de seguros. "He logrado ser capaz de tomar decisiones y marcar el rumbo de mi vida. Sigo viniendo aqu? [al CAS Horta]. Sigo visit?ndome con la psiquiatra y ya m est?n bajando la medicaci?n". No quiere que se sepa su nombre, pero s? quiere contar su historia y lanzar un mensaje: de algo as? se puede salir.
"Compraba el vino en tiendas distintas para que no se dieran cuenta"
Mar?a (nombre ficticio), jubilada de 67 a?os, empez? a beber durante la pandemia. Antes, era una abuela m?s que cuidaba de su nieta peque?a. "Con el confinamiento todo se desmont?: las relaciones sociales -yo iba al gimnasio, siempre fui muy activa-, la relaci?n con mis nietos... Empecé a beber y a aumentar el consumo", cuenta esta mujer que también pide anonimato. Beb?a dos botellas de vino al d?a. El tiempo as?, dice, pasaba m?s r?pido. "Procuraba no ir siempre a la misma tienda para que no se dieran cuenta de mi adicci?n", relata.
Confiesa sin tapujos que entr? en un "estado de destrucci?n". "Me levantaba por la ma?ana y ten?a temblores en las manos por la abstinencia. Me estaba deteriorando much?simo a nivel cognitivo. Perd?a el equilibrio... Y yo, que hab?a trabajado con personas con alzhéimer, pensé que el deterioro me lo estaba buscando yo misma", cuenta Mar?a.
Fueron sus hijos quienes se dieron cuenta de su problema y la acompa?aron al centro de atenci?n primaria (CAP). "Me cost?, pero acabé reconociendo que ten?a una adicci?n. Me daba miedo que quedara en mi historia cl?nica que era una alcoh?lica", dice. Ella ya conoc?a el CAS Horta, a donde hab?a acudido cinco a?os atr?s para dejar su adicci?n al tabaco. Esta segunda vez aterriz? en enero de este a?o. "Y estoy encantada".
Mar?a asegura que el alcohol desestabiliz? su vida "totalmente". "Pasé de ser una persona activa y resolutiva a ser un trapo. Por la calle hu?a para no tropezarme con nadie, que no me vieran y poder consumir", recuerda. "Yo he llegado a odiarme a m? misma: no me miraba al espejo. Mi higiene personal lleg? a ser deficiente, com?a comida precocinada, la casa estaba sin limpiar...", cuenta esta mujer.
Ahora asegura estar "mucho mejor" gracias a los profesionales del CAS Horta. "Me levanto con ilusi?n. Me gusta mucho escribir y contarles cuentos a mis nietos". Para Mar?a otro impulso muy grande fue la confianza que sus hijos depositaron en ella. Cuando empez? el tratamiento de desintoxicaci?n, un hijo suyo que ten?a un hijo de cinco a?os le pidi? que cuidara al ni?o porque él se iba un fin de semana fuera. "Pensé que si me dejaban lo m?s preciado que ten?an era porque confiaban en m?. Eso me ayud? much?simo. Fue muy importante", concluye.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/sociedad/entrevista-exadicta-alcohol-llegue-odiarme-78575007)
Pero detr?s de las cifras que manejan las instituciones hay personas que sufren. Esta es la historia de dos usuarias an?nimas del centro de atenci?n y seguimiento (CAS) de las drogodependencias de Horta, en Barcelona.
"Me daba vergüenza contarle al psic?logo que beb?a"
Marta (nombre ficticio), de 42 a?os, siempre hab?a bebido. "Pero nunca pensé que ten?a un problema". La pandemia, dice, desat? la verdadera adicci?n. "Tuve problemas familiares. Muri? mi suegro. Me fui cargando... Y empecé a beber", cuenta esta mujer que pide anonimato. Marta comenz? a asustarse cuando se dio cuenta de que se pod?a beber hasta una botella de vino al d?a. Y de que lo hac?a a escondidas.
"Yo ya iba a un psic?logo privado para tratarme la ansiedad. Me daba vergüenza decirle que beb?a. As? que se lo conté a la psic?loga de mi CAP, quien me deriv? al CAS Horta", cuenta Marta. Se considera de riesgo el consumo de 17 unidades semanales o m?s en mujeres y 28 semanales o m?s en hombres, entendiendo que una copa de vino, una cerveza o un chupito equivalen a una unidad, mientras que una copa o combinado con whisky o licor similar equivale a dos.
Marta recuerda la primera pregunta que hizo al llegar al CAS Horta, hace un a?o y medio ya: "?Soy alcoh?lica?". Su problema, que era una adicci?n al vino, consist?a en que pod?a llegar a beber al d?a una botella o botella y media. "Yo hab?a d?as que pod?a estar sin beber", asegura. A Marta le recetaron Antabus, una medicaci?n que es incompatible con el alcohol. Eso le ayud?. Igual que lo hizo comenzar con la terapia de grupo. "Fue mi tabla de salvaci?n, poder hablar con mujeres que han pasado lo mismo que yo y que no me juzgaban", relata. A?n sigue yendo.
?C?mo influy? el alcoholismo en su vida? "Cuando beb?a, estaba adormecida. No quer?a ver a la gente, estaba muy bien en mi casa. Olvidaba mis problemas... Eso s?, después me levantaba con malestar corporal, dolor de cabeza", recuerda. Ahora todo aquello qued? atr?s y asegura sentirse "muy bien". No echa de menos el alcohol y tiene "herramientas" para gestionar los malos momentos.
M?s cambios positivos en su vida: Marta dej? el trabajo en el que llevaba 11 a?os y en el que no era feliz. Empez? de cero y ahora trabaja en la atenci?n al cliente de una empresa de seguros. "He logrado ser capaz de tomar decisiones y marcar el rumbo de mi vida. Sigo viniendo aqu? [al CAS Horta]. Sigo visit?ndome con la psiquiatra y ya m est?n bajando la medicaci?n". No quiere que se sepa su nombre, pero s? quiere contar su historia y lanzar un mensaje: de algo as? se puede salir.
"Compraba el vino en tiendas distintas para que no se dieran cuenta"
Mar?a (nombre ficticio), jubilada de 67 a?os, empez? a beber durante la pandemia. Antes, era una abuela m?s que cuidaba de su nieta peque?a. "Con el confinamiento todo se desmont?: las relaciones sociales -yo iba al gimnasio, siempre fui muy activa-, la relaci?n con mis nietos... Empecé a beber y a aumentar el consumo", cuenta esta mujer que también pide anonimato. Beb?a dos botellas de vino al d?a. El tiempo as?, dice, pasaba m?s r?pido. "Procuraba no ir siempre a la misma tienda para que no se dieran cuenta de mi adicci?n", relata.
Confiesa sin tapujos que entr? en un "estado de destrucci?n". "Me levantaba por la ma?ana y ten?a temblores en las manos por la abstinencia. Me estaba deteriorando much?simo a nivel cognitivo. Perd?a el equilibrio... Y yo, que hab?a trabajado con personas con alzhéimer, pensé que el deterioro me lo estaba buscando yo misma", cuenta Mar?a.
Fueron sus hijos quienes se dieron cuenta de su problema y la acompa?aron al centro de atenci?n primaria (CAP). "Me cost?, pero acabé reconociendo que ten?a una adicci?n. Me daba miedo que quedara en mi historia cl?nica que era una alcoh?lica", dice. Ella ya conoc?a el CAS Horta, a donde hab?a acudido cinco a?os atr?s para dejar su adicci?n al tabaco. Esta segunda vez aterriz? en enero de este a?o. "Y estoy encantada".
Mar?a asegura que el alcohol desestabiliz? su vida "totalmente". "Pasé de ser una persona activa y resolutiva a ser un trapo. Por la calle hu?a para no tropezarme con nadie, que no me vieran y poder consumir", recuerda. "Yo he llegado a odiarme a m? misma: no me miraba al espejo. Mi higiene personal lleg? a ser deficiente, com?a comida precocinada, la casa estaba sin limpiar...", cuenta esta mujer.
Ahora asegura estar "mucho mejor" gracias a los profesionales del CAS Horta. "Me levanto con ilusi?n. Me gusta mucho escribir y contarles cuentos a mis nietos". Para Mar?a otro impulso muy grande fue la confianza que sus hijos depositaron en ella. Cuando empez? el tratamiento de desintoxicaci?n, un hijo suyo que ten?a un hijo de cinco a?os le pidi? que cuidara al ni?o porque él se iba un fin de semana fuera. "Pensé que si me dejaban lo m?s preciado que ten?an era porque confiaban en m?. Eso me ayud? much?simo. Fue muy importante", concluye.
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