الريــم
11-13-2022, 10:30 PM
Los l?deres globales se han citado frente a las n?veas playas de Bali para sosegar a un mundo convulso pero es improbable que de ese para?so que atrae a yoguis y dem?s buscadores de la paz interior salga la receta para terminar la guerra en Ucrania o aceitar las relaciones bilaterales entre China y Estados Unidos. La inflaci?n galopante, la amenaza de la enésima recesi?n global, la alerta nuclear en Ucrania y Corea del Norte, el calentamiento global… No le faltan problemas al mundo as? que se espera de la reuni?n entre Xi Jinping y Joe Biden que, al menos, mitigue algunos.
Sobre la cumbre en Indonesia del G-20 plane? el morbo de un encuentro de Vladimir Putin y Volodymyr Zelenski pero ambos se han ca?do del cartel en las ?ltimas semanas. El presidente ruso renunci? y el ucranio participar? por videoconferencia. Su vaci? ser? ocupado por Xi y Biden, que llegan a Bali en su mejor momento. El primero recibi? en el reciente congreso su tercer e inédito mandato al frente del partido y los resultados de las elecciones han sonre?do al segundo cuando tem?a el desastre.
El G-20 ha tenido en la ASEAN, el grupo de naciones del sudeste asi?tico, a su telonero. En Phnom Penh, capital camboyana, porfiaron Pek?n y Washington por ampliar su influencia en una zona clave del continente. El pulso continuar? en Bali. Pek?n ha confirmado que Xi se reunir? con su hom?logo francés, senegalés y argentino, pero ser?n algunos m?s porque se acumulan los deberes pendientes a la diplomacia china tras el autoimpuesto par?n del covid. Biden a?n lucha por recuperar el centro de la escena global que desde?aba su predecesor, Donald Trump, y recomponiendo los puentes de aquella pol?tica aislacionista.
Viejos conocidos
Biden y Xi son viejos conocidos. M?s de una década atr?s, en un viaje a Pek?n como vicepresidente, el primero aclaraba que "el auge de China no es solo positivo para China sino para Estados Unidos y el orden mundial". Dos a?os atr?s calificaba a Xi de "mat?n". No hay mejor resumen de la deriva de las relaciones bilaterales. Lo mejor que se puede decir de Xi y Biden es que, a diferencia de los ?ltimos a?os de Trump, mantienen la comunicaci?n abierta. Desde que Biden gan? las presidenciales han hablado por teléfono en cinco ocasiones y esta ser? su primer encuentro personal.
Pero esa comunicaci?n fluida no ha solventado ninguno de los pleitos. La ?ltima llamada fue juzgada como constructiva por ambas partes y pocos d?as después aterrizaba en Taipei la presidenta de la C?mara de Representantes, Nancy Pelosi. No hay asunto que descomponga m?s a Pek?n que Taiw?n y Washington insiste en que mantiene su vieja pol?tica mientras se afana en vulnerarla: son habituales las delegaciones pol?ticas en Taipei, aumentan en frecuencia y volumen las ventas de armas, Biden torpedea la "ambigüedad estratégica" que ha apuntalado la paz en el estrecho durante cuatro décadas y cada vez m?s voces en Washington piden el principio de una sola China.
Biden ha anticipado que aclarar? a Xi cu?les son sus l?neas rojas, preguntar? por las chinas y después determinar? si entran en conflicto. Y, si es as?, "pensaremos en c?mo resolverlo". China he pedido el respeto a la coexistencia pac?fica y la cooperaci?n beneficiosa para ambos. Al enquistado problema taiwanés se suma el intento estadounidense de estrangular la industria china de semiconductores y microchips.
أكثر... (https://www.sport.es/es/noticias/internacional/xi-biden-reunen-taiwan-trasfondo-78519296)
Sobre la cumbre en Indonesia del G-20 plane? el morbo de un encuentro de Vladimir Putin y Volodymyr Zelenski pero ambos se han ca?do del cartel en las ?ltimas semanas. El presidente ruso renunci? y el ucranio participar? por videoconferencia. Su vaci? ser? ocupado por Xi y Biden, que llegan a Bali en su mejor momento. El primero recibi? en el reciente congreso su tercer e inédito mandato al frente del partido y los resultados de las elecciones han sonre?do al segundo cuando tem?a el desastre.
El G-20 ha tenido en la ASEAN, el grupo de naciones del sudeste asi?tico, a su telonero. En Phnom Penh, capital camboyana, porfiaron Pek?n y Washington por ampliar su influencia en una zona clave del continente. El pulso continuar? en Bali. Pek?n ha confirmado que Xi se reunir? con su hom?logo francés, senegalés y argentino, pero ser?n algunos m?s porque se acumulan los deberes pendientes a la diplomacia china tras el autoimpuesto par?n del covid. Biden a?n lucha por recuperar el centro de la escena global que desde?aba su predecesor, Donald Trump, y recomponiendo los puentes de aquella pol?tica aislacionista.
Viejos conocidos
Biden y Xi son viejos conocidos. M?s de una década atr?s, en un viaje a Pek?n como vicepresidente, el primero aclaraba que "el auge de China no es solo positivo para China sino para Estados Unidos y el orden mundial". Dos a?os atr?s calificaba a Xi de "mat?n". No hay mejor resumen de la deriva de las relaciones bilaterales. Lo mejor que se puede decir de Xi y Biden es que, a diferencia de los ?ltimos a?os de Trump, mantienen la comunicaci?n abierta. Desde que Biden gan? las presidenciales han hablado por teléfono en cinco ocasiones y esta ser? su primer encuentro personal.
Pero esa comunicaci?n fluida no ha solventado ninguno de los pleitos. La ?ltima llamada fue juzgada como constructiva por ambas partes y pocos d?as después aterrizaba en Taipei la presidenta de la C?mara de Representantes, Nancy Pelosi. No hay asunto que descomponga m?s a Pek?n que Taiw?n y Washington insiste en que mantiene su vieja pol?tica mientras se afana en vulnerarla: son habituales las delegaciones pol?ticas en Taipei, aumentan en frecuencia y volumen las ventas de armas, Biden torpedea la "ambigüedad estratégica" que ha apuntalado la paz en el estrecho durante cuatro décadas y cada vez m?s voces en Washington piden el principio de una sola China.
Biden ha anticipado que aclarar? a Xi cu?les son sus l?neas rojas, preguntar? por las chinas y después determinar? si entran en conflicto. Y, si es as?, "pensaremos en c?mo resolverlo". China he pedido el respeto a la coexistencia pac?fica y la cooperaci?n beneficiosa para ambos. Al enquistado problema taiwanés se suma el intento estadounidense de estrangular la industria china de semiconductores y microchips.
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